domingo, 17 de septiembre de 2023

El ahijado, de Oscar Hermes Villordo

 1.

Grande el momento en que de pronto descubrís a un autor imprescindible pero que por razones misteriosas no conocías. Eso me acaba de pasar con Oscar Hermes, a quien quizás todxs ustedes lectores hipotéticos de este blog conozcan hace mucho, o en lo absoluto. Esta novela, El ahijado, merece que use muchos adjetivos superlativos : "excepcional", "despelote", etc. Pero en serio. Yo sé que soy siempre muy exagerado y me gusta todo, pero acá siento que me encontré con el Genet chaqueño y con el Bioy Casares puto al mismo tiempo. El mérito es de Mariano, que me prestó esta novela que devoré en pocos días, así que chas gracias. Pero también debo mencionar a Gonza, porque ya me había recomendado otra novela de Villordo, La brasa en la mano, sin que yo le diera bola. Así que gracias a él también, pronto la leeré.

2.

Un dato objetivo, de la realidad, que siempre pondero cuando se trata de literatura erótica, es que leí El ahijado en estado de erección permanente. Con el perdón de quien lo requiera. Es un dato insoslayable: para mí, si la escena es de sexo, te tiene que calentar, y eso implica una reacción física. Puede no ser ostensible, pero tiene que ser física, hormonal. Hace varios meses estoy leyendo de a puchitos una novela porno gay de la editorial De parado y no la termino más rápido porque me parece mala, malarda, y eso es así porque tratándose de una sucesión de garches casi ininterrumpidos, no me pasa nada: son todos tan iguales, están escritos tan igual que me aburren, a lo sumo siento un poco de asco cuando implica cierta práctica sexual con el puño que a mí no me (el asco, como reacción física, es mucho mejor que la indiferencia). Bueno, con El ahijado, todo lo contrario. Así que primer punto a destacar, ese, el fisiológico. 

3.

Y después decir que además de ser porno gay de calidad, es alta literatura, en el sentido más tilingo lo digo. Es porno y a la vez es elegante. Eso respecto a la prosa. Pero además, los primeros dos capítulos, que leí como si fueran cuentos, el del hombre de la casilla y sus amigos el alto y el bajito, me dieron además de calentura un poco de miedo y de mindfuck. Un mindfuck borgeano, bioycasaresco. Quienes lo hayan leído sabrán a qué me refiero, al juego de cajas chinas, relatos que enmarcan otros y de pronto se superponen y los reemplazan, personajes que creen ser otros personajes. El resto de la novela, si bien sigue siendo buenísima y super hot, para mí se pone un poco más terrenal, que no es malo pero es menos mindfuck (garchamentes).

4.

En la última parte, la de Jenny, hay una frase que ahora pienso que engloba todo, que se refiere a lo que le pasaba a Linda la renga con sus clientes pero también a todos los personajes del libro con El Ahijado: "La provocación puede más que el acto".

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