jueves, 26 de diciembre de 2019

Esto que me pasó no lo había sentido nunca, de David Nahón

1.
Me compré este porque me gustó el otro, y además así engroso mi nuevo fetichismo por Pánico el Pánico. Lo terminé de leer hoy a la tarde en la guardia del Güemes: 26 de diciembre, calor, MUCHA GENTE, un nene que lloró los cuarenta minutos que estuve esperando, yo creo que enviciado nomás. Me pareció un marco propicio para esta mini novela que tiene algo de hospitalario, los puntos de sutura de la tapa, el episodio del perro que muerde a la novia y le arranca un cacho de pierna al comienzo del asunto. 

2.
Además del episodio del perro, hay un vaivén temporal, hay un prosa poética, algunos mails, una segunda persona del singular a la que el protagonista se dirige y un final súper climático y bien construido. Me re gustó, le voy a seguir siguiendo el rastro a este autor.

martes, 24 de diciembre de 2019

Shinigami: la velocidad del espíritu, de Franco Calluso

1.
Leí cuatro obras de Franco, y vi dos, muchas funciones de cada una, un poco por fan (soy re fan de Franco, lo voy a decir un par de veces en esta reseña) y un poco porque tuve la suerte o el ojete de ser productor de sala en una de las mismas. Aún habiendo visto dos (Nena dragón, pisa tejas por amor y Ruido blanco), la pregunta que más pensé, leyendo obras como Vapor (en este tomo) o Nou Fiuter (que se puede descargar de acá) fue: ¿cómo carajo hacés esto? O sea, ¿cómo ponés en escena un carro de vapor, un gran danés moribundo, un alma que deja un cuerpo? Obvio que hay maneras, justamente como vi las dos que vi me respondo a mis preguntas, pero bueno, por eso soy lector y espectador y no dramaturgo o director de teatro: por ahora. Franco dramaturgo no se hace mucho problema por lo que tendrá que resolver Franco director. Eso está claro. Supongo que es la manera de escribir teatro. 

2.
Cuestión que Shinigami es un tomo, prologado por Ignacio Bartolone, que reúne tres obras escritas por Franco Calluso. La primera, Nena dragón es una obra inspirada en el animé, lxs otakus, y las road movies. Hay una chica que está enamorada de su amiga, que graba un videodiario, toca la guitarra y se compra una daga. Hay un padre obsesionado con la pesca y con su mujer muerta. Y hay un vendedor de la extinta y reconvertida comiquería Camelot. Una fuga a la Patagonia dispara los acontecimientos. La vi sin conocer a Franco (ni a Rosalba) hace miles de años a instancias de Manu (¿tal vez miles sean cuatro?) y me gustó tanto que la volví a ver para llevarlo a Dani, que también se hizo fan. Tenía citas de Evangelion. Cómo no me iba a flashar. No sé si la puesta se hizo al pie de la letra de la dramaturgia, o si lo publicado en el libro es una versión modificada tras la puesta, pero leerla fue volver a verla y fue una fiesta.

3.
La segunda, Vapor, es casi un monólogo: en un pasado retrofuturista y distópico, durante una revolución industrial con anabólicos y lisergia, un científico segundón queda varado en un camino con su carro a vapor y su Experimento encerrado en el carro. Experimento no debe salir. En medio del camino, un perro muriendo atropellado. Uno grande, un Gran Danés. El protagonista espera, monologa y aspira Fentanol, algo así como una keta decimonónica. Ojalá un día la vea en un teatro. Es carísima.

4.
Y la tercera es Ruido blanco. Probablemente, mi obra favorita del mundo. Hay un foca que canta en la Antártida y un músico experimental con una beca y una neurosis. Hay un documental indie también. Y un biologue alemán y una directora de la beca. Ser objetivo no puedo porque tal cosa no existe, y menos siendo fan, así que leanlá ustedes pobres mortales que no la vieron en teatro y díganme qué les parece: yo creo que el texto la rompe. Donde el pensamiento tiene miedo, la música piensa. Todas las notas sonando al mismo tiempo.

Las desventuras de Mosquito Martinez, de El Waibe

1.
Este vive en mi mesa de luz desde hace tanto como el de acá abajo, pero no lo leía porque primero quería terminar el otro, y al final hoy terminé el otro y leí este y tardé diez minutos. Se trata de un mosquito. Me gustó, aunque odio los mosquitos.


Fragmentos y distorsión, de Iván Riskin?

