lunes, 22 de mayo de 2017

Sombras breves, de Walter Benjamin

1.
Hay un problema con Benjamin y este blog y es que por lo general los libros de Benjamin (o con Benjamin adentro) recopilan muchos de los textos breves de este buen hombre judío místico revolucionario y yo que voy leyendo a Benjamin fragmentariamente, de este libro unos textos, de este otro estos otros, no puedo hacer honor a mi regla autoimpuesta de reseñar todos los libros que leo, porque primero que mi definición autoimpuesta de libro reseñable implica haber leído todo lo que haya entre tapa y tapa (siempre que tenga lomo) y yo ahora por ejemplo de este tomo de Planeta-Agostini que se llama Discursos interrumpidos ya había leído casi todos alguna vez, excepto este del título de aquí arriba. Por lo general lo que hago cuando leo a Benjamin, es no reseñarlo. Porque además es un quilombo. Por eso ahora que reviso sólo tengo aquí Calle de mano única, el hermoso único libro que Benjamin publicó en vida como tal (como libro). 

2.
Sombras breves es una colección de quince textos de poco más de un párrafo cada uno, que como suele suceder están en algún lugar entre un ensayo, una poesía, un vómito y una profesía. Hablan de amor romántico, de las imágenes, de los fracasos, de cualquier cosa. Benjamin los publicó en dos entregas, en 1929 y 1933, en dos diarios. Podría no haber dado cuenta de mi lectura de las Sombras breves, pero entonces no podría haber compartido con ustedes este fragmento tan increíble que vale la pena que lean y transcribo como un servicio para mis inexistentes queridos lectores:
BELLO HORROR
Fuegos artificiales de la "Fête Nationale". Desde el Sacre-Coeur se desparraman sobre Montmartre fuegos de bengala. Arde el horizonte tras el Sena, los cohetes suben y se apagan en el suelo. En la cuesta empinada hay miles de personas apiñiadas que siguen el espectáculo. Y esta multitud encrespa sin cesar un murmullo parecido al de los pliegues de una capa cuando el viento juega entre ellos. Pongámonos a la escucha más atentamente: lo que resuena es otra cosa que la espera de cohetes y otros disparos luminosos. ¿No espera esa multitud sorda una desgracia, lo bastante grande para que de su tensión festiva salte la chispa, incendio o fin del mundo, algo que transformase ese murmullo aterciopelado de mil voces en un único grito, com cuando un golpe de viento descubre el forro escarlata de la capa? Porque el agudo grito del horror, el terror pánico son la otra cara de todas las fiestas de masas. El ligero estremecimiento que recorre como una llovizna espaldas innumerables los ansía. Para las masas en su existencia más honda, inconsciente, las fiestas de la alegría y los incendios son sólo un juego en el que se preparan para el instante enorme de la llegada a la madurez, para la hora en la que el pánico y la fiesta, reconociéndose como hermanos, tras una larga separación, se abracen en un levantamiento revolucionario.
3.
Comento dos textos más, ya que estamos, que están en este tomo marrón que es el 70 de la colección Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo (tranqui el título de la colección). El carácter destructivo es una nota de dos carillas y media, publicada en 1931. Benjamin, como Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso, tiende a generalizar con frases del tipo "existen dos tipos de personas". Puede porque no le importa nada, y porque no se toma en serio sus definiciones taxativas: otro día puede escribir que el mundo se divide en otros dos tipos de personas diferente de su primera delimitacion binaria. En ese caso, Benjamin se dedica a describir a las personas de carácter destructivo, en oposición a las de carácter constructivo y también en oposición al "hombre-estuche", flashera forma de llamar a los pequeño-burgueses. Está buenísimo el remate:
El carácter destructivo no vive del sentimiento de que la vida es valiosa, sino del sentimiento de que el suicidio no merece la pena.
4.
Experiencia y pobreza, cinco carillas de 1933, dice esta genialidad, sorprendentemente clara y comprensible para ser Benjamin:
La cotización de la experiencia ha bajado y precisamente en una generación que de 1914 a 1918 ha tenido una de las experiencias más atroces de la historia universal. Lo cual no es quizás tan raro como parece. Entonces se pudo constatar que las gentes volvían mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más pobres en cuanto a experiencia comunicable. Y lo que diez años después se derramó en avalancha de libros sobre la guerra era todo menos experiencia que mana de boca a oído. No, raro no era. Porque jamás ha habido experiencias tan desmentidas como las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano. Una generación que había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró indefensa en un paisaje en el que todo menos las nubes había cambiado, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas de explosiones y corrientes destructoras, estaba el mínimo, quebradizo cuerpo humano.
La negrita es mía. Qué capo Benjamin.

5.
Otra cosa linda del tomo este es que incluye un texto llamado Currículum vitae, una carta que Benjamin envío por mediación de Brecht a un Comité Danés para la Ayuda a Refugiados cuando estaba solo y pobre en París, no tenía más que unos libros y estaba cagado de miedo. Pobre Benjamin. Un hallazgo en ese texto es que Walter define su libro Calle de mano única como "un volumen de reflexiones filosóficas". Yo a los cosos del libro ese los llamaba cosos.

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