jueves, 15 de julio de 2021

Las de Barranco, de Gregorio de Laferrère

 1.

Gregorio de Laferrère usaba un tegobi, hacía política, escribía obras de teatro y fundaba pueblos con su nombre en el partido de La Matanza. Sí, lo fundó él, y propuso que se llamara como él igual que la estación de ferrocarril que se estaba inaugurando. ¿Alguien dijo egomanía? Para más información, no lo fundó solo: lo fundó con Don Pedro Luro que no le puso su nombre porque ya se lo había puesto o se lo iba a poner a otro barrio. Haber nacido en el siglo XIX, quedás inmortalizado para siempre en el mapa. Hay un cuento que se ríe de esto en el libro de Saborido que reseñé más atrás.

2.

Parece que Gregorio fue primero político y después dramaturgo, y que su llegada al mundo del teatro causó sorpresa y algarabía. Su primera obra fue ¡Jettatore...! (1904), sobre un tipo a quien convencen de que es yeta para que se aleje de una señorita, después escribió algunas más y en 1908 estrena Las de Barranco, con gran éxito en el Teatro Moderno (cabe aclarar que mi fuente esta noche no es la Internet sino el mismísimo libro de Kapelusz de 1965 en el que leí la obra).

3.

A todo esto, infumable la edición de Kapelusz, que por ser pensada para escuelas modelo '60 tiene un narrador externo al texto que con constantes asteriscos que llaman al pie aclara que la obra está mal escrita, denuncia los dequeísmos y los leísmos y todo lo que la RAE no aprobaría. Inverosímil que una editorial se pusiera a hacer eso. A veces es gracioso.

4.

La obra, en cuatro actos y un solo decorado, es una comedia sobre una viuda (la del Gral. Barranco) que trata de mantener el estatus de su familia a costa de los regalos que los pretendientes le hacen a sus tres hijas (las de Barranco) y en especial a una de ellas, Carmencita, que pobrecita sufre como una condenada. La viuda, es decir la madre, Doña María, es espectacular: parece la idishe mame de Casero en Cha Cha Cha, o Yolanda de Gasalla o la Evita de Copi. Y las hijas, y los pretendientes, son todxs bastante grotescos. Tiene muchísimo potencial para que alguien haga una versión contemporánea. Sobre todo por los temas, todos muy en agenda aunque abordados a la manera de comienzos del XX: sobre todo el tema del consentimiento, pero también otras aristas de la agenda feminista como el trabajo doméstico, el lugar de la mujer en la familia, la violencia de género... Pide a gritos que alguien haga la versión lésbica. Quizás ya se hizo: veo acá que todos los años alguien la pone en cartel. Extraño ir al teatro.

El bigote.


miércoles, 7 de julio de 2021

Niño oruga, de Pedro Mancini

 1.

Hace poco salió esta novela gráfica, hasta ahora la más extensa de Pedro Mancini y la segunda que leo después de No soy Hordak. Es épica, mágica e iridiscente. Hay un chico paranoico que tiene una máscara y que llega a la casa de su abuelo para tener un viaje psicodélico y psicosomático, y me hizo pensar en todas estas otras cosas: Alicia en el país de las maravillas (que está citada diría que explícitamente con la cena en el bosque y el Rey Huevo), la obra de Jodorowsky/Moebius (el segundo creo que es una referencia permamente en Mancini), en la misma bolsa la novela gráfica de Luis Felipe Noé Las aventuras de Recontrapoder (que permanece en estado de lectura paulatina en mi mesita de luz y algún día llegará a este blog), y el mejor cuento del mundo, que es "El sótano" de Mario Levrero. 

2.

Está muy bien Niño oruga. La cosa fantástica/psicológica funciona (puedo meter más refes acá: Evangelion y la obra de Katsuhiro Otomo), hay emotividad. Personalmente, igual, prefiero el absurdo cómico al estilo de la tira increíble que estaba sacando Mancini en Facebook protagonizada por Sergio Denis y que ahora no encuentro en las redes, se ve que la sacó, espero que sea para publicarla en papel y no por un pleito legal con lxs herederxs del eximio artista.



jueves, 1 de julio de 2021

El lugar sin límites, de José Donoso

 1.

