1. The Man in the High Castle, by Felipe K. Pito.
2. Resulta que el Eje ganó la Segunda Guerra Mundial, y los ponjas y los nazis se repartieron el territorio de los Estados Unidos. La costa oeste es de los alemanes y se llama Estados Unidos de América. La costa este es de los japoneses y se llama algo del Pacífico. En el medio, en la zona de las Rocosas, los estados son independientes y hacen de tapón. El libro sigue las historias de unos cuantos personajes, que se mueven entre los estados tapón y el territorio ponja. Tenemos primero a Frank Frink, que en realidad se llama Frank Fink y es un judío secreto (un criptojudío). No puede revelar su judeidad porque los ponjas lo deportan a Alemania y ahí le aplican la Solución Final al Problema Judío. Es obrero metalúrgico, y lo acaban de despedir por bardear a su jefe. No sabe qué va a hacer, y consulta obsesivamente El Libro de las Mutaciones, es decir el I Ching, libro oráculo que es en la realidad y en la ficción el más antiguo de la humanidad y que en la ficción es de consulta obligada por todos los habitantes de territorio ponjanés. Frank Frink pregunta al oráculo por su trabajo, pero también por su mujer, que se fue y lo dejó solo solo solo. Otro personaje, entonces, es Juliana, casada con Frank Frink. Vive en un estado de las Rocosas, dando clases de judo. Desde que dejó a Frank vive de garche en garche, y está muy deprimida. En una cantina rutera bien yanqui, Juliana conoce a un misterioso y garchable camionero italiano fascista, ex combatiente en África al servicio de Rohmer, el general nazi que en la ficción ganó la guerra y en la realidad no... Por otro lado que nada que ver, el tercer personaje es Robert Childan, quien tiene exitosamente un negocio de antiguedades. Las antiguedades, en muchos casos no son tan antiguas: un reloj de Mickey Mouse es una de las piezas de arte más valiosas que se pueden conseguir, sólo hay diez en el mundo. Childan está desesperado por conseguir alguna posición social en la muy estratificada sociedad de los Estados del Pacífico, donde los japoneses ocupan un lugar de preeminencia sobre los blancos, que a su vez están sobre los negros. Los negros, obviamente son esclavos. Quedan dos personajes. Herr Baynes es un sueco que llega a San Francisco para hacer negocios con el encargado de la misión comercial japonesa en ese país. Bueno, en realidad viene a hacer algo re turbio que no les puedo decir. Y el otro personaje (mi favorito) es el señor Tagomi Nobusuke (siendo el primero el apellido), jefe de la misión comercial japonesa en tierras americanas. Tagomi, que espera a Bynes, requiere de los servicios de Childan para ofrecerle al sueco Bynes un regalo que propicie fluidas relaciones comerciales.
3. Así arranca: después todas las líneas narrativas se van encontrando en algún punto y se cruzan de formas bastante inesperadas. El señor Tagomi es el mejor: hay una parte del libro en que el tipo tiene un mambo místico y la re flashea así como re guachi uuu uaua, y está muy bueno.
4. Detrás de la historia de los personajes está el trasfondo geopolítico del mundo en que el Eje ganó la guerra. Martin Bormann, el Führer desde que Hitler quedó imbécil por una sífilis cerebral, murió. Ahora los candidatos (Goebels, Menguele, Heydrich, entre otros) miden fuerzas para ver quién será el nuevo Führer del imperio nazi: un imperio que drenó el Mediterraneo para cultivar grano y cometió un genocidio total en África, y que ahora va por el espacio exterior.
5. Último sobre la trama, prometo: En el libro, los personajes leen un libro, La langosta se ha posado. En el libro dentro del libro, los Estados Unidos ganaron la guerra y a partir de entonces los ingleses y los yanquis se disputan la hegemonia mundial. El libro dentro del libro está prohibido, pero igual todos lo leen. Fue escrito por un hombre que vive en una casa en la cima de una colina: la casa se llama "el castillo". En un determinado momento Julia y el italiano discuten si La langosta es o no un libro de ciencia ficción: ella dice que no, porque no habla del futuro, ni hay robots ni nada, es solo un qué hubiera pasado si. Una ucronía.
6. El hombre en el castillo es en efecto una ucronía. Yo no sé qué opino sobre si eso es o no ciencia ficción, pero no me importa demasiado. Un dato a tener en cuenta es que la novela ganó el premio Hugo en 1963, que se entrega a libros de ci-fi y fantasía... no sé, fijate. Philip K. Dick, para quien no lo supiera o supiese, es una autor casi siempre de ciencia ficción, que escribió muchos libros y cuentos que luego se llevaron al cine (Blade Runner, Minority Report, Paycheck, A Scanner Darkly). Tenía algunas psicopatologías, como una paranoia heavy, que lo llevaron a drogarse con cosas que a su vez lo llevaron a estar más loco. En la peli de A Scanner Darkly, dirigida por Richard Linklater (Ricardo Vínculo Tardío, Una mirada en la oscuridad) eso se nota. Está buenísima la peli, a todo esto.
7. Philip K. Dick contó después que escribió El hombre en el castillo consultando al I Ching para saber cómo seguir. También contó que estaba planeando una secuela que nunca escribió.
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