viernes, 27 de enero de 2012

El caballero inexistente, de Italo Calvino

1. Por un lado, la editorial No te tomes tan enserio, que es lo más, sacó este libro, que es lo más. Es la editorial de los libros chiquitos que te entran en el bolsillo y de la que ya hablamos cuando reseñamos Una novelita lumpen, Silencio y no me acuerdo si alguna más. Además de ser chiquitos (14x10), son asequibles, y en este caso es una gran ventaja porque las ediciones nuevas de Calvino en librerías son de Siruela y están exageradamente sobrepreciadas. La editorial no tiene página de interné, no sé por qué. Sus libros (Bukowski -late-, Bolaño -late-, Lispector -late-, Calvino -late-, Kawabata -late-, Holst -nola- y Perec -nola-) se consiguen en las FLIA y en el Slam! y también en el ciclo Sucede, todos los domingos en Casa Brandon.

2. Por otro lado, con El caballero inexistente completé la lectura de la trilogía de Calvino (de libros autónomos entre sí) que se forma con El barón rampante y El vizconde demediado. Y me hice fan de Calvino maaaal ah re fan así wachi wawa y entonces en mi viaje me compré usados otros dos, Si una noche de invierno un viajero y La jornada de un escrutador, que leeré muy eventualmente.

3. Entre las filas del rey Carlomagno de los francos, siglo X d.C., se encuentra Agilulfo Emo Bertrandino de los Guldivernos y de los Otros de Cobentraz y Sura, caballero de Selimpia Citerior y de Fez, que no existe: es una armadura blanca y vacía. Sin embargo, dice Agilulfo, "muchas cosas consigo hacerlas mejor que quien existe, y sin los acostumbrados defectos de grosería, aproximación, incoherencia, mal olor". También está Rambaldo de Rosellón, que para vengar a su padre en el campo de batalla deberá superar la burocracia, Gurdulú, que se confunde y cree que él es todo lo que existe (los patos, el rey, el océano), sor Teodora, que escribe esta historia encerrada y suponiendo. Y varios más. Hay uno que es medio emo, y que busca a su padre, la Orden de los Templarios (toda). Por un malentendido, como en las novelas de caballeros, todos deberán viajar por el mundo para demostrar su valía y afirmar su legítimo derecho e identidad. Y pasan muchas cosas increíbles. Alta novela, muy grosa (y graciosa). Leanlá, asnos.

domingo, 22 de enero de 2012

Sobre la historia natural de la destruccion, de Winfried Georg Maximilian Sebald

1.
Es dificil hacerse hoy una idea medianamente adecuada de las dimensiones que alcanzó la destrucción de las ciudades alemanas en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, y más difícil aún refexionar sobre los horrores que acompañaron a esa devastación (...) de fuentes oficiales se desprende que sólo la Royal Air Force [británica] arrojó un millón de toneladas de bombas sobre el territorio enemigo, que de las 131 ciudades atacadas, en parte sólo una vez y en parte repetidas veces, algunas quedaron totalmente arrasadas, que unos 600.000 civiles fueron víctimas de la guerra aérea en Alemania, que tres millones y medio de viviendas fueron destruidas, que al terminar la guerra había siete millones y medio de personas sin hogar (...) ...pero qué significaba realmente todo ello no lo sabemos.


