1. En lo que va del 2012 llevo leídos tres libros que en realidad pertenecen a la aún inmensa remesa de libros empezados y nunca terminados que pesan en mi conciencia y reposan junto a mi lecho. Éste, y los dos que siguen más arriba.
2. Rafael Spregelburd es un dramaturgo, director, actor y teórico argentino. Y es todo eso posta. Ah, y traductor. En este último rol ya lo halagamos merecidísimamente cuando reseñamos el libro de Sarah Kane y pronto lo volveremos a hacer cuando leamos el de Berkoff que nos espera. También lo vimos cuando entrevistó, tras la larguísima e insporortable función, al director y a protagonista de Hamlet, esa puesta de mierda alemana que vino al FIBA. Como teórico lo leímos ahí en el libro de Kane y también lo podemos ver acá (tarda un poco en llegar a donde quiere ir pero vale la pena. Y disculpenlo por el vestuario, todo no se puede). Como actor lo vimos en El hombre de al lado y lo vimos en Todo, obra suya propia donde las mejores partes eran aquellas en las que él no actuaba (en particular, toda la primera parte). Y bueno, ahora leímos estas seis piezas suyas, ordenadas cronológicamente, de las cuales pasaremos a opinar descarada, infundada y casi siempre favorablemente en el punto 3 y subsiguientes.
3. Remanente de invierno es una masa. Fue estrenada en Buenos Aires en 1995, cuando nosotros estabamos en 3º grado con el moré Ariel. Se trata del topo Gigio y de conductores de un programa de concursos que salen de la televisión y se cojen a los espectadores y de una nena que no usa las preposiciones correctamente y de un plomero y un electricista que se instalan en casa de la gente y me hicieron acordar a los técnicos de Brazil y también de una heladera fugitiva. Más específicamente y sin dejarme influenciar por los paratextos, se trata de la gente pelotudizada frente a la TV, años antes de Bailando por un sueño.
4. Canciones alegres de niños de la patria es una obrita corta y que mucho no me dijo, razón por la cual suspendí la lectura del libro pongamoslé en abril de 2011 y la retomé recién ahorita.
5. Y entonces leí Cuadro de asfixia. Ta buena. Tiene que ver con Farenheit 451 de Bradbury, es como una adaptación libre, como una historia que ocurre en el mundo de Farenheit. Me sigue gustando más la del punto 3.
6. Raspando la cruz. Tremenda obra que debe haber estado buenísimo ver. Hay nazis y después todo se desordena.
7. Satánica. Un monólogo.
8. Un momento argentino. Muy buena. Pieza corta armada por encargo de una fundación británica que debía hablar de los derechos humanos en el contexto de diciembre del 2001.
9. Tanto esta última como las otras obras del compilado están rodeadas de notas, aclaraciones epílogos. Sobre Un momento argentino dice Spregelburd en el prólogo de Dubatti: "Esta obra tiene para mí el raro mérito de ser mucho más breve que todo lo que he tenido que escribir sobre ella. Ojalá me ocurriera más frecuentemente". Justamente, si bien las obras me gustaron, lo que más interesante me resultó de Remanente de invierno y otras obras son todos estos paratextos. Algunos son de otros autores: textos preparados para repartir en la función, o en el caso de Raspando... un capítulo de un libro de Umberto Eco, pero más que nada son notas del propio Spregelburd, aclaraciones que le parecieron necesarias para el lector de estas obras que no fueron específicamente pensadas para ser leídas. La voz de Spregelburd está tan presente a lo largo de todo el libro que incluso en el prólogo de Dubatti la mitad de su extensión se compone de la transcripción directa de respuestas de Spregelburd en una entrevista. Y está bien, porque la tiene clara.
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