martes, 3 de noviembre de 2020

Me acuerdo, de Martín Kohan

 1.

En un taller que estoy haciendo leímos muchos meacuerdos del texto original de Joe Brainard (que están online acá) y después nos dieron diez minutos para escribir los nuestros propios. Es notable que este muchacho haya inventado a la vez un ejercicio, un dispositivo y un género literario. El texto de Brainard (I Remember, que está editado por Eterna Cadencia con prólogo de Paul Auster) fue imitado por Georges Perec en 1978 (Je me souviens) y ahora por el argentino Martín Kohan con el título en castellano Me acuerdo. Medio que es inmediato, leés los meacuerdos de otro y te dan ganas de ponerte a escribir los tuyos propios.

2.

En el taller, dictado por Andrés Di Tella, la consigna fue "no hacer literatura". Estos son mis me acuerdo (curiosamente, tengo uno muy parecido a Kohan, y tuve otro muy parecido al de un compa del taller, ¿será que todxs nos acordamos de las mismas cosas?):

Me acuerdo de los contenedores de basura, detrás de los edificios en Raanana.

Me acuerdo de mi abuela comprándome Legos en la juguetería de la esquina de Talcahuano y Santa Fe.

Me acuerdo del sabor del Yimmy de vainilla, y del Sandy, y de la diferencia entre los dos (el Yimmy era más clarito y más dulce, el Sandy tenía más personalidad).

Me acuerdo de un muñeco de Lex Luthor. Verde y pelado.

Me acuerdo de Teddy, el perro que tuve en la infancia. Era el hijo de Bebé, el perro de mis abuelos. Bebé era un perro brillante, Teddy era muy tonto. Un día se escapó.

Me acuerdo del canario enjaulado que tuvimos un breve tiempo. Murió congelado porque una noche lo olvidaron afuera, pero a nosotros nos dijeron que se había ido volando.

Me acuerdo del departamento de mi primo, en un piso alto de un edificio muy alto en una calle que ahora sé que es Medrano cuando nace. Estaba todo alfombrado, y era obligatorio descalzarse para entrar.

Me acuerdo del Indiana Jones and The Fate of Atlantis, del Maniac Mansion, del Monkey Island, del Alone In The Dark, del Duke Nukem, del Doom.

Me acuerdo de mi primer recital grande al que fui sin adultos, Roger Waters en Vélez por 30 pesos gracias a una promoción del supermercado Disco. Lo extraño fue que no sólo fui sin adultos sino que me dejaron a cargo de mi hermano menor, yo debía tener 14 y él 12. En un momento se avecinaba una tormenta y los rayos parecían sincronizados con los acordes de "Shine on you crazy diamond".

Me acuerdo de las palmeras quemadas en Plaza de Mayo.

Me acuerdo de mis zapatillas de primer año. Eran Vans verdes, medio Tortuga Ninja.

Me acuerdo de la comiquería de la calle Velasco en la que compré las Evangelion, las Dragon Ball, las Lazer y las Ranma ½.

Me acuerdo del día del niño de 2000 en el que trajeron a Tolkien cachorro, era un coquer spaniel dorado y medía lo que mis palmas.

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