2.
En pleno verano de 1943, durante un largo período de calor, la Royal Air Force apoyada por la Octava Flota Aérea de los Estados Unidos, realizó una serie de ataques aéreos contra Hamburgo. El objetivo de esa empresa, llamada "Operation Gomorrah", era la aniquilación y reducción a cenizas más completa posible de la ciudad. En el raid de la noche del 28 de julio, que comenzó a la una de la madrugada, se descargaron diez toneladas de bombas explosivas e incendiarias sobre la zona residencial densamente poblada situada al oeste del Elba, (...). Siguiendo un método ya experimentado, todas las ventanas y puertas quedaron rotas y arrancadas de sus marcos mediante bombas explosivas de cuatro mil libras; luego, con bombas incendiarias ligeras, se prendió fuego a los tejados, mientras bombas incendiarias de hasta quince kilos penetraban hasta las plantas más bajas. En pocos minutos, enormes fuegos ardían por todas partes en el área del ataque, de unos veinte kilómetros cuadrados, y se unieron tan rápidamente que, ya un cuarto de hora después de la caída de las primeras bombas, todo el espacio aéreo, hasta donde alcanzaba la vista, era un solo mar de llamas. Y al cabo de otros cinco minutos, a la una y veinte, se levantó una tormenta de fuego de una intensidad como nadie hubiera creído posible hasta entonces. El fuego, que ahora se alzaba dos mil metros hacia el cielo, atrajo con tanta violencia el oxígeno que las corrientes de aire alcanzaron una fuerza de huracán y retumbaron como poderosos órganos en los que se hubieran accionado todos los registros a la vez. Ese fuego duró tres horas. En su punto culminante, la tormenta se llevó frontones y tejados, hizo girar vigas y vallas publicitarias por el aire, arrancó árboles de cuajo y arrastró a personas convertidas en antorchas vivientes. (...) En algunos canales el agua ardía. (...) Nadie sabe realmente cuántos perdieron la vida aquella noche ni cuántos se volvieron locos antes de que la muerte los alcanzara.
Y lo que sigue después, lo que cuenta de lo hallado al día siguiente, es mucho peor.

3. Nosotros por estos lares, los argentinos por lo menos aunque me atrevería a decir que todos los que nos informamos a través del cine estadounidense y occidental en general, no estamos muy enterados de las atrocidades de la guerra aérea yanqui en el mundo. Incluso conocemos el dato de la bomba atómica, que según wikipedia mató 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, y no solemos ponerlo en perspectiva. Como si por respeto a las víctimas del genocidio nazi no se debieran mencionar las de los yanquis e ingleses. Y no lo hacemos a propósito eh. El caso de los bombardeos sobre Alemania es peor porque casi no los conocemos. Yo me enteré de la barbaridad que fue el ataque a Dresde recién cuando leí Matadero Cinco, de Kurt Vunnegut, que como creo haber dicho ya, es un libro que es muy importante que lean todos ustedes, y además es brillante y hasta es divertido.

4. Sobre la historia natural de la destrucción es en realidad un conferencia que da Sebald una vez en la que se supone que va a tratar de literatura. Cosa que hace, cómo que no. Habla de literatura alemana de pos guerra y de cómo los bombardeos no aparecen en ella. Habla después, de la memoria. De cómo hay que "olvidarse" de algunas cosas para poder seguir cuerdos. Es un libro interesantísimo, y eso que no conozco a casi ninguno de los autores que nombra y si los conozco es de nombre nomás. Muy recomendado para el que quiera conocer del tema.

5. La parte en la que habla del zoológico de Berlín después del bombardeo es impresionante.

sábado, 14 de enero de 2012

Ni sillas azules, de Sebastián Bruzzese

1. Se lee en dos horas.

2. Es la novela de un poeta. Además, es la primera novela de Sebastián Bruzzese, que antes de esto había publicado poesía y después publicó... ta difícil la pesquiza. Les puedo decir que en el Festipulenta vendían un libro de poesía suyo, presumo que nuevo.

3. Estoy por contar algo hippie, pido perdón de antemano: estábamos en San Marcos Sierras (lo dije) y entramos a la librería/negocio de semillitas a ver qué había. Entre mucha bosta y libro usado incomprable encontré éste y lo compramos. Dato curioso extra: el otro que compramos fue el de poesía de Bolaño, ese verde. El epígrafe de Ni sillas azules es un poema de Bolaño que está en ese libro que ahora no encuentro. El verde, sabén cuál les digo. Bueno, un flash.

