lunes, 21 de septiembre de 2009

El testigo, de Juan Villoro

1. Este libro me lo prestó Fabiola.

2. Es una novela de unas seiscientas páginas y tardé como un mes en leerla, en terminar de leerla. Ganó el premio Herralde en 2004, que es el que entrega Anagrama. En la contratapa un periodista dice que se trata de una Novela Total, o algo así. Algo onda "Nos hayamos ante una verdadera novela total", Marla Singer, New York Herlad Tribune. ¿Qué vendría a ser una novela total? Me causó un poco de intriga el concepto. Supongo que vendría a ser una novela que trate todos los temas tratables, o que se pueda decir eso de ella. Como la Biblia. En la biblioteca tengo un pibe que viene a sacar la Biblia y me dice (haciéndose el gracioso: lo fue la primera vez) "vengo a buscar esa novela de ciencia ficción..." o bien de fantasía, etcétera.
Es curioso el concepto ese, porque en alguna medida de cualquier novela podés decir que habla de cualquier cosa (estirándola mucho, obviamente), a diferencia de cuentos, o novelas cortas, u otros tipos de literatura (pienso en El baile de la judeonazi rusofrancesa, que tiene más de 100 páginas pero claramente se trata de dos o tres temas, no de todos); y sin embargo el concepto me sigue pareciendo que en algunos casos sirve. Podría decirse que lo son Rayuela, o Adán Buenosayres, o Los demonios. ¿Los detectives salvajes? Puede ser. ¿El pasado? no creo.

2 bis. Lo primero que me llamó la atención fue que escribe raro. En relación a lo que me esperaba. Justamente, por la tapa y la extensión y la editorial y el premio, me esperaba algo como la novela del hermano posero de Gastón Pauls. Tiene puntos de contacto, pero nada que ver. Termina casi cada párrafo con este formato: "Algo les quedó de aquellos acostones con horario fijo, tan de hospital, tan de sexo de investigación". No sabría muy bien definir bien qué es. Como que se excede un toque con el recurso de la comparación. El comparatista. Ja. Igualmente, escribe muuy bien, demuestra una capacidad envidiable de plantear imágenes verosímiles e interesantes, en un lenguaje como el que acabamos de ver: cansa que lo haga todo el tiempo, pero lo hace bien, oh yes.

3. Se trata de Julio Valdivieso, un académico mexicano (especialista en López Velarde, un poeta mexicano que ¡TODO EL TIEMPO PENSÉ QUE ERA INVENTADO Y ACABO DE DESCUBRIR QUE NO!: me cambia un poco la perspectiva. Está bien. No podía ser que Villoro hubiera inventado también los poemas de Velarde). Valdivieso estuvo fuera de su país por veinticuatro años y decide volver cuando el PRI pierde el gobierno por primera vez. Apenas llegar, se reencuentra con el Vikingo, un amigo de juventud que le propone un trabajo: ayudarlo a hacer una telenovela (mexicana) que se ubique en el contexto de la Guerra Cristera (1926-29). En lo sucesivo, Valdivieso vive innumerables reencuentros con personas que no recordaba o que le cuentan cosas que había olvidado, y que se van enmarañando en una sola pero múltiple trama (en un punto son demasiados: me costó recordar quién es quién, cuando todos se llaman como mexicanos es casi tan dificil como cuando todos se llaman Nicolai Nocolaievich) con narcos, curas, escritores, policías, drogadictos, millonarios, paranóicos, suicidas, primos que se dan y niñas que juegan en albercas.

4. Es bastante disfrutable, en fin. La cargué en la mochila gustosamente un mes a pesar de lo que pesa. Y, no es mi caso, pero es pasible de ser el libro favorito de alguien (porque vamos, esa característica no la tiene cualquier libro).



Estoy leyendo muchos libros a la vez. Próximamente, en Resistirse es Futil, un canal, toda la moda.