2. Son cuentos de Ionesco, refamoso dramaturgo del absurdo que todo estudiante de teatro tuvo que haber oido mencionar y que yo conocí cuando Alan Lerch le regaló o prestó a Joni el libro que tiene El rey se muere y otras obras, probablemente el libro de Ionesco más fácil de conseguir en Buenos Aires.
3. Como dramaturgo Ionesco es genial. Como cuentista, es pasable. Dos de los cuentos del tomito este son versiones originales en prosa de posteriores obras de teatro ("El peatón del aire", de un tipo que vuela, en plan onírico y absurdo, y "Rinoceronte", en el que la población de una ciudad se va convirtiendo en rinocerontes). El cuento del título y el primero del índice ("Oriflama") son los más interesantes: los que más zafan de la metáfora obvia y un poco grasa. Otro de los cuentos se llama "El cieno" y es un bodrio.
4. Al final del libro y a modo de yapa hay unos fragmentos de un diario de Ionesco del año '39 que escribió durante su visita a un pueblo en Rumania en el que había vivido de chico. Es lo único que realmente vale la pena del libro. Algunas partes son muy emocionantes. La melancolía por la juventud perdida se mezcla con el clima de nazismo e intolerancia que percibe Ionesco y que transmite muy bien. Cuando lo leía me acordé de algo que pensé hace mucho: es raro, pero cuando escribís un diario, aunque pienses que no se lo vas a mostrar a nadie, es muy difícil evitar estilizarlo todo. Es más: a lo mejor uno poetice más de lo normal, justamente porque no se lo pensás mostrar a nadie. Y claro, lo otro es que uno escribe dirigiéndose a un alguien. Un párrafo del diario de Ionesco dice esto y nada más:
Estoy poseído por el demonio de la literatura. Pero no, pero no, no hay que avergonzarse de ello.
1 comentario:
hey! y qué se lee por allà, por donde anduviste, allá...lejos?
matías, vecino de almagro
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