4. Helena espera en un aeropuerto casi vacío, de noche. Tiene un libro de Clarice Lispector con su foto en la tapa y un tupper con sangüiches. Y mucha calentura. Y recuerda cosas. Ese sería el resumen, a mi entender. Para una reseña con palabras mejor buscadas, acá hay una. De todas maneras no estoy muy de acuerdo con el autor de esa reseña: él dice que en la novela no hay que buscar un conflicto, cuando el conflicto está clarísimo y reviste un índole SESUAL, como diría el Dr. Dyango. El chico, el exnovio, la examiga, la azafata, la mar en coche. Perdón por banalizarlos, señor Bruzzese, señor Petroni. El libro me gustó.

5. A Mariano también le gustó. Dijo:- Me gusta la noción de espacio y tiempo que maneja. Me gusta como se mueve [Helena]. Y que parecía una novela-poesía, una novela poema. A Delfi Campeón también. Delfi:- Me gustó bastante en principio, sobre todo las imágenes que describía, hablaban mucho más que las acciones. Me sentí un toque identificada con la protagonista, queriendo garcharse a todos y siendo vegetariana (risas). También me copó mucho que lo único que tenía que hacer ella era esperar en un lugar en el que todos estaban de paso, la hacía muy anónima y libre, aunque era obvio que se estaba escapando de todo lo que te contaba que ella era, según mi interpretación. Y Denu:- Me re gustó, es un buen libro para leer en un ratito libre. Está bueno que transcurra en un periodo corto de tiempo y que se trate de una persona que está sola y espera, en qué piensa, cómo ve a los que la rodean y cómo mata el tiempo... Es raro que finalmente no te cuenta demasiado de su vida, como que te va tirando alguna data pero no tanta como yo espero cuando leo un libro, de todos modos funciona bien así. En cuanto a cómo está escrito me gustó que cambiara de modalidad todo el tiempo, que a veces esté en primera persona y otras en tercera o como diálogo. Las partes sexuales [sesuales, digo yo] estaban muy bien transmitidas pero por ahí para lo que dura el libro ocupaban mucho. Es un libro de muy fácil lectura y llevadero. Espero te sirva, estoy algo quemada y no fue fácil hacer memoria de qué pensé cuando lo terminé (risas). Besos! Denu.

No es país para viejos, de Cormac McCarthy

1. Gracias Nacho Pattin por el regalo de navidad.

2. Lo presté, así que este post va un poco de memoria. Hace mucho tiempo que quería leer algo de Cormac McCarthy. Me daba curiosidad todo lo que se decía de él en reseñas y blogs, la historia de Oprah (resulta que McCarthy es medio ermitaño pero le dio una entrevista a Oprah, y además resulta que Oprah en su sección de libros no recomienda cosas tan oscuras y de golpe es fanática de McCarthy: la anécdota la leí en quichicientos lugares). Unos turistas abandonaron un ejemplar de The road en inglés y estaba juntando fuerza de voluntad para eso cuando apareció este otro, en castellano y recomendado, así que ta.

3. Si no vieron la película probablemente la experiencia de leerlo sea muy distinta de la que tuve yo. Por un lado, ya sabía lo que iba a pasar. Y por otro lado, los personajes tenían cara para mí, no las había decidido yo, y una de esas caras era de forma bastante irrevocable la de Javier Bardem. Para colmo yo esa película la vi de una de las peores maneras posibles: en un cine en España. O sea: doblada al castizo. La odié. Me daba cuenta de que la película debía ser buena, pero había como un filtro franquista entre ella y yo. (Recordemos que, y corríganme si me equivoco, las películas en España se doblan todas porque durante el franquismo era obligatorio, así como una medida nacionalista absurda, como cuando durante el gobierno de Galtieri no se podía pasar música en inglés en la radio). (Recordemos también que Bardem es español: o sea, tenía a Bardem actuando en inglés pero hablando en español con la voz de algún otro).

