lunes, 14 de octubre de 2019

Besar una puerta, de Maia Tarcic

1.
Magias de la autoficción: abro Besar una puerta en el 151 rumbo a Plaza Consti-pasión y, completamente fuera de campo, me reconozco como parte de la tercera persona del plural que aparece en una de las primeras historias del libro. Me emocioné como si hubiera salido en la tele.

2.
A Maia la conozco desde nuestras sendas, respectivas pubertades. Mucho tiempo para mí fue Maia de Tucumán, así su nombre, ¿seré yo alguna vez Ale de Buenos Aires? 
Tengo en casa de mi madre una lata de Pepsi vacía, que Maia firmó con marcador indeleble en algún momento entre el 2000 y el 2003, Néstor ni había asumido y nosotrxs probablemente no sabíamos quién era, mirá lo que te digo. Tengo también una foto impresa, sacada con una cámara de rollo, automática, revelada en un local seguramente atendido por orientales, en la que Maia tiene los cachetes inflados y yo una remera con un Maguen David en medio. Así de viejxs somos Maia y yo. Pero, ¿qué es esto? ¿Una reseña o un qué? Un qué.

3.
Besar una puerta reúne textos poéticos, poesía en prosa y un poco de la otra también, y es el primer libro publicado por la Maia, en la colección de Pánico el Pánico que también supo publicar a mis amigas Laura Preger y Fabiola Feyt, y sin ir más lejos también a la Tamara Tenenbaum de la reseña de acá abajito (y también a David Nahón, del que ya tengo dos libros: me estoy haciendo una pequeña sección y me empiezo a cebar). ¿Cuándo será que me la publican a la Maia Minovich? ¿Y a la Amparo Alonso? Sería bárbaro. Va desde esta humilde página mi deseo para Navidad, Jánuka y Reyes.

4.
Me gustan varios pero va este como muestra y San Seacabó:
Te vi abrazando a otra chica.
¿Cuántas veces me fui a dormir sin dormir pensando en cuánto me dolería verte abrazando a otra chica?
Y hoy que te vi abrazando a otra chica, no significó nada para mí. Nada.
Quiero recordar esto: a veces me hago problema por cosas que después no van a ser un problema.

No hay comentarios: