1. Lo primero que hay que decir es que tiene una de las tapas más feas y peor diseñadas de toda Latinoamérica. O sea, en la gráfica aparece el título del libro, es decir que si uno lee toda la tapa dice: "Las ideas políticas en Argentina José Luis Romero LAS ideas POLITICAS en Argentina FCE". Malísimo. Además de eso, en azul, hay una brújula arriba (una foto de una brújula), y una multitud abajo (seguramente en Plaza de Mayo en el '45, mal que le pese a JLR) también en azul. Y en el medio de la brújula, el sol de la bandera. O sea, diseñador de tapa, Juan Balaguer, ¡JLR no es el guía de la nación!, ¿ta? Encima, de esto no sé a quién culpar, pero en la contratapa entre las líneas del fragmento que mandaron ahí, hay una O flotando que no tiene nada que ver. Una O fugitiva. Agarren su edición (Fondo de Cultura Económica, 2a ed, 2008, en mi caso) y veanlá.
2. Sobre el libro, trataré de ser conciso. JLR es un historiador que se murió y nos dejó de legado una buena obra de medievalista y un hijo historiador que se acaba de jubilar y que dice que no se puede estudiar nada que haya pasado hace menos de 30 años. JLR fue el introductor de la historia social en los marcos institucionales en Argentina, cuando después de ser interventor de la UBA puesto por la Fusiladora asume como jefe de la cátedra de Historia Social de la Facultad de Filosofía y Letras. Era del partido socialista, del ala de Américo (Norteamérico dice Galasso) Gioldi. A pesar de todo, no parece haber sido un sorete. Curioso.
3. Las ideas políticas en la Argentina tiene una primera edición de 1943, cuando todavía no había pasado nada peronista. En esa primera versión, estudia la historia de la Argentina desde antes de ser Argentina, desde la fundación de Buenos Aires, hasta ese momento en el que escribe. Tenía 35 años cuando lo escribe. Divide todo en tres períodos: la era colonial, la criolla, la aluvial. En las primeras dos partes, como él mismo pone en el prólogo, reproduce ideas de otros (y es bastante unitario). Por ejemplo, reproduce bastante parecidos algunos de los postulados de JAG (véase reseña anterior) e incluso le copia una cita de una fuente. En la tercera parte describe las consecuencias de la inmigración europea de fines del XIX y principios del XX, y ahí despliega algunas ideas originales. Sin embargo, todo el libro es el de "un hombre de partido", como nuevamente él mismo pone esta vez en el epílogo, y por ende se trata de una reseña histórica irremediablemente subjetiva (como no podía ser de otra manera) de las ideas políticas en la Argentina un poco sobrevolada y ensayística y sobre todo poco fundamentada. Las dos siguientes ediciones son posteriores a la década peronista (uno inmediatamente posterio, otro del '73) y agregan dos capítulos, uno que estudia los años '45-'55 (Cap. IX: "La línea del fascismo") y otro que estudia los sucesos posteriores (Cap. X: "La busca de una fórmula supletoria"). El IX es un capítulo vergonzoso, donde todo lo científico que podía haber en los anteriores se desvanece ante hipótesis mágicas sobre la voz de Perón (que es un nazi, sin matices) que hipnotiza al pueblo. El X recupera un poco más la compostura, pero lo hecho hecho está. Sólo queda reconocerle a JLR que lo del capítulo IX es una acción política destinada a legitimiarse y acomodarse mejor en un campo académico mirado de cerca por los dirigentes de una clase social fanáticamente antiperonista, junto a su amigo Gino Germani (fundador de la carrera de Sociología de la UBA) y a Jorge Luis Borges (que en ese momento entra a ser profesor de la UBA también) y a otros gorilas académicos por el estilo.
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