4. Lo que no sé -y me gutaría que alguien me diga- es si se entienden o no las situaciones de persecusión y de tiroteos que hay en el libro y que yo recordaba de la película en vez de imaginar. Dudo de que se entiendan, por lo menos en la traducción de Debolsillo.

5. Como sea, el libro está muy bueno. McCarthy escribe de una manera altamente yanqui: vieron cuando los autores describen acciones y nada más, nunca un sentimiento; bueno, así. Salvo en los monólogos del sherif, que son de lo mejor de la novela, por cierto. No les cuento la trama porque me hubiera gustado leerlo sin saber nada, como Denu, a la que el libro le pareció: [dejamos el espacio para cuando lo termine].

sábado, 7 de enero de 2012

La foto del coronel, de Eugène Ionesco

1. Encontré este libro en la biblioteca de mi abuela, en el cuarto de los libros discriminados. Si alguien lo leyó fue por lo menos treinta años atrás. La edición es de Losada, 1967. La tapa es fea pero la portada es linda y en dos colores.

2. Son cuentos de Ionesco, refamoso dramaturgo del absurdo que todo estudiante de teatro tuvo que haber oido mencionar y que yo conocí cuando Alan Lerch le regaló o prestó a Joni el libro que tiene El rey se muere y otras obras, probablemente el libro de Ionesco más fácil de conseguir en Buenos Aires.

3. Como dramaturgo Ionesco es genial. Como cuentista, es pasable. Dos de los cuentos del tomito este son versiones originales en prosa de posteriores obras de teatro ("El peatón del aire", de un tipo que vuela, en plan onírico y absurdo, y "Rinoceronte", en el que la población de una ciudad se va convirtiendo en rinocerontes). El cuento del título y el primero del índice ("Oriflama") son los más interesantes: los que más zafan de la metáfora obvia y un poco grasa. Otro de los cuentos se llama "El cieno" y es un bodrio.

4. Al final del libro y a modo de yapa hay unos fragmentos de un diario de Ionesco del año '39 que escribió durante su visita a un pueblo en Rumania en el que había vivido de chico. Es lo único que realmente vale la pena del libro. Algunas partes son muy emocionantes. La melancolía por la juventud perdida se mezcla con el clima de nazismo e intolerancia que percibe Ionesco y que transmite muy bien. Cuando lo leía me acordé de algo que pensé hace mucho: es raro, pero cuando escribís un diario, aunque pienses que no se lo vas a mostrar a nadie, es muy difícil evitar estilizarlo todo. Es más: a lo mejor uno poetice más de lo normal, justamente porque no se lo pensás mostrar a nadie. Y claro, lo otro es que uno escribe dirigiéndose a un alguien. Un párrafo del diario de Ionesco dice esto y nada más:
Estoy poseído por el demonio de la literatura. Pero no, pero no, no hay que avergonzarse de ello.

lunes, 2 de enero de 2012

Ceremonia secreta, de Marco Denevi

1. Libro muy corto (95 p.) que leen los chicos en el colegio de este autor mejor conocido por Rosaura a las 10. Se trata de una viuda amargada que de pronto se ve llevada por la curiosidad y sigue a una loca hasta una mansión en la que le confieren el papel de dueña y señora. A lo largo del libro se van develando los misteriores, como suele ocurrir.

2. Se destacan dos cosas: el vocabulario y el humor. Me llamó mucho la atención cómo el vocabulario que usa es tan rico que hay miles de palabras que no se repiten nunca. Impávidos, carozo, orografía de golosinas, inexorable herrumbre, sardónica sonrisita, espulgado, urticantes intimaciones, macramé. Así, pasando de páginas, apuesto a que todas esas no se repiten, y así miles más. Podrá no gustar, pero es mucho más elaborado y difícil escribir así que un Casas, por decir uno contemporáneo. Y el humor, eso, es gracioso. Por la trama se parece a la literatura de Puig. No sé si se conocían, ni siquiera si son de la misma generación (creo que Puig es más reciente).

