viernes, 29 de noviembre de 2019

The Game, de Alessandro Baricco

1.
Me llevó un rato, me costó un poco. A diferencia de lo que suele pasar con el capo de Baricco (il capo), este libro me resultó un poco denso por lo reiterativo. Mantiene un tono un poco for dummies que por un lado ayuda pero por otro alarga y al alargar atraganta a las almas mansas, más aptas para la palabra lanza-granadas.

2.
The Game (en inglés en el original) se presenta a sí mismo como la continuación, doce años después, del magistral ensayo Los bárbaros, del que supe ocuparme en su momento en este mismo blog que en ese entonces recién comenzaba. Era tan joven, ponía tantos links de youtube, me faltaban tantas tildes. En Los bárbaros, que originalmente había salido por entregas en un diario, Baricco se ocupaba de analizar y desmontar la idea de que la nueva cultura digital estaba destruyendo a la Cultura con mayúsculas, la idea de que los chicos de hoy están idiotizados por el celu y no saben nada en realidad. En oposición, Baricco defendía la capacidad de multi-tasking de los humanes del nuevo milenio, renegaba de la superioridad de lo profundo por sobre lo superficial en un mundo donde la información está siempre disponible, y hablaba del nacimiento de una nueva civilización. En este libro nuevo, entonces, lo que intenta es caracterizar a esta nueva civilización, esta nueva humanidad nacida de la revolución digital. 

3.
Los bárbaros lo leí con permanente gesto de asentimiento, se lo presté a muchas personas y se lo regalé a mi papá en su cumpleaños. Sin embargo, (Never Deleuze), con The Game disentí en varios momentos. Casi no le ve problemas a esta nueva civilización, Baricco. O sea, los ve, pero le parece que no son graves. Ni los monopolios le preocupan. Todo le parece mejor que el siglo XX, donde los monopolios parece que sí eran un problema. Y asume que en esta nueva era digital, ninguno de los horrores del siglo XX se pueden repetir: ni que exista Auschwitz sin que lo sepamos, ni que se tire una bomba atómica, ni que se desarrolle una dictadura como la de Stalin. Le parecen un problema Trump, el Brexit y todos estos movimientos que con herramientas de la revolución digital bregan por conservar el mundo anterior ("Amotinados, se me ocurre decir. Utilizan el barco, pero cambian el rumbo y se vuelven para atrás": página 249, me gustó la frase), pero igual, no tanto, porque según Baricco, Trump surgió con las mismas herramientas que permitieron que surgiera Obama. (A todo esto, hoy vi que Juan Carlos Monedero, economista y candidato de Podemos, tiene un libro que se llama La izquierda que asaltó al algoritmo). A la visión de Baricco le faltan varias cosas, de todos modos. África no existe. Sudamérica más o menos. Los países árabes brillan por su ausencia. O sea, toda esa parte de la humanidad excluida de la revolución digital y que todavía sufre dictaduras y genocidios. Y curiosamente, no sé si por la fecha de confección, habla maravillas de Arbnb y otras plataformas que matan al intermediario, pero no menciona nada del capitalismo del siglo XXI y sus apps de autoexplotación tipo Rappi, Glovo o Uber. Eso fue lo que más ruido me hizo. Para Baricco la revolución digital democratiza y elimina a las élites, o crea nuevas élites que lo son por idoneidad digital (pero el sistema se correjirá solo). 

4.
De todos modos, el libro está buenísimo, baja una data descontrolada, especialmente sobre la historia de Internet y de la web (que no son lo mismo, como me enteré por el libro) y sobre los hitos y los pioneros de la revolución digital, a los que les pone nombre y apellido y fechas en las que marcaron la diferencia para crear esta nueva civilización -que para Baricco fue buscada- en la que casi todxs tenemos un apéndice digital muchas veces cerca de nuestras partes pudendas. Me acordé del docu de Herzog sobre Internet, que aunque no es lo más logrado del gran capo alemán también bajaba una buena data, y tenía una visión más dark aunque menos holística. Curioso: está libre y en buena calidad y con subs en español acá.

lunes, 25 de noviembre de 2019

La ilusión de los mamíferos, de Julián López

1.
Este me lo prestó Beladrich. Hola, Beladrich.

2.
"Uff...", exclamé-resoplé, varias veces, al final de varios capítulos.

3.
Abro la reseña de La Nación y lo primero que veo es un espoiler. No abran la reseña de La Nación. Si bien claro que sobrevive a los espoilers, es un libro muy espoileable este. Tiene una estructura con cierto suspenso, que además se reproduce (la estructura) al interior de algunos de los capítulos en los que el remate da sentido a lo narrado. Curiosa estructura para una novela que indudablemente podemos clasificar como romántica o "de amor". Una novela amorosa (se me ocurren dos en las antípodas, aunque igual de maricas, Werther y Sobre garotos que beijam garotos) invariablemente contempla el arco narrativo de una relación amorosa, que es predecible como una película de Marvel, y sin embargo tenemos tantos recursos en la Viña del Señor para jugar con esa estructura como estrellas en el firmamento. Julián López utiliza un par.

4.
Y hace un par de cosas bien, Julián López, que ubican a La ilusión de los mamíferos bastante arriba en mi ranking personal del 2019 (llegando aparentemente tan sólo un año tarde al fenómeno). Por un lado, la estructura, ya mencionada. El tiempo está reordenado, vaya novedad, pero además los capítulos cambian de velocidades, algunos son un continuo de días o de horas, mientras otros tienen un presente de la narración casi cinematográfico, pornográfico. La historia es sencilla y cruda y a la vez tiene sus recovecos, sus brillos puntuales. Y sobre todo, la prosa. Qué bien que escribe el hijo de su santa madre. Cierro con una cita que me hace cosas:
Salimos a caminar; aunque nuestra primera escala fue el balcón, nos pusimos las camperas, yo elegí la tuya para abrigarme el doble, nunca se gasta ese truco, nunca se termina de colar la tibieza y siempre queda algo del aire alrededor, algo del cuerpo inmaterial, el otro como una idea que basta para hacer frente al frío.