1.
Arranqué el año panza arriba, leyendo junto a una pileta en Sierra de la Ventana la ópera prima de Sol Bembibre, este librito precioso autogestionado, autoeditado y auto publicado por la autora con un poco de la ayuda de varias personas (es un auto que es más un colectivo). En la dedicatoria me puso: "seguro te vas a sentir cómodo en esta aventura lésbico-dramática-futurista", y así fue.
2.
Sin embargo, ocurrió que lo empecé a leer y me olvidé de una de las palabras de esa dedicatoria: la palabra "futurista". Entonces me puse a leerlo como un lesbodrama nomás, un lesbodrama latino y posmoderno, atravesado por las redes sociales y el transfeminismo de la cuarta ola, con mucho humor, bien anclado en el presente. Venía pisteando como un campeón. Y como estaba de vacaciones y me traje muchos libros, iba leyéndolo entremezclados con los capítulos más farragosos de otra novela, Ubik (1969), del estadounidense muerto Felipe Ka Pito, también conocido como Philip K. Dick. No va que a la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos, como dijo una vez un gorila ciego que nunca ganó un Nóbel, y de golpe y porrazo la novela de Sol se me dickizó en la cara: la realidad se empezó a confundir, repetir, alterar; la protagonista y yo empezamos a preguntarnos qué de lo que estábamos sintiendo era cierto, ¿esto no acaba de pasar? ¿qué está sucediendo? ¡AAAAAH! gritamos, y la bañera lesbiana de la pileta de Sierra de la Ventana me preguntó si estaba bien. Sí, sí, perdón, me asusté. Está todo bien. ¿O no?
3.
Cuestión que la pasé muy bien con Todo fue glitter. Mucho mejor que con el rollo de Dick, la verdad. Hay humor, amor, sexo, y escenas con caca. La consiguen acá.
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