Hay una manga de piojosxs reseñando libros por la internet que dicen que este libro no está tan bueno, que es entretenido pero deja que desear y no sé cuántas giladas por el estilo: ¡¿quiénes son?! (léase con la voz de Moria). La verdad, de cuarta. Este libro es una maravilla, así nomás. Es fácil un 9, por no decir un 10, se sabe que yo soy del 10 fácil pero bueno, las quiero ver a las piojosas esas de la internet usando así la fluidez para pasar de un narrador omnisciente al monólogo interno de la Manuela, y sin solución de continuidad al de la Japonecita, o al del Pancho, sin que sea confuso y con los personajes bien definidos. Eso, en las letras posmo, no se consigue. Hay que remontarse al boom para eso, y bueno, acá está el ejemplo, novela chilena modelo 1966 de amigo chileno de Carlos Fuentes que tiene dos títulos en la hermosa colección CLUB Bruguera que he sabido completar.

2.

Me sorprende encontrar pocas referencias a El lugar sin límites ahora que volvió a estar en el candelero la grandísima novela Tengo miedo torero (que estoy releyendo, pronto reseña) a raíz de su adaptación cinematográfica. Sin la una no sé qué sería de la otra. (Existen las comparaciones igual, acá hay una muy buena y académica: "La construcción de 'la loca' en dos novelas chilenas: El lugar sin límites de José Donoso y Tengo miedo torero de Pedro Lemebel"). Obvio que Lemebel es quien es por mérito propio y con voz propia, pero hay una relación indiscutible en el habla de las dos travestis protagónicas, la Loca del Frente y la Manuela. Y claro que también es distinto quién escribe, Lemebel que nunca estuvo en el clóset, porque los pobres no tienen clóset, tienen ropero, y además a él "siempre se le notó, desde un avión", como dice en Harvard en el documental Lemebel (2019), y Donoso, de quien se supo que era un homosexual reprimido y sufriente a partir de la publicación de las memorias de su hija y de la publicación de su correspondencia. Bien se podría usar esa diferencia como clave para entender los destinos distintos de las dos protagonistas, aunque ambos sean destinos de melodrama.

3.

El lugar sin límites cuenta la historia de la Manuela y su hija, la Japonecita, dueñas y madamas de un burdel de mierda en un pueblo agonizante, la Estación El Olivo, a 40 km de Talca, en la región del Maule. Un pueblo por el que el tren ya no pasa más que una vez por semana, al que le cortaron la luz y que si todavía vive es por gracia del diputado don Alejo Cruz, dueño del fundo El Olivo y de todos los viñedos hasta donde llega la vista. Pancho Vega volvió al pueblo con su camión, después de estar ausente muchos meses. La última vez que estuvo, atacó a la Manuela, y ahora se la tiene jurada. No voy a contar más, sólo decirles que todo se cuece entre estos cuatro personajes, que hay un uso del flashback para sacarse el sombrero y que a pesar de que hay mucha hijayutez, todos los personajes son moralmente ambiguos, o sea que hasta el más forro tiene actos vindicatorios. 

4.

Última cosa: en 1977, El lugar sin límites fue llevada al cine por un joven Arturo Ripstein, quien trabajó en el guión con Manuel Puig, aunque este al final no quiso salir en los créditos. Chile pasa a ser México, la Japonecita pasa de ser horrible y asexuada a ser linda y sexuada, pero por lo demás los cambios son pocos. Es uno de los extrañísimos casos en que se dan estas dos cosas a la vez: la adaptación es fiel al libro, y la película es buenísima. Una cosa no implica la otra: la fidelidad no es un valor en sí mismo (véase Niños del hombre, que adapta tan infielmente a Los hijos de los hombres que Cuarón ni leyó el libro, pero los resultados son mejores que si lo hubiera hecho). Igual, no deja de ser sorprendente cuando coinciden fidelidad al libro con calidad cinematográfica. Este no es un blog de cine, mierda carajo, así que les dejo el análisis fílmico a cargo de ustedes, la película está en youtube pero se consigue en torrents en mejor calidad y Roberto Cobo se come la película.