jueves, 28 de mayo de 2020

Villa Trankila, de Javier Roldán

1.
No lean el prólogo. Hasta en los libros de poesía los prólogos son espoileantes, a vos te parece. En todo caso, léanlo al final. Es que el prologuista, con muy buenas intenciones -de esas que pavimentan el camino al infierno- cita poemas enteros. Es un librito de poesía, o sea, voy a leer esas mismas poesías en breves páginas meamor.

2.
Dicho esto, Villa Trankila me gustó mucho mucho. El tomo, dividido en cuatro partes, recopila un puñado de poesías de este autor, algunas aparecidas primero en otras plaquetas o revistas, y las reúne según los siguientes temas: el amor paraguayo, que vive en Villa Tranquila (Avellaneda); los chongos, otros amores, amores fugaces o intermitentes (esporádicos, dice el autor); los propios padres (xadres, decimos ahora); el mundo del trabajo, o la clase obrera, o la desigualdad social. Cada parte es una estación, y cada estación está marcada por el encuentro con otrx poeta (César González, Osvaldo Bossi, Patricio Foglia, Diego Vdovichenko). El libro, como objeto, es muy precioso, publicado por Santos Locos Poesía, que tiene un modus operandi muy interesante para conformar su colección (tiene un desclaimer como este en el interior del propio libro). Y los poemas tienen todo lo que tienen que tener para gustarme a mí: poder de evocación y capacidad de remate (eso que hace que después de leer un poema tengas que tomar una respiración profunda para atacar el siguiente). La temática homosexual suma, obvio. Pero el poema que más me gustó no va por ese lado. Es el que se titula "La ternura". Este es un extracto:

así me habla al oído y me dice
la Ternura
cuando voy muy temprano
por la mañana en el invierno
al colegio a dar mis clases
en esos colectivos penumbrosos
cálidos de aire enrarecido
y veo a los obreros durmiendo
y a las muchachas de limpieza por hora
cabeceando
mezquinándole sueños al trabajo

la Ternura me habla y me habla
y casi me convence
para que le acomode el pelo
a ese muchacho grandote
de ropa manchada con cal
que sueña en el asiento largo de atrás

la Ternura me habla y me habla
y me señala a esas muchachas jóvenes
de pelo renegrido
que ya tienen las manos de mi abuela María
y que viajan aferradas
a sus carteras baratas        ricas en ilusiones,
me las señala y me dice:

"deciles que son hermosas"

pero no me animo
y le digo:

"Ternura
vos estás loca
no me traigás problemas"

entonces ella
me mira un poco desilusionada
encara  para la puerta del colectivo
y se baja
una parada antes que yo

domingo, 24 de mayo de 2020

Llegar a los 30, de Ezequiel García

1.
Esta es una historieta que ya tiene sus años (editada en 2007, pero escrita y dibujada entre 2005 y 2006) que fue publicada por Emecé, algo poco común tratándose de una cosa en cuadritos, argentina y autobiográfica. De un tiempo a esta parte han aparecido numerosas editoriales chicas que se dedican a la historieta y para las que un libro como este no sería nada anormal, pero creo que cuando salió Llegar a los 30 no había otras novelas gráficas de este tipo en las librerías argentinas. ¿Acaso me equivoco? Pasados mis 30, casi en mis 34, y con unos trece años de retraso llego entonces a esta historieta que narra las desventuras amorosas de un joven varón treintañero, en esos tiempos antiguos en que todavía nos invitábamos a salir por correo electrónico y nos dejábamos mensajes en los contestadores automáticos.

2.
Lo más lindo de Llegar a los 30 son las marcas de época que están por todas partes: un poster de 2046 (2004) de Wong Kar Wai en una pared, un recital de Kevin Johansen en el que está cantando una canción de su segundo disco, un celular con tapita... Estoy obsesionado con las cosas que se vuelven documento histórico en cinco minutos. Y después, también está muy bien "el argumento", sobretodo en su juego con una suerte de momentos fuera del relato donde el dibujo se vuelve súper expresionista y el autor/narrador/personaje juega a reflexionar sobre este mundo capitalista absurdo donde el arte es apropiado por el mercado y donde el mercado determina qué es arte y esas cosas. Queda sí, un poco extemporánea, cierta victimización del protagonista, que se siente vapuleado por mujeres que lo ningunean y más que aprender de sus errores se dedica a lamentarse de su suerte. Algo así. Pero está buena, igual, al fin de cuentas.


