miércoles, 14 de diciembre de 2022

Disparen al humorista, de Darío Adanti

 1.

Mar del Plata, mesa de saldo, reconozco el nombre del autor como uno de los entrevistados en el podcast Comedia -es un humorista español de larga trayectoria, una especie de Dolina ibérico por lo que intuí en la entrevista-. El libro en cuestión se trata de una historieta, así que, no se hable más, me la compré junto con otros dos libros que probablemente nunca lea para llegar al valor promocional. 

2.

Sin embargo, ahora que la leí, entiendo por qué la mesa de saldo. O sea: está bien, no está mal, pero tampoco es para que Planeta imprima 3000 ejemplares en Buenos Aires. El libro lleva el subtítulo de "Un ensayo gráfico sobre los límites del humor", y es eso que se indica. El problema que tiene es que, si bien este señor dibuja y pinta muy bonito (el estilo me hizo acordar mucho a Liniers cuando usa pinceles, onda tapa del disco de Kevin Johansen), casi no está aprovechado el asunto gráfico, las más de las veces las páginas muestran a dos personajes teniendo un diálogo en el que se baja la data ensayística, y para eso bien podíamos leer un texto que es más fácil. Tiene algunas cosas historietísticas, pero no terminan de justificar la decisión. Después, lo que es el ensayo en sí, un poco reiterativo. Me gustó el final, la idea de que para salvar al humor de la corrección política hay que convertirlo en una religión. Y también me gustaron las páginas con retratos de filósofes.


3.

Lo que más me molestó fue la traducción parcial del castizo al argentino. El ejemplar que compré yo dice estar impreso en la Ciudad Autónoma, por lo que me imagino que es la edición argentina de un libro español -aunque no está indicado-, y bastante rápido te encontrás con que un personaje utiliza el vocablo "boludazo": desde el vamos, prefiero si estoy leyendo a un autor español que el personaje diga gilipollas, pero más aún me enoja que me traduzcas gilipollas por boludazo si después en vez de cáscara de banana me encuentro con una piel de plátano, estamos todos locos o el "traductor" se durmió a mitad de su trabajo. Me cache en dié. 

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