miércoles, 30 de octubre de 2019

La grieta desnuda: el macrismo y su época, de Martín Rodríguez y Pablo Touzon

1.
Esta la tendría que haber escrito al toque. El libro lo terminé hace más de un mes, ahora voy a hacer el ridículo nomás frente a mis lectorxs imaginarixs. 

2.
Seguramente lo tengan a Martín Rodríguez, tocayo de un PRÓCER DE LA PATRIA, analista político, poeta (y analista político poético). De un tiempo a esta parte ganó notoriedad, incluso notoriedad pública, porque es columnista regularmente en una radio muy escuchada, además de escribir en La Política Online y en Panamá Revista, portal que además co-dirige con el co-autor del libro que nos ocupa. Yo lo conocí por su libro anterior, y después de eso lo seguí leyendo: creo que es el único analista político que sigo. Me gusta por varias razones, a saber: 
A. Le entiendo lo que dice. 
B. Tiene un punto de vista que no encuentro en otros, y me suele sorprender. Y a la vez mantiene una coherencia interna en su discurso, mucho decir.
C. Me cabe que muchas veces encuentre el eje de todo lo que pasa hoy en los años '90, la década perimida de los últimos años en la política argentina (y me refiero por ejemplo a este texto magistral: Menem, un busto ahí). En la última nota que publicaron con Touzon, dicen esta genialidad: 
"Amábamos odiar los noventa, fue una década que se supo década casi antes de suceder, tuvo su propia fuerza anticipatoria, nació autonarrada. De hecho no podríamos definir qué dos décadas vivimos tras ella, ¿cómo se llaman estos estrictos casi veinte años posteriores?, ¿los 2000 primero, luego la década del Bicentenario?, ¿las décadas kirchneristas? Cuando decimos “la década del 90” no hace falta agregar nada: nació con su 1 a 1 y su estigma, porque Menem no fundó una identidad política sino una ecología en la que vivir". 
3.
Bueno, esta es la parte difícil en la que querría contarles cuál es o cuáles son las tesis sobre la filosofía de la historia de Touzon y Rodríguez. Pero no lo haré. A modo de resumen, diré que el libro analiza origen y transcurrir del macrismo (y su época, tal cual indica el subtítulo), con énfasis en los aspectos político-culturales de ese origen. Que también dedica un buen rato a Durán Barba y lo que representa (entrando en la temática de política en tiempo de algoritmos), al Papa Francisco y lo que representa (con una mirada muy benévola de Francisco), que en un punto le pega a Cristina ciertos palos que tal vez ya no se condigan con el pensamiento de los autores tras la decisión de Cristina de correrse, ungir a Alberto y todo lo que pasó/está pasando. Termino con una cita que subrrayé en el tren yendo a Ramos Mejía (re importante dónde subrrayé). Una cita re larga. Ahí va:

Modernidad, desarrollo y gobierno de clase. El principio de la experiencia macrista en el poder estuvo signado por la comparación con la Generación del 80, emblema del más coherente proyecto político que las élites argentinas pudieron concebir para su nación. Este período histórico es el gran elefante en el living del ideario macrista, aquel que por su mismo rechazo a cualquier referencia histórica se niegan a mencionar. La comparación es válida, pero inexacta en su ethos más profundo: la Generación del 80 vino, a su manera, a terminar de armar un país. (...) Y si bien macristas y roquistas comparten una visión del mundo que hace de él una oportunidad antes que una amenaza, los "muchachos" del XIX veían en esa integración la oportunidad para que el país se singularice, se destaque y se desmarque de su destino sudamericano. (...) El macrismo es todo lo opuesto. Su obsesión es eliminar todo aquello que (aún) singulariza a Argentina (...) promover una aceptación resignada de las condiciones sociales y económicas que "nos tocaron". Una baja generalizada de todos los sueños y expectativas: un "sí se puede" que en realidad es un "no se puede".


jueves, 17 de octubre de 2019

Serotonina, de Michel Houellebecq

1.
Un poco parece que está aburrido de ser Houellebecq, este señor. Otra vez el mismo libro, pero con menos onda. No me acuerdo TANTO de la trama de Ampliación del campo de batalla, pero creo que éste es igual, con un protagonista quince años más viejo y mucho mejor ubicado en la jerarquía del mismo Ministerio de Agricultura, aunque con un giro interesante en determinado momento que separa una novela de la otra. Debería volver a leer Ampliación, no era muy largo y me había volado la peluca, y chequear mi impresión.

