viernes, 14 de enero de 2022

La aventura de un fotógrafo en La Plata, de Adolfo Bioy Casares

 1.

Hay que decir que es muy divertido, y también algo misterioso, pero no tanto como El sueño de los héroes. Este parece más un entretenimiento, tanto para el lector como para el viejo Bioy, que tenía ganas de escribir un buen folletín aventurero y lo hizo, en un momento de su carrera (sus 70 pirulos) en que seguramente ya no tenía que impresionar a nadie y además todo lo que hiciera iba a ser tenido por "obra maestra" o "pequeña joyita", según fuera el caso. El propio Bioy avaló sin embargo, a posteriori, una lectura de la novela en clave política, aunque diciendo que si estuvo fue inconsciente, no intencional. Para mí, PARA MÍ, y quién soy yo sino un bloguero impune, a mí me resulta una lectura un poco forzada.

2.

La novela es de 1985, pero en el prólogo de la edición de 2005 el autor reconoce que es probable que haya aludido, aun sin proponérselo, al tema de los desaparecidos y afirma “No creo que uno pueda soñar una pesadilla tan terrible y no seguir escribiéndola al despertar”. En este artículo hay una cita a una entrevista que le hacen a Bioy para la Revista Puro Cuento:
P: Yo diría que, aunque pudiera no parecerlo, su propia literatura ha sido comprometida, porque ha sido tremendamente apasionado.

ABC: Desde luego, desde luego...

P: La alusión en su obra creo que está presente en todo momento y en ese sentido creo que es superior a la de algunos de sus contemporáneos. Quiero preguntarle por cierto si ese hijo perdido en La aventura de un fotógrafo en La Plata tiene que ver con la tragedia que vivió el país durante la última dictadura ¿Es un desaparecido?

ABC: Pero naturalmente... Claro que sí... Es de algún modo simbólico de lo que paso. Esa realidad que me rodeaba me obligó a escribir mi historia. Que es como una metáfora, a mi manera, de lo que estaba pasando.

"Adolfo, Adolfo, ¿su novela es sobre los desaparecidos?". "Eeeeh, desde luego, desde luego". YO, lo que es YO, diría que el periodismo le puso palabras en la boca a Bioy, y que Bioy estaba más allá de todo y dijo bueno dale, vamos con esa. ¿Y por qué creo esto? Porque los elementos de prueba, si bien interesantes, son muy endebles, y porque la novela se parece mucho más a una historia cómica de Arlt o a una historieta de Tintín (¡el clímax, con jeringas con somnífero blandidas por sepultureros secundados por patovicas-goriláseos!) que a una historia política. No hay nada para sostener que el hijo del señor Lombardo sea un desaparecido o lo simbolice, salvo que se fue, pero se fue peleado con el padre porque éste quería hacerlo pasar por muerto para cobrar un seguro de vida (¡qué tiene que ver con los desaparecidos!). Quizás tiene más entidad vincular otros elementos del libro con la dictadura: el amigo policía, infiltrado entre los estudiantes, y el amigo politizado, el anarco, que pasa una noche en un calabozo después de una razzia en un bar, y sobre todo la escena en que la novia del detenido pide al protagonista que interceda con su amigo policía para que lo suelten (una noche está en un calabozo, después lo sueltan, no le pasó nada). Pero todo es muy light: y además la historia ocurre en la primera mitad del siglo XX, y todo lo antedicho puede perfectamente tener que ver con ese contexto político, el de los '30 o los '40.  En fin, si alguien me paga lo investigo en profundidad. ¿Quién me paga?

3.

Aguante Tintín, mueran las lecturas sesudas forzadas. Y aguante Arlt.

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