1.
Gregorio de Laferrère usaba un tegobi, hacía política, escribía obras de teatro y fundaba pueblos con su nombre en el partido de La Matanza. Sí, lo fundó él, y propuso que se llamara como él igual que la estación de ferrocarril que se estaba inaugurando. ¿Alguien dijo egomanía? Para más información, no lo fundó solo: lo fundó con Don Pedro Luro que no le puso su nombre porque ya se lo había puesto o se lo iba a poner a otro barrio. Haber nacido en el siglo XIX, quedás inmortalizado para siempre en el mapa. Hay un cuento que se ríe de esto en el libro de Saborido que reseñé más atrás.
2.
Parece que Gregorio fue primero político y después dramaturgo, y que su llegada al mundo del teatro causó sorpresa y algarabía. Su primera obra fue ¡Jettatore...! (1904), sobre un tipo a quien convencen de que es yeta para que se aleje de una señorita, después escribió algunas más y en 1908 estrena Las de Barranco, con gran éxito en el Teatro Moderno (cabe aclarar que mi fuente esta noche no es la Internet sino el mismísimo libro de Kapelusz de 1965 en el que leí la obra).
3.
A todo esto, infumable la edición de Kapelusz, que por ser pensada para escuelas modelo '60 tiene un narrador externo al texto que con constantes asteriscos que llaman al pie aclara que la obra está mal escrita, denuncia los dequeísmos y los leísmos y todo lo que la RAE no aprobaría. Inverosímil que una editorial se pusiera a hacer eso. A veces es gracioso.
4.
La obra, en cuatro actos y un solo decorado, es una comedia sobre una viuda (la del Gral. Barranco) que trata de mantener el estatus de su familia a costa de los regalos que los pretendientes le hacen a sus tres hijas (las de Barranco) y en especial a una de ellas, Carmencita, que pobrecita sufre como una condenada. La viuda, es decir la madre, Doña María, es espectacular: parece la idishe mame de Casero en Cha Cha Cha, o Yolanda de Gasalla o la Evita de Copi. Y las hijas, y los pretendientes, son todxs bastante grotescos. Tiene muchísimo potencial para que alguien haga una versión contemporánea. Sobre todo por los temas, todos muy en agenda aunque abordados a la manera de comienzos del XX: sobre todo el tema del consentimiento, pero también otras aristas de la agenda feminista como el trabajo doméstico, el lugar de la mujer en la familia, la violencia de género... Pide a gritos que alguien haga la versión lésbica. Quizás ya se hizo: veo acá que todos los años alguien la pone en cartel. Extraño ir al teatro.
El bigote. |
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