2.
Vuelvo atrás en el tiempo y leo mis reseñas de otros libros de Miguelito Houellebecq. En la reseña de El mundo como supermercado dije esto re gracioso: "Es que escribe muy bien. Al final de cada párrafo tengo ganas de soplar una cornetita de cumpleaños, aunque el tipo esté diciendo que todos vamos a morir impotentes mientras enormes estructuras de concreto se yerguen sobre la faz de la tierra".

3.
Hace mucho que no me disgustaba un libro de Houellebecq, pero con este me pasó. Otra vez es la historia de un profesional deprimido e impotente, y un recuento de su vida hasta el presente de la narración, con mucho name-dropping de marcas comerciales, calles y edificios de París. Tal vez sea culpa mía, tal vez de la traducción o tal vez de Miguel, pero en cualquier caso no entendí la cronología de la narración (hay un recuento de novias y no entendí cuál viene cuándo), no me interesó demasiado nada y la cosa recién se puso buena bien entrada la novela, cuando nuestro protagonista deprimido pasa a ser testigo de otra historia, la de los agricultores en rebelión contra el Estado francés y el liberalismo. Hay un momento de verdadero interés y verdadera tensión, que no puedo espoilear pero puedo decir que leí comiéndome las uñas (figurativamente), que estaría al final del segundo acto, pero mucha meseta hasta ese punto. La ciencia ficción nunca llegó, la misoginia estuvo a la orden del día, y el final se deshilacha. Una pena de libro.

lunes, 14 de octubre de 2019

Besar una puerta, de Maia Tarcic

1.
Magias de la autoficción: abro Besar una puerta en el 151 rumbo a Plaza Consti-pasión y, completamente fuera de campo, me reconozco como parte de la tercera persona del plural que aparece en una de las primeras historias del libro. Me emocioné como si hubiera salido en la tele.

2.
A Maia la conozco desde nuestras sendas, respectivas pubertades. Mucho tiempo para mí fue Maia de Tucumán, así su nombre, ¿seré yo alguna vez Ale de Buenos Aires? 
Tengo en casa de mi madre una lata de Pepsi vacía, que Maia firmó con marcador indeleble en algún momento entre el 2000 y el 2003, Néstor ni había asumido y nosotrxs probablemente no sabíamos quién era, mirá lo que te digo. Tengo también una foto impresa, sacada con una cámara de rollo, automática, revelada en un local seguramente atendido por orientales, en la que Maia tiene los cachetes inflados y yo una remera con un Maguen David en medio. Así de viejxs somos Maia y yo. Pero, ¿qué es esto? ¿Una reseña o un qué? Un qué.

3.
Besar una puerta reúne textos poéticos, poesía en prosa y un poco de la otra también, y es el primer libro publicado por la Maia, en la colección de Pánico el Pánico que también supo publicar a mis amigas Laura Preger y Fabiola Feyt, y sin ir más lejos también a la Tamara Tenenbaum de la reseña de acá abajito (y también a David Nahón, del que ya tengo dos libros: me estoy haciendo una pequeña sección y me empiezo a cebar). ¿Cuándo será que me la publican a la Maia Minovich? ¿Y a la Amparo Alonso? Sería bárbaro. Va desde esta humilde página mi deseo para Navidad, Jánuka y Reyes.

4.
Me gustan varios pero va este como muestra y San Seacabó:
Te vi abrazando a otra chica.
¿Cuántas veces me fui a dormir sin dormir pensando en cuánto me dolería verte abrazando a otra chica?
Y hoy que te vi abrazando a otra chica, no significó nada para mí. Nada.
Quiero recordar esto: a veces me hago problema por cosas que después no van a ser un problema.