3. El final es peor que el principio, pero de todos modos es un lindo libro. Recomiéndolo.

domingo, 1 de enero de 2012

Remanente de invierno y otras obras, de Rafael Spregelburd

1. En lo que va del 2012 llevo leídos tres libros que en realidad pertenecen a la aún inmensa remesa de libros empezados y nunca terminados que pesan en mi conciencia y reposan junto a mi lecho. Éste, y los dos que siguen más arriba.

2. Rafael Spregelburd es un dramaturgo, director, actor y teórico argentino. Y es todo eso posta. Ah, y traductor. En este último rol ya lo halagamos merecidísimamente cuando reseñamos el libro de Sarah Kane y pronto lo volveremos a hacer cuando leamos el de Berkoff que nos espera. También lo vimos cuando entrevistó, tras la larguísima e insporortable función, al director y a protagonista de Hamlet, esa puesta de mierda alemana que vino al FIBA. Como teórico lo leímos ahí en el libro de Kane y también lo podemos ver acá (tarda un poco en llegar a donde quiere ir pero vale la pena. Y disculpenlo por el vestuario, todo no se puede). Como actor lo vimos en El hombre de al lado y lo vimos en Todo, obra suya propia donde las mejores partes eran aquellas en las que él no actuaba (en particular, toda la primera parte). Y bueno, ahora leímos estas seis piezas suyas, ordenadas cronológicamente, de las cuales pasaremos a opinar descarada, infundada y casi siempre favorablemente en el punto 3 y subsiguientes.

3. Remanente de invierno es una masa. Fue estrenada en Buenos Aires en 1995, cuando nosotros estabamos en 3º grado con el moré Ariel. Se trata del topo Gigio y de conductores de un programa de concursos que salen de la televisión y se cojen a los espectadores y de una nena que no usa las preposiciones correctamente y de un plomero y un electricista que se instalan en casa de la gente y me hicieron acordar a los técnicos de Brazil y también de una heladera fugitiva. Más específicamente y sin dejarme influenciar por los paratextos, se trata de la gente pelotudizada frente a la TV, años antes de Bailando por un sueño.

4. Canciones alegres de niños de la patria es una obrita corta y que mucho no me dijo, razón por la cual suspendí la lectura del libro pongamoslé en abril de 2011 y la retomé recién ahorita.

5. Y entonces leí Cuadro de asfixia. Ta buena. Tiene que ver con Farenheit 451 de Bradbury, es como una adaptación libre, como una historia que ocurre en el mundo de Farenheit. Me sigue gustando más la del punto 3.

6. Raspando la cruz. Tremenda obra que debe haber estado buenísimo ver. Hay nazis y después todo se desordena.

7. Satánica. Un monólogo.

8. Un momento argentino. Muy buena. Pieza corta armada por encargo de una fundación británica que debía hablar de los derechos humanos en el contexto de diciembre del 2001.

9. Tanto esta última como las otras obras del compilado están rodeadas de notas, aclaraciones epílogos. Sobre Un momento argentino dice Spregelburd en el prólogo de Dubatti: "Esta obra tiene para mí el raro mérito de ser mucho más breve que todo lo que he tenido que escribir sobre ella. Ojalá me ocurriera más frecuentemente". Justamente, si bien las obras me gustaron, lo que más interesante me resultó de Remanente de invierno y otras obras son todos estos paratextos. Algunos son de otros autores: textos preparados para repartir en la función, o en el caso de Raspando... un capítulo de un libro de Umberto Eco, pero más que nada son notas del propio Spregelburd, aclaraciones que le parecieron necesarias para el lector de estas obras que no fueron específicamente pensadas para ser leídas. La voz de Spregelburd está tan presente a lo largo de todo el libro que incluso en el prólogo de Dubatti la mitad de su extensión se compone de la transcripción directa de respuestas de Spregelburd en una entrevista. Y está bien, porque la tiene clara.