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sábado, 7 de noviembre de 2020

Distancia de rescate, de Samanta Schweblin

 1.

Creo que no me gustó, ¿puede ser? Me pareció poca cosa. Voy a escribir toda la reseña con preguntas.

2.

Es una ¿novela? ¿un cuento largo editado en solitario? del género terror, del subgénero terror rural, que en el fondo es un comentario sobre el uso de agrotóxicos, creo. Nunca aparece la palabra glifosato, pero está bastante implícita. Sí aparece la palabra soja. Y la palabra bidones, que me hizo pensar en cómo se traducirá (la Schweblin está muy traducida). (Se dice drums). 

3.

Para ser sobre el agronegocio, lo toca bastante de costado. Aparecen las malformaciones en niñxs, consecuencia terrible del uso de glifosato cerca de poblaciones, pero acá es una cosa medio mágica, hay una curandera, y no hay ni un atisbo de una conocida empresa multinacional. O sea, más que crítica es un comentario, y más que comentario es un telón de fondo.

4.

Y al margen del tema éste de fondo, si nos quedamos sólo en el cuento, en lo que pasa, pasa poco. Hay un muy complejo y bien planteado juego de relatos enmarcados, una persona (Amanda) que cuenta una historia a un interlocutor (David) que primero no sabemos quién es, en un contexto macabro que vamos entendiendo mientras cuenta esa historia, y en la historia que cuenta, a Amanda le cuentan también una historia, Carla le cuenta la historia de David, y entonces se da como una cosa así muy virtuosa del uso de los superpoderes de la literatura, incluso en un momento hay un pase de mando medio cortazariano y David pasa a continuar la historia que contaba Amanda pero en segunda, todo muy "Usted se tendió a tu lado". Pero la gran revelación que hubiera hecho que todo valga la pena, no aparece.

5.

Distancia de rescate es Samanta Schweblin en modo Mariana Enriquez pero menos logrado. Igual, sólo yo pienso así. A la novela le fue bárbaro, la leyó medio mundo y sale en breve su adaptación cinematográfica vía Netflix, con guión de la Schweblin en tándem con la peruana Claudia Llosa, que es además la directora, protagonizada por Dolores Fonzi y una española, filmada en Chile, veremos qué hacen.

domingo, 11 de febrero de 2018

Siete casas vacías, de Samanta Schweblin

1.
Ya publicó cuatro libros esta mujer multipremiada, de los cuales yo había leído solo el primero, El núcleo del disturbio (2002, cuentos). Le siguieron Pájaros en la boca (2009, cuentos también) y Distancia de rescate (2014, novela), y ahora éste, Siete casas vacías (2015), por el que obtuvo un premio español, el Premio Internacional Narrativa Breve Ribera del Duero. La edición tiene en la tapa y en la contratapa los palmarés del concurso que ganó, como si fuera el afiche de una película. Me parece medio feo eso.

2.
Son siete cuentos, como el título del libro indica, y en los siete hay casas, más o menos vacías. En todos hay padres e hijos, en todos pasa algo con la ropa -abuelos desnudos en el patio, ropa de hijos muertos, mujeres que salen en bata a la calle, nenas sin bombacha en hospitales-, en todos aparece la locura. Todos empiezan in media res, en todos se nos retacea información y la maestría de la Schweblin, orfebra ella, está en el desenvolvimiento del rollo, en cómo lo enrolló y en cómo lo desenvuelve. El primero, el que más me gustó, se llama "Nada de todo esto". Lo leí dos veces el día que lo leí: la segunda en voz alta. No puedo contarles nada sin espoilearlo, porque la gracia está en cómo está escrito y en cómo vas entendiendo las razones de los personajes. El segundo que más me gustó se llama "Un hombre sin suerte" y me hizo reír en voz alta en el bondi. Empieza así:
El día que cumplí ocho años, mi hermana -que no soportaba que dejaran de mirarla un solo segundo- se tomó de un saque una taza entera de lavandina. Abi tenía tres años.
Papá, mamá y las dos nenas se suben al auto y corren al hospital, y a la cumpleañera se le requiere su bombacha, blanca, que flamea por la ventana del auto en señal de urgencia. El foco, el punto de vista, es el de la cumpleañera, que ahora está sola y sin bombacha en la sala de espera de un hospital.

3.
Samanta Schweblin vive en Berlín, donde da un taller literario en español. En los primeros cuentos del libro pareciera haberse internacionalizado: los barrios de casas con jardín delantero en los que suceden las historias podrían ser tanto del conurbano bonaerense como de los suburbios de cualquier lado del mundo globalizado. Pero después sorpresivamente, los tres cuentos finales, que tienen un entorno más urbano, sueltan referencias explícitas a la Ciudad de Buenos Aires: la estación Carranza, el barrio de Chacarita... No sé si es importante este detalle, pero por algún motivo me llamó la atención.