martes, 19 de mayo de 2020

Ronda nocturna, de Edgardo Cozarinsky

1.
Ronda Nocturna en realidad es una película, de 2005, protagonizada por un muy joven Gonzalo Heredia, que se trata de la noche de un taxi boy en una Buenos Aires poblada de cartoneros, prostitutxs, taxistas y garcas, con un poco de cine social, un poco de cine fantástico, un poco de cine francés -el financiamiento, por ejemplo-, y mucho de cine gay, o como decimos hoy de forma más enrevesada, lgbttiq+. Por algún motivo que escapa a mi comprensión, no la encontré en Internet: hay una mitad subida a Dailymotion y poco más. Busqué también un documental que hizo Carmen Guarini, productora de la película, sobre el proceso del rodaje (que se titula Meykinof), pero tampoco está en ningún lugar hallable. Este libro que se titula como la película reúne en un tomo el guión del filme (no me queda claro si escrito a fortiori o a posteriori de la filmación), algunas notas de trabajo y apuntes de la película del director y guionista -que es Cozarinsky-, unas notas de Trerotola y otro tipo -un francés-, unas fotos buenísimas y los créditos de todo esto. Me re enganché con el libro, me hizo tener ganas de leer más Cozarinsky (y lo estoy haciendo ahora mismo con un libro que se llama Palacios plebeyos) y de ver más Cozarinsky (próximamente). Puto viejo mode on.

martes, 12 de mayo de 2020

El fin del amor: querer y coger, de Tamara Tenenbaum

 1.

Le tenía ganas a este porque me había gustado mucho un artículo, que ya mencioné hace un tiempo, cuando leí y reseñé el muy notable libro de poesía o poemario o "plaqueta" de esta misma autora Reconocimiento de terreno. En el artículo, que se llama "No sos vos, es el mercado del deseo", la Tenenbaum partía de su propia experiencia como niña en un contexto judío ortodoxo para hablar del mundo de los vínculos, del cojer y del deseo como quien habla de una cultura a la que se hubo de adaptar. Es un texto largo, que recomiendo mucho, y que luego encontré metabolizado en este libro que ahora les estoy contando. 

2.

El libro, igual, no va de eso: eso es un punto de partida, para luego desarrollar un poco de feminismo pre-digerido para lectura en la playa (ojo: no es despectivo, me parece un género muy decente). Así que, un poco partiendo de su experiencia personal, un poco de su trabajo como periodista y mucho de su talento como escritora y como lectora, el libro recorre temas como las citas, las aplicaciones de ídem, el amor romántico y el mercado del deseo, pasando por los abusos y los escraches, entre otros temas que se inscriben en la esfera de las relaciones hetero-cis. Esto último me lo tornó un tanto aburrido, a mí, pero entiendo que el libro no me está hablando a mí.

3.

Desbloqueo mágico de RESISTIRSE listos ya.


viernes, 8 de mayo de 2020

Hospital Francés, de Daniel Gigena

1.
El enfermero le había dicho a Carlos que nadie que entraba con ese diagnóstico salía vivo del Hospital Francés. El paciente no era él sino mi pareja. Me enteré de esa frase tiempo después; en esos días las personas me trataban como si yo hubiera sido un segundo paciente, alguien al que había que ocultarle episodios crueles o penosos, al que había que cuidar dentro y fuera del hospital.
Corre el año 1997, y el protagonista, que podría ser el autor, acompaña a su novio Jorge en una internación sorpresiva, vinculada a complicaciones relacionadas con el VIH, de la que, como lo vaticina un enfermero al comienzo del relato, Jorge no saldrá vivo. Hacía poco tiempo en Estados Unidos la epidemia de VIH había empezado a dejar de ser mortal, pero esos avances (vinculados a la llamada terapia triple y que están muy bien contados en el documental How to survive a plague) no eran conocidos en nuestro país, y los enfermos de SIDA eran tratados poco menos que como leprosos. El cuento de Gigena es un friso de esos meses, del miedo y del odio (hacia el Hospital Francés, hacia la obra social de la UBA, hacia la hipocresía de la sociedad en general) pero también del amor entre dos varones que se sostienen entre sí y que atraviesan un tiempo terrible.

