sábado, 17 de octubre de 2020

Chico Zigzag, de David Grossman

 1.

Después de leer La vida entera a comienzos de año, medio que de toque empecé este otro, que tenía (robado de la Feria del Libro no le digan a nadie) hace fácil diez años y que nunca había abierto siquiera. Grossman dice en entrevistas que tiene dos tipos de libros: los que escribe sufriendo y que apuntan a ser obras trascendentales, y los que escribe para descansar de esos otros, que le implican menos compromiso y menos sufrimiento y que resultan en literatura ligera y para pasar el rato. Chico Zigzag (Iesh Ieladim Zigzag, en hebreo, o sea "Hay chicos zigzag" o "Existen chicos zigzag") corresponde al segundo grupo.

2.

No deja de ser un libro que más de uno desearía poder escribir, incluso como obra cumbre de su carrera. Está claro, igual, que es un libro que busca entretener. Es una novela de aventuras. Hasta podría decirse que juvenil. Está protagonizada por un chico que en una semana cumplirá 13 años y que además es, muchos años después, el narrador, y cuenta los periplos que dan inicio con su viaje en tren de Jerusalén a Haifa, y con el encuentro con un anciano de extraño acento y bigote de nombre Félix Galik. Tiene mucho cliffhanger al final de los capítulos, y es muy espoileable, la contratapa del libro ya te espoilea cosas, así que no voy a decir más. Sólo que aunque es muy así de ritmo trepidante y coso, y aunque lo acabo de terminar y puedo decir que las últimas cien páginas me las devoré, no lo leí de corrido: hice un hiato de varios meses, no sé por qué, capaz ni tiene que ver con el libro.

3.

Grossman podría ser llamado el Ítalo Calvino israelí. En realidad, algo me hizo acordar a Si una noche de invierno un viajero, pero creo que mas que nada lo de la novela de aventuras. También me hizo acordar a Harry Potter para el caso, pero no diría que es el J. K. Rowling varón y judío así que olviden lo de Calvino.

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