4.
El libro me ha gustado. Es un buen libro-regalo, de esos que por su factura sabemos que más o menos debería gustar a todx lectorx medio. Y se lee en un pedo. Bueno, eso.

viernes, 20 de diciembre de 2013

El núcleo del disturbio, de Samanta Schweblin

1.
Hace años, Marina Kogan me recomendó este libro y casi de inmediato lo vi en una mesa de saldos de la calle Corrientes. Creo que a 12 pesos. El título es buenísimo y en la tapa hay unos perritos.


2.
Cuestión que no lo leía, no lo leía, no lo leía. No sé por qué tardé tanto en querer leerlo: el libro es de esos de tamaño ideal, extensión ideal, letra grande, y además son cuentos así que tiene la ventaja de los cuentos, que es que los empezás y terminás sin tener que hacer grandes esfuerzos por recordar tramas o personajes, porque está todo ahí, autoevidente. Sin ir más lejos, si dejás un cuento por la mitad mucho tiempo, después lo podés empezar de nuevo sin grandes traumatismos. SIN IR MÁS LEJOS, en estos momentos en que escribo esta reseña, casi un mes después de la fecha que aparece consignada acá arriba (que, como siempre en este blog, corresponde a la fecha en que terminé de leer el libro reseñado), estoy leyendo 2666 de Bolaño y me pasó algo no diría terrible, no diría malo, pero sí podría decir traumático (en un sentido no negativo de la palabra, si es que existe y sino también). Resulta que yo empecé a leer 2666 en enero de 2012, y lo seguí leyendo ponele que hasta marzo del mismo año. Cuando terminé "La parte de los asesinatos", como le pasa a muchos lectores de 2666, estaba agotado. Igual llegué a leer la mitad de "La parte de Archimboldi", pero ahí me quedé. Ahora lo retomé (con vistas a mi futuro próximo viaje a México) pero al llegar a cierto punto de la parte de Archimboldi quise recordar qué sabíamos de Archimboldi en la primera parte del libro, "La parte de los críticos". Y me enganché, lo estoy leyendo de nuevo desde el principio. Ya estoy en "La parte de Amalfitano". Mi plan es saltearme los asesinatos de "La parte de los asesinatos".

3.
¿De qué estábamos hablando? De Samanta Schweblin. Merced a mi tara mental, que incluye una ley de cupos mental, siempre me alegra que se agregue un nombre femenino a la columna de nombres de acá a la derecha (nótese que pienso en términos de la columna de la derecha, y no por ejemplo en términos de "leer a una escritora mujer", a eso me refiero con mi tara mental. Otro día los invito a reflexionar -o a leerme reflexionar- acerca de cómo el desarrollo de este blog modificó y modifica mis hábitos de lectura). Si esta página permitiera agregar descriptores internos, me gustaría poder fijarme qué porcentaje de representación femenina hay en este blog. No debe ser muy alto. De Samanta Schweblin sabemos, a priori, que es mujer, que es joven, y que asistió al famoso taller literario de Diego Paszkowski. A posteriori, que nació en 1978 y que con El núcleo del disturbio ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes y el Haroldo Conti. Bien por ella. Además, tiene otro libro, Pájaros en la boca, muy traducido.

4.
Me pareció desparejo, el libro. Algunos cuentos me gustaron mucho, mucho. "La pegajosa baba de un sueño de revolución" me gustó mucho. Hace algo increíble en este cuento: el protagonista es plural, pero el cuento actúa como si el protagonista fuera individual. Una operación similar hace en otro cuento que pongo en el top tres del libro: "Más ratas que gatos". Aunque no es exactamente igual: acá el protagonismo es múltiple. La Schweblin logra el protagonismo social. Gran cuento ese también. Y en tercer puesto, banco profundamente el cuento que se llama "El momento", en el que Vian y Sartre son personajes emplazados en la Patagonia. Ahora bien, sin dejar de reconocer que están muy bien escritos (y muy bien corregidos, alla taller literario), otros cuentos no me interesaron tanto. Y lo digo por el mismo factor que en otras críticas se menciona como lo mejor de la Schweblin: el molde Cortázar, el molde Bioy Casares de cuento fantástico. Sin dejar de ser muy buena, "El destinatario" o "Mismo lugar" entran más en esa matriz que ya conocemos pero no son "El cielo boca arriba" ni "Axolotl" ni La invención de Morel. Así que me interesaron menos, nada más. El que menos me gustó, sorprendentemente, es el que da título al tomo (porque contiene la frase que termina con "el núcleo del disturbio"): "La pesada valija de Benavides". Me pareció que desde la sorpresa en adelante, el cuento ya estaba contado.

5.
Estuvo bien leer a la Schweblin. En su página oficial se pueden leer algunos cuentos de sus dos libros, chek it aut.