1.
Creo que tardé, fácil, tres años en leer este librito. Es que está muy desordenado. Un par de veces lo volví a empezar. No sé qué decir sobre esto.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Autorretrato, de Édouard Levé

1.
No sé si decir que es el libro que todxs quisimos escribir, pero seguro que a poco de empezar a leerlo te ponés a contestar mentalmente cada frase. Eduardo dice "No cultivo la tierra", y vos pensás: "Yo tampoco". Eduardo dice "No me gustan las bananas" y vos pensás: "A mí sí". Y así. Ésta frase me hizo reflexionar: "No uso pantalones apretados, me impiden escribir".

2.
Édouard Levé fue un artista plástico, fotógrafo y escritor francés, que nació en 1965 y murió por mano propia en 2007, días después de entregar a su editor un libro intitulado Suicidio. Este Autorretrato es el inmediato anterior, y en él intenta un experimento que entiendo es el siguiente: describirse a sí mismo sin sistema, sin orden ni concierto, concatenando frases no relacionadas entre sí salvo porque conformen al final un autorretrato. Frases que pueden ser afirmaciones, opiniones, anécdotas. Para lograr su objetivo le hace un poco de trampa a la redacción: como por cada punto (y seguido, no hay puntos y aparte) hace un cambio de tema, un golpe de timón, entonces a veces arma frases largas donde las comas a veces son puntos. Por ejemplo:
Uno de mis tíos encontró al hombre de su vida mientras conducía lentamente su coche descapotable rojo por las calles de París, el hombre en cuestión, un inmigrante de Hungría, estaba desesperado, y caminaba sin rumbo antes de suicidarse, mi tío se detuvo a su lado y le preguntó a dónde iba, desde entonces estuvieron juntos hasta que la muerte los separó.
3.
El resultado es droga. Tengo frases favoritas pero no tiene sentido entrar en esa. Todo el libro es un gol, lo leería de nuevo.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Vidas platinas, compiladas por Omar Borré

1.
En un acto de generosidad espontánea Mati Duarte me regaló este librito mínimo publicado en 2004 por una tal Editorial Mate con el apoyo del CCEBA. Resulta que, hace mucho mucho tiempo en una galaxia muy lejana, una cronista de la revista Leoplán (1934-1965) cuyo nombre me es esquivo le hizo la siguiente pregunta a una serie de personajones de la literatura iberoamericana (todos varones, obvio): "¿Qué opina de usted mismo?". O quizás era "¿Qué piensa de usted mismo?". Este libro compila las respuestas, todas muy breves, algunas muy ingeniosas. El resultado es un gran divertimento para hacer caca. 

2.
Mi favorito fue Onetti, que bien dice que no hay ningún período más mentiroso en el recuerdo que la infancia, y que por ende se saltea las autobiografías que hablan de ese período (e inmediatamente me acordé de Infancia de Coetzee). También me hizo reír Macedonio Fernández, que empieza tranqui con: "El Universo o Realidad y yo nacimos en 1ero de junio de 1874...". Borges, como siempre, un denso, no sé quién se lo bancaba.

3.
Curioso, o quizás no, en la tapa dice que los autores del tomito son Arlt, Quiroga, Borges, Mallea, Olivari, Marechal, González Tuñón, Rojas, Scalabrini Ortiz, Discépolo, Nalé Roxlo, Macedonio F., Alfonsina Storni, Neruda, Fernández Moreno y César Tiempo. Cuatro de estos no están en el libro, entre ellos la Alfonsina Stori, que hubiera sido la única autora, pero ni está. Mal por los editores pero en realidad mal por el mundo. Me hizo pensar una vez más en Alfonsina, que escribía mejor o peor (mucho no me llama), pero que sin duda se bancó ser la única mina en un mar de machos culturales durante décadas. Busquen sino la historia de la Tertulia, creada por Quinquela Martín en el café Tortoni, principal reducto de la bohemia artística porteña durante décadas: Alfonsina era la única mujer. Todos los machos de la Tertulia le hicieron cuando murió (cuando se mató) un monumento que hoy está en la Chacarita, muy lindo monumento, se ve que la querían. ¿Cómo se sentiría Alfonsina, tomando falopa con Benito Quinquela Martín y Juan de Dios Filiberto, Bioy Casares y Jorge Luis en el sótano del Tortoni, en la década del '30, entre tanto olor a bolas?

viernes, 6 de diciembre de 2019

Los gauchos judíos, de Alberto Gerchunoff

1.
Este cuenta como clásico, sin duda. Cuando leo un clásico me sube la barrita de cultura. Encima judío, me sube también la barrita de judaísmo. 