2.
El librito de la editorial Caleta Olivia tiene un segundo cuento, cuyo título confunde: "Veinte años después". Lo empecé a leer no como si leyera un comienzo, sino como si fuera lo que sigue a lo anterior, rotunda elipsis mediante, y supongo que Gigena fue consciente de que eso iba a pasar. Pero no, es un cuento aparte. Sin embargo, si sostenemos la hipótesis de que "Veinte años después" se refiere a hechos ocurridos exactamente dos décadas más tarde de la muerte de Jorge, hay una clave de lectura interesante, que se podría resumir en el tropos de que La Vida Sigue, después de los hechos hay otros hechos, uno no es el mismo todo el tiempo, incluso después de un tiempo tan formateador del espíritu como debe ser la agonía de un ser amado, a las personas que siguen vivas les van a pasar otras cosas dignas de ser contadas, otros cuentos.

jueves, 7 de mayo de 2020

Blanco nocturno, de Ricardo Piglia

1.
Hace poco vi el documental de Andrés Di Tella sobre los diarios de Piglia, 327 cuadernos, que está disponible en alta en youtube, y me dieron ganas de leer más de este señor del que sin embargo algo ya había leído (Plata quemada, La Argentina en pedazos y Prisión perpetua, más algunas cosas marginales). En biblioteca paterna encontré esta novela policial, y me atrapó. Pero después me soltó. Igual la terminé.

2.
En una crítica que encuentro en Internet dice un señor que Blanco nocturno es una novela que empieza policial y pasa a novela negra, y algo así me pareció a mí, sin pensarlo de forma tan erudita. Al comienzo hay un detective, que tiene un ayudante, un Holmes con su Watson de la llanura pampeana, que tienen que resolver un crimen con los recursos del método deductivo. Hay un narrador omnisciente, focalizado en el comisario Croce, y todo marcha por los caminos tradicionales del género en cuestión. Esa parte la leí, como decía, atrapado. Pero en determinado momento, los capítulos empiezan a tener un colofón, en cursiva, una escena otra en la que el periodista Emilio Renzi, protagonista habitual de Piglia y alterego ficcional del mismo (el nombre completo del autor es Ricardo Emilio Piglia Renzi) conversa con una rubia despampanante en la habitación del casco de estancia de la familia Belladona, a lo largo de una noche larga de papusa. La escena en la habitación funciona como un flashforward en montaje alterno con la que venía transcurriendo en el libro, y como no podía ser de otra manera, en determinado momento Renzi llega al pueblo y los dos tiempos se funden en uno. Renzi toma la posta como narrador protagónico y testigo, Croce es abandonado por su Watson, pierde la razón, pierde el hilo de la investigación, y nos encontramos con un personaje arltiano como él solo, Luca Belladona, encerrado en su fábrica abandonada como en un monasterio. Y el relato se deshilacha. No ganan los buenos, digamos, sin espoilear.

3.
Es una buena novela. Le hubiera gustado a Bolaño. Se lee como droga primero y después no, lo cual es un poco frustrante, pero es una buena novela.

lunes, 4 de mayo de 2020

Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout

1.
My Name is Lucy Barton es una novela de 2016, que leí a instancias de un club de lectura en el que estoy trabajando como profesor invitado (o algo así). La escritora, a quien no tenía leída, ganó el premio Pultizer por otra novela, titulada Olive Kitteridge, que fue adaptada a miniserie por la Home Box Office, o sea la HBO. La adaptación tiene cuatro capítulos, está buenísima y los y las conmino a verla.

2.
Ahora bien, volviendo a esta novela que sí leí: su título traducido en castellano es Me llamo Lucy Barton (¿por qué no Mi nombre es Lucy Barton? misterios del mercado editorial) y cuenta una historia sencilla: una mujer, escritora, cursa una internación por causa de una operación de apendicitis que se complicó. Durante los días que pasa tendida en la cama de un hospital de Manhattan con vistas al edificio Chrysler, recibe la visita de su madre, a quien no ve hace muchos años. La madre se queda con ella cinco días, y juntas rememoran la infancia de Lucy, una infancia de miseria, con un padre cascado por las consecuencias de una guerra, frío, hambre y maltrato infantil. Es un libro que se trata de las relaciones madre-hija, del oficio de escribir, del perdón, y de no mucho más. Es un portento de simplicidad, se lee en lo que tarda una liebre en bajar la cuesta de una hermosa colina soleada en el país de los Teletubbies, y tiene una tapa horrible. Like.

viernes, 1 de mayo de 2020

A veces estoy contenta, pero tengo ganas de llorar, de Jens Christian Grøndahl

1.
Este libro no me aportó nada, y pronto lo habré olvidado. Sin embargo, soy magnánimo, así que rescato dos oraciones de entre medio de mi desinterés general:
Leí todos sus libros, y cuando leí el último me marché de casa. 
Me he dado cuenta de que no tiene sentido que una persona concilie añoranza y sensatez; no, al menos, a costa de la añoranza.