miércoles, 3 de julio de 2019

La trilogía de Nueva York, de Paul Auster

1.
Acabo de leer mis reseñas anteriores de libros de Auster, la última es de 2013, y me puse triste y melancólico. En una de esas reseñas digo que Auster es un escritor que empeora: igual yo, parece, soy un bloguero que empeora. Es notable, al margen de Auster y más en general, cómo los libros y nuestras lecturas de ellos se entrelazan con un momento en la vida de cada quien, y me alegro de tener yo este registro que no todos tienen, por no decir muy pocos, para acordarme de estas cosas. 

2.
También me doy cuenta, ahora que leí las tres novelas que conforman esta trilogía, que El libro de las ilusiones es exactamente y sin ninguna diferencia importante la misma novela que La habitación cerrada, tercera de esta trilogía (con un elemento de Ciudad de cristal, la primera). Es cierto que todes escribimos siempre la misma historia, pero Auster está exagerando. 

3.
Cuestión que hacía un lustro que no leía a este señor, a quien siempre consideré muy bueno, de los contemporáneos los más capos, amén de autoplagiativo y bestsellerudo. No lo había vuelto a leer porque bueno, sufi, pero me había quedado la espina clavada, desde mi adolescencia incluso, de verlo en la biblioteca de María Rosa la mamá de un amigo, la espina de leer ésta que muchos consideraban en ese entonces la mejor novela (o las mejores tres novelas) del Pablo este, La trilogía de Nueva York. No va que pasan los años y como todo best seller llega la hora de la colección que sale con el diario a la que le sigue la hora de la mesa de saldos y por una ventana reducida de tiempo se consiguieron las novelas de Auster editadas por Seix Barral y Planeta (creo que Seix Barral es de Planeta ahora) a 100 pesos cada una, y estamos hablando del 2019. De mayo de 2019, porque mientras corrijo para postear ya es 28 de agosto y todo se sigue yendo un poquito más a la mierda. Un día tenía que ir al banco, no tenía libro, y me compré este hermoso ejemplar de papel encuadernado por la suma recién mencionada. En el banco me atendió Gustavo Maiorano, a quién le agradezco el señalador. 

4.
La trilogía de Nueva York reúne tres novelas cortas, escritas en los años '85 y '86, que fueron publicadas originalmente sueltas: Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. En la primera, un escritor llamado Quinn, que usa el seudónimo William Wilson para escribir una novelas protagonizadas por un detective de nombre Max Work, recibe un llamado. Quinn atiende y una mujer al otro lado del teléfono le pregunta si él es Paul Auster, el detective. MINDFUCK. Como comienzo es espectacular. Toda la novela se presenta como un policial metafísico, pero luego deriva en una cosa como la que pasa en El bigote de Emmanuel Carrère (que es del '86), una de las mejores novelas que leí en mi vida, y luego termina como las de César Aira cuando se cansa de trabajar. Igual es buena tirando a muy buena. La segunda novela, Fantasmas, es más bien un cuento, y es buena tirando a más o menos. También tiene como protagonista a un detective, pero no termina de ser un cuento policial, tiene mucho de metafísico pero me dio un poco de pajita. Y por fin, La habitación cerrada es un golazo, me gustó mucho muy bien diez. Tiene final, gracias Auster por tomarte el laburo. Tiene una hilación medio falopa para integrar las tres novelas en un mismo mundo, que no hacía falta, pero en sí es muy buena. Se trata de un crítico en este caso, a quien el último deseo de un amigo de la infancia embarca en una aventura también metafísica. También hay escritores y detectives, literatura dentro de la literatura y esas cosas. ¡Ah! Una cosa que me olvidé y que me pasó tanto con la primera como con la tercera es que me dieron ganas de leer El Quijote, que nunca leí (en realidad leí unos centenares de páginas en la secundaria). Quizás un día deje la pelotudez y me ponga a leer a los clásicos: Moby Dick, El Quijote, La guerra y la paz. Es más probable que primero lea toda la bibliografía de Stephen King, pero puede pasar. Mi sueño es que alguien un día considere que es mecenazgo pagarme sólo para que lea mi biblioteca y así pueda por fin trabajar de leer sin objetivo.

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