miércoles, 8 de abril de 2020

Nuda Vida, de Lautaro Fiszman

1.
Lautaro Fiszman, porteño, judío, peronista, buena gente, cinturón negro de aikido y hueso duro de roer en el arte suave, es además uno de los más grosos ilustradores de nuestra Patria, como pueden apreciar en sus redes sociales. Una reseña de su carrera debe incluir su paso por el taller del maestro Alberto Breccia en su adolescencia (la de Lautaro), su participación activa de la revista El Tripero, su trabajo como ilustrador para numerosas editoriales y como realizador de pinturas para largometrajes (algo muy específico, no sé quién más se dedicará a ese rubro en este país), y la publicación por Tren en Movimiento de su libro anterior, Barro y Sangre (2014), del que Nuda Vida es de alguna manera un sucesor: también hay barro y sangre en la terrible historia de la Guerra de la Triple Infamia, que es el tema de este libro de impactante arte de tapa:

Esta es la tapa, así, sin texto. 30 x 22 cm.
2.
Nuda Vida es un libro-proeza: no me imagino cuánto tiempo le tiene que haber dedicado a cada detalle. El estilo de la tapa se replica al interior del libro: cada cuadrito es una pintura al oleo, y eso sólo ya es demencial. Pero además, detrás de la historia narrada hay flor de investigación, que se percibe en cada capítulo, en la cita de fuentes directas y en la cita de autores, y que además queda explicitada en el aparato erudito bibliográfico, las notas al final del libro y los agradecimientos, en los que se cita a grandes historiadores del palo, especialmente León Pomer y Norberto Galasso. El hecho de que el título de un libro de historietas refiera a un concepto del encriptado Giorgio Agamben nos habla del tenor de lo que nos vamos a encontrar. Y sin embargo, este libro tiene un doble carácter: es profundo, es complejo, y por lo complejo amerita leerlo dos veces seguidas para captarlo del todo (también por lo visual), pero a la vez no es críptico como Agamben, más bien es claro como Galasso, que llama al pan pan y al vino vino, a los genocidas genocidas, sin escudarse en supuestas objetividades que siempre son falsas. La historieta de Fiszman está precedida por dos prólogos, uno del historietista José María Gutiérrez, y otro de la periodista e investigadora Judith Gociol, y si bien suelo estar en contra de los prólogos largos en los libros de cómics, en este caso garpan, suman capas de sentido a lo que se está por leer, y les recomiendo encarecidamente.

3.
En resumen, que recomiendo encarecidamente este libro. Cuenta una historia necesaria, suma datos no tan conocidos, maravilla por la fuerza gráfica de sus páginas y te deja con unas ganas bárbaras de desterrar a los gorilas, que son históricos aunque antes tenían otros nombres.


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