2. Se destacan dos cosas: el vocabulario y el humor. Me llamó mucho la atención cómo el vocabulario que usa es tan rico que hay miles de palabras que no se repiten nunca. Impávidos, carozo, orografía de golosinas, inexorable herrumbre, sardónica sonrisita, espulgado, urticantes intimaciones, macramé. Así, pasando de páginas, apuesto a que todas esas no se repiten, y así miles más. Podrá no gustar, pero es mucho más elaborado y difícil escribir así que un Casas, por decir uno contemporáneo. Y el humor, eso, es gracioso. Por la trama se parece a la literatura de Puig. No sé si se conocían, ni siquiera si son de la misma generación (creo que Puig es más reciente).
3. El final es peor que el principio, pero de todos modos es un lindo libro. Recomiéndolo.
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