lunes, 22 de mayo de 2023

Interiores, de Woody Allen

 1.

Mi amiga M. F. me dio un lote de libros para que le ponga en venta en la página de los codos amarillos, y entre otros que le aburrían o no le interesaban o etcétera cayeron tres guiones de películas de Heywood Allen, el más cancelado de los cancelados. No tengo unas certezas muy solidas sobre la "cultura de la cancelación", no sé qué se hace con las películas y los libros, cómo se separa la obra del artista o ni siquiera si hay que hacerlo. Tengo más bien una certeza de máxima y una de mínima, o una en cada extremo del asunto: por un lado, no se puede -o no se debe- borrar una obra o una filmografía de la historia del cine, simular que no tuvo la importancia que sí tuvo durante décadas sería un error epistemológico; y por el otro, no da tener colgado un poster o puesta una remera, hacer bandera en fin, de un tipo que abusó de su hija de 7 años. En el medio, está la cosa esa de separar la obra del artista: no tengo muy claro cómo es. Por las dudas hago una especie de trampa y me pregunto qué pasa con la obra de un artista aparecida antes del acto condenatorio: ¿se puede seguir escuchando a los Jackson Five? Al fin y al cabo, el niño Michael no hizo nada de lo que luego hizo el Michael adulto. La misma pregunta corre para Woody Allen: ¿se cancela todo, o lo que se filmó desde los '90s? No estoy seguro de si es una pregunta pelotuda o una interesante.

2.

En todo caso, en la práctica, desde que el mundo canceló a Woody Allen dos décadas tarde (dos décadas después de que los hechos por los que lo cancelamos se hicieran públicos, porque en ese entonces no estaba establecido que le creíamos a la víctima) yo dejé de seguirle la carrera a este tipo que hasta la pandemia seguía sacando una película por año. Pero no me dejaron de gustar sus películas que me gustaban. Y ahora volviendo a lo de los guiones, resulta que yo soy guionista -cuando puedo-, y no es lo más habitual encontrarse con guiones publicados. Además, son muy rápidos de leer, los guiones. Así que destaqué en el baño estos tres libritos de Tusquets y ahora terminé de leer el más corto de ellos, el guión de la película Interiores (1978). 

3.

Película que vi alguna vez, pero como si no la hubiera visto. Al mismo tiempo, las películas de Woody Allen con muchos personajes son todas parecidas: si hay varios pares de hermanas con maridos algún intercambio de parejas va a suceder, así que me lo esperaba; un personaje es cineasta y se pregunta si su trabajo es importante; etc. Esta, Interiores, es la que Woody Allen hizo justo después de ganar el Oscar a Mejor Película con una comedia (y se mantuvo como la única comedia en ganar ese premio hasta este año que se lo dieron a Everything Everywhere All At Once), y es el primer drama de su carrera. También es el primer homenaje de Allen al cine de Ingmar Bergman. La verdad, está muy bien. Una cosa que me sorprende o no tanto pero me llama la atención es que el tipo escribía las películas casi como si fuera dramaturgia: no hay encabezados de número de escena, efecto, etcétera. Casi no hay especificaciones de objetos, vestuario, a veces ni de lugar. Son sólo los diálogos, con la información didascálica mínima indispensable. Y se entiende todo. Claro que las dirigía él, todo lo demás lo decidiría en preproducción. Sigo con Mahattan, después les cuento.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Nuestro iglú en el Ártico: relatos escogidos, de Mario Levrero

 1.

Impulsado por la maravilla deslumbrante de Aguas salobres, agarré por fin este libro que tenía en la biblioteca, casi inviolado, desde que Laura Preger me lo regaló en la FED de 2019, en el Konex, al día siguiente de una ruptura amorosa que me dejó hecho un trapito mojado, razón por la cual mi amiga Lauri se compadeció de mi cara de papa deprimida y me regaló este libro que desde entonces tuve en la biblioteca, casi inviolado. Y digo casi porque el primer cuento, "El sótano", sí que lo había leído. La historia es así: 

2.

Cuando laburaba en la biblioteca de la ORT, allá por el 2010, encontré entre los infantiles un librito finito, sin lomo, ilustrado no me acuerdo por quién, que contenía este cuento, "El sótano", en el que un niño vive en una casa infinita, tiene prohibido bajar al sótano, no puede encontrar en qué habitación está su abuelo intubado, en qué habitación está su abuela rodeada de una nube de polvo... Era un cuento un poco terrorífico para ser infantil, pero a la vez qué mejor para un niño que un cuento que lo inquiete. Me acuerdo que también había encontrado otro librito de la misma colección con un cuento de Isabel Allende. Era como una colección de infantiles escritos por autores tradicionalmente adultos. Cuestión que lo leí, me fasciné, por algún motivo que desconozco me agarró el honestismo y lo dejé en su lugar, y tiempo después cuando lo quise buscar, presuntamente para robarlo, ya no estaba: alguien me ganó. BTW, se robó el de Allende también, que no era tan bueno. Elipsis y estamos en el Konex, yo hecho un trapito, y encontramos en el puesto uruguayo de la FED que estaba esta compilación de Levrero que arrancaba con el cuento perdido. Ahí fue lo de la piedad de Preger y todo lo suprascripto en el punto 1.

3.

Cuestión que releí "El sótano" (magistral) y ahí me quedé, hasta que Aguas salobres me sacó de mi pasividad y me recordó lo que siempre olvido: que nunca hay que dejar de leer a Levrero. 

4.

¡Extra, extra! Había reseñado "El sótano" en este blog, junto con el de Allende. Lo leen acá. Los dibujos que no me acordaba eran de Kern.

5.

Nuestro iglú en el Ártico es lo que el subtítulo indica, no una recopilación de cuentos completos, sino una selección de diez cuentos, los diez mejores según Ricardo Strafacce, que además prologa. Entre los diez se encuentra el del título, el mencionado más arriba, uno de los de Aguas salobres ("La cinta de Moebius"), el primer cuento publicado de la carrera de Levrero ("Gelatina", que no se puede creer, ¿cómo se le ocurrió?) y el último ("Los carros de fuego"). Son todos buenísimos. Especialmente el de los ciclistas y el parto de la luna. Qué genio, la gran siete.

sábado, 13 de mayo de 2023

Turba, de Lauri Fernández

 1.

Último de los que compré por recomendación de Andrés Valenzuela (junto con Estrella Roja y El nuevo milenio). Se trata de es una novela gráfica documental: la autora hizo una investigación, en Argentina y en Inglaterra, para la cual entrevistó a veteranos de la Guerra de Malvinas de ambos bandos, a miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense y a familiares de muertos por la guerra, y luego dibujó esas entrevistas en el libro, junto con la crónica de su viaje, que hizo gracias a una beca y que implicó ciertas penurias por extranjería. 

2.

Las historietas documentales en general tienen una ventaja por sobre el documental audiovisual: con los mismos recursos te permiten representar el presente, el pasado, el futuro, lo histórico y lo imaginario. Así, los relatos de los veteranos llevan el presente de la narración a la guerra misma, andá a hacer eso con el presupuesto devaluado de la quinta vía del INCAA.

3.

El libro ya recibió suficientes elogios (y premios), todos merecidos. Venía tan premiado que me había dado un poco de paja el hype y lo había esquivado: menos mal que le hice caso a Valenzuela. Lectura obligatoria si te interesa el tema malvinero.