2.
Como todo el mundo, conocía la existencia de este título, sabía de su adaptación al cine, pero no sabía qué era: ¿una novela? ¿una crónica? Misterio resuelto: es un conjunto de estampas. Algunas tienen forma de cuento, otras no llegan a eso. En cada uno de estos textos escritos en el año del primer Centenario Argentino (así dice en la primera página), Gerchunoff describe la vida que supo tener de niño en las colonias judías de Entre Ríos, y en particular en Colonia Rajil, una aldea que hoy no existe más. Los gauchos judíos es, claro está, una operación política: el Alberto, que había nacido Abraham en un pueblo lituano del imperio zarista en 1883 y que había llegado a escritor y periodista del diario de Mitre (como dijo Cristina, "no voy a decir prestigioso, pero sí centenario"), busca inscribir a los judíos argentinos en el crisol de razas soñado por la Generación del '80, sin mácula de apatridismo. El campo entrerriano aparece para los judíos de los relatos como una tierra utópica, libre de antisemitismo, o en la que el mismo está en extinción, como en el cuento "Historia de un caballo robado", que termina con esta reflexión:
Yo quiero creer, sin embargo, que no siempre ha de ser así, y los hijos de mis hijos podrán oír, en el segundo centenario de la República, el elogio de próceres hebreos, hecho después del católico Tedeum, bajo las bóvedas santas de la catedral.
Esperadlo, buenos judíos de la colonia, ya que la paciencia es, como el sufrimiento engrandecedor, don y tesoro de la raza lamentable de Job...
El cuento más patriota, y uno de los más lindos, es el que se llama "El himno", y narra el primer 25 de mayo de la colonia Rajil. En este cuento de Gerchunoff, los judíos de Rajil no conocen los colores de la bandera patria, por lo que eligen vestir el pueblo con telas de todos los colores (súper gay):
Rajil amaneció empavesada como un barco: llenos de colores los portones, todos los colores y también los colores argentinos, sin que el vecindario lo supiera.
Hay un famoso relato jasídico (será del siglo XIV o XV) que habla de un judío que se pierde en el bosque sin su sidur, y que para cumplir con los obligatorios rezos diarios recita el alef bet en voz alta varias veces, esperando que Dios forme con las letras los rezos que él no sabe de memoria. Mutatis mutandis, el cuento de Gerchunoff. Si me apurás te escribo una ponencia con este dato. 

3.
Un par de cosas que me llamaron la atención:
- Gerchunoff llama "rabi" a todos los viejos. A todos. Primero me confundió un poco el asunto, pero se ve que en la época rabi era un término honorífico y no se refería específicamente a que la persona fuera rabino. Quizás no tenía sentido en una comunidad de judíos ortodoxos decimonónicos la distinción entre rabino y no rabino, si todos los varones estudian la Torá y nadie tiene por qué oficiar nada. El que sí aparece destacado como un personaje específico y con un rol de autoridad en la comunidad es el shojet, es decir el matarife, quien faena a los animales según el rito kasher
- Gerchunoff escribe bárbaro, y me gustó especialmente cómo juega con los géneros literarios. Hay cuentos cómicos, hay cuentos gauchescos (el que se titula "El boyero" tiene un final increíble), hay uno de terror a lo Poe ("Las brujas", buenísimo, con relato enmarcado). Etcétera.
- Por lo que leí después en interné, "Las bodas de Camacho" es un cover de Cervantes. Ja!

4.
Mi edición es del Centro Editor de América Latina, año 1968, y se consigue en cualquier lado por chirolas. Uso y recomiendo.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Las tres carabelas, de Blas Matamoro

1.
Blas Matamoro: escritor argentino, porteño, nacido en 1942, exiliado en España desde el '76, que en el último año vivió una ola de reconocimientos públicos incluida la ciudadanía ilustre. Más o menos en el marco de estos reconocimientos podemos inscribir la re-edición de Las tres carabelas, novela originalmente publicada en 1984. 

2.
Matamoro es uno de los fundadores del Frente de Liberación Homosexual, junto con Sebreli, Puig y Perlongher. De eso habla en esta entrevista que le hizo Martín Zícari. Por lo que se ve en su bibliografía, también es un especialista en tango y en Borges, dos temas más bien paki. Curioso.

3.
Las tres carabelas es un Bildungsroman. Me encanta escribir Bildungsroman. O sea, es una novela de crecimiento. El protagonista, alterego inexacto del autor, cuenta su vida desde la niñez en los años del primer peronismo y el primer gorilismo, pasando por su adolescencia en lo que parece ser el Nacional Buenos Aires, la colimba, la juventud y el exilio. La dictadura y los desaparecidos también son parte del asunto, de una forma más bien lírica e in-específica pero que igual no dejó de pegarme en la jeta mientras lo leía (¿quizás por ser un producto de su tiempo? ¿Más La historia oficial que Garage Olimpo?). Y obviamente la putez también es un tema, pero lejos del abordaje puto que existe en otros libros de la colección. Este es más pudoroso, más onda cuarto transpirado de joven pubescente, medio Demian. Mucho corte a negro.