viernes, 21 de febrero de 2014

2666, de Roberto Bolaño

1.
Cuando estaba en sexto grado de la escuela primaria, un día le mentí a la maestra. Le dije que había leído El Hobbit, de Tolkien, cuando en realidad recién había leído 10 páginas de "Una tertulia muy inesperada", de las que no había entendido demasiado, y que fueron las únicas que llegué a leer en esa ocasión. Se ve que por algún motivo me quedó esa anécdota en la memoria -la culpa por el libro no leído-, porque sin venir a cuento me acordé de ella ahora que acabo de terminar de leer 2666, de Bolaño, por casi segunda vez. La primera lectura había sido inconculsa y se había desarrollado de la siguiente manera: entre enero y marzo-abril de 2012, transcurrió desde el principio, todo derecho, hasta "La parte de los crímenes", que logré terminar; luego leí el comienzo de "La parte de Archimboldi", a la que llegué agotado, y al poco tiempo abandoné. La segunda lectura fue conclusa, pero parcial: lo que pasó fue que cuando en diciembre pasado quise retomar desde donde había abandonado, no pude conmigo mismo, y para recordar qué sabíamos de Benno von Archimboldi en la parte de los críticos empecé todo de nuevo; una cosa llevó a la otra y a fin de cuentas leí todo otra vez. Excepto por los asesinatos, de la parte