1.
El nuevo libro -de 2017- de quien, a pesar de haber escrito y publicado ocho libros antes, ahora será por siempre conocido como el autor de Kryptonita -salvo que escriba algo que se vuelva más conocido que la mencionada- lo tiene todo. Dos criminales psicópatas, sanguinarios y despiadados tipo Cazador, salidos de la tumba, se persiguen por la ruta que conduce a Paraguay, por un botín y una venganza, y a su paso siembran el caos nivel Asesinos por naturaleza. Hay una banda de evangelistas, una familia de brujas, una nena enamorada, rock and roll, referencias cinematográficas, chamamé, sexo, drogas, mucho gore, explosiones. Es un policial, un western, una road movie en novela. Como su mundo es autocontenido está mucho mejor que Kryptonita, cuya gracia residía un 50% en los ecos al mundo DC, que a la mayoría de los lectores se nos escaparon. Tiene mucho ritmo, no se puede parar de leer (la mitad del libro me la bajé en un avión de dos horas) y bueno, eso. No es que te deja grandes reflexiones filosóficas, pero es MUY BUEN ENTRETENIMIENTO. Ahora que la estoy reseñando a cinco meses de haberla leído, me doy cuenta de que la escena que más recuerdo es la que me pareció más falopa y descolgada, la de las brujas que secuestran al Perro (¿o al Pastor?), y que la mayor parte de la trama se me olvidó: no así los climas, el vértigo del ritmo, y lo bien que la pasé.
2.
Encontré que tiene un problema de estructura: el libro es un flashback, pero por algún motivo me había resultado confuso a mí como lector qué pasa cuándo: si primero fueron a la cárcel, o primero fueron piratas del asfalto... Tuve que releer para darme cuenta y la verdad es que no recuerdo si lo logré. Así que eso es un punto en contra. Le quedan unos 7 aleschonfelds.
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