1.
Mi columnista político favorito del momento, Martín Rodríguez, que también es poeta y del que ya hablamos en esta otra reseña. En este momento escribe en Panamá Revista, en La Política Online, en Le Monde diplomatique y en su cuenta de twitter.
2.
Hace poco asistí a una clase de Nicolás Prividera (académico y director de cine, a quien admiro fuerte, como consta en esta reseña de su desconocido libro de poesía Restos de restos), y Prividera hablando de cine argentino, explicaba que hay películas que en el momento de su aparición parecen parteaguas en la filmografía nacional, todo el mundo las ve, o habla de ellas: años después en muchos casos esas películas no vuelven a ser vistas por nadie y se pierden en la memoria popular. No recuerdo qué ejemplo dio para el cine, pero estableció una comparación con el mundo literario que viene al caso, entre Operación Masacre, un libro que se sigue leyendo insistentemente, y Robo para la corona, un best seller absoluto de Horacio Verbitsky durante el menemato sobre la corrupción de ese entonces (y creo que sobre la Corte Suprema menemista, no voy a googlear para constatarlo pero adelante ustedes), recontra editado y que hoy no lee nadie. Puedo dar fe de que Robo para la corona es uno de los libros más fáciles de encontrar en puestos de plazas, en remesas de libros usados, y en bibliotecas de casas donde nadie lee, junto a ediciones de Wilbur Smith. Todo esto lo digo para comentar que Orden y progresismo es en un sentido un libro coyuntural, publicado en 2014 en épocas de Cristina, un libro de ensayos y de análisis político que para una de sus formas de lectura ya envejeció y va empeorando (por ejemplo, en unos años, ¿qué importancia podrá tener el 8N? Probablemente poca). Algo que Orden y progresismo no puede remediar por ejemplo es que no sabe (el libro) que un año después Macri ganaría la presidencia: pequeño detalle que resignifica muchas cosas. Pero en otro sentido, Orden y progresismo no es ni Operación Masacre ni Robo para la corona. Incluso ahora que lo pienso hay algo engañoso en el subtítulo (Los años kirchneristas), porque el libro tiene toda una dimensión ensayística que no tiene por qué envejecer, súper interesante y que abarca toda la vida argentina del autor (que nació en el '78), y que analiza tanto desde la experiencia subjetiva como desde lo macro los procesos histórico-políticos, sociales y económicos que fueron la dictadura, el alfonsinismo, el menemato, el delarruísmo, el duhaldismo, y por supuesto, el kirchnerismo que da título a la obra. Y además hay todo un capítulo dedicado al rock argentino, que nada que ver y a la vez todo que ver (porque, se pregunta Rodríguez: ¿el kirchnerismo mató al rock?).
3.
Hay algo en la escritura de Rodríguez en prosa, super parecido a la de Fabián Casas en prosa, sobre todo en los ensayos. Siendo que ambos fueron poetas en los noventas la cosa pareciera andar por ahí. Incluso seguro que formaron parte del mismo círculo. ¿Rodríguez escribió en la 18 Whiskies?: rápido googleo y descubro que no. Dice Rodríguez: “la banda de los 18 whiskies cocinaron la mitad de la década, y
aparecieron los de la segunda mitad de la década con, entre muchas otras
cosas, una relación diferente con la política. La primera mitad de los
’90 fue hija del desencanto alfonsinista y vivía refugiada de la aurora
económica de aquellos primeros años ’90, con enormes poetas como Fabián
Casas, Laura Wittner y Daniel Durand”. Supongo entonces que Rodríguez es de la segunda. Pero igual, hay algo ahí, en la extensión de los ensayos, en la estructura y en la forma de rematarlos, que se asemeja. De hecho Casas es la voz autorizada en la contratapa del libro para recomendar leer a Rodríguez. Yo soy la voz autorizada en mi blog para lo mismo (porque es mío).
4.
Bonus track que nada que ver, pero a cuento de lo de Prividera: Prividera postula que en unos años del cine de Lisandro Alonso no se va a acordar nadie. El tiempo dirá.
1 comentario:
Quien era Lisandro Alonso?
Publicar un comentario