sábado, 3 de octubre de 2020

Las malas, de Camila Sosa Villada

 1.

¿Cuántas veces pasó en la República Argentina que el libro de una escritora trans sea un fenómeno de ventas? No se me ocurre ninguna, y eso solo ya es motivo de celebración. Porque las personas trans, como todos los colectivos, necesitan/merecen/deben (no sé qué verbo elegir) también ser narradas "desde adentro", por sí mismas, y no sólo "desde afuera", por otrxs, por más progre/copada/inclusiva que pueda ser una mirada externa. Quiero decir, lo necesita cada colectivo, no sólo las personas trans, porque no es lo mismo ser hablado por otrxs que hablar desde unx, pero también lo necesitamos lxs demás respecto de los colectivos a los que no pertenecemos. Es la forma de tener imágenes y representaciones auténticas que nos permiten configurar nuestra percepción acerca de las identidades otras. Aclaro, que no oscurezco: yo no creo que sólo si sos, por ejemplo, una mujer negra, tenés permitido narrar a una mujer negra (en cine, en literatura, o en donde sea), pero si las representaciones sobre las mujeres negras son todas construidas por otrxs que no son mujeres negras, tenemos un problema. No estoy diciendo nada nuevo. Y también creo que si sos, por ejemplo, un joven varón cis holandés de clase media alta que de niño jugó con Legos y es fanático de Björk Guðmundsdóttir, y querés por algún motivo hacer una película o escribir una novela o una obra teatral unipersonal o hacer un tebeo sobre una mujer negra, digamos, de Surinam, por lo menos tenés que investigar mucho. Charlar con mujeres negras de Surinam, por lo menos. Eso si estás tratando de hablar de la realidad. Bueno, todo esto para decir que una de las cosas más conmovedoras de Las malas de Camila Sosa Villada es que, con realismo mágico incluido, sea la novela de una escritora trans, narrando la experiencia trans en primera persona.

2.

Pero claro que eso no hace al fenómeno de Las malas. Camila Sosa Villada no es la primera escritora trans argentina. Lo que pasa es que, ahora haciendo abstracción de la identidad de Camila, tiene un talento de la San Puta (y la San Puta podría ser la Tía Encarna, medio Difunta Correa viva). Las malas es sin duda lo mejor que leí en este traumático dos mil veinte, así, en términos generales. La prosa, los personajes, las situaciones, las tramas principales y secundarias, la Tía Encarna, el Brillo de los Ojos, la Machi travesti, los Hombres Sin Cabeza, lo luminoso y lo terrible, todo es mega increíble. Se lee como droga (por eso la etiqueta) y todo el mundo lo debería leer. Para sinópsises y demaces, la Internet está llena. Esta entrevista está buena, por ejemplo. Comentario aparte merece el prólogo de Juan Forn, que es hermoso como casi todo lo que escribe ese buen hombre afincado en Villa Gesell. 

3.

Me contó un pajarito que se está cocinando una adaptación cinematográfica de la mano de Armandito Bo. Puede ser malísima (atentos a lo que hablaba en el punto 1) pero también puede estar muy bien. Ya veremos.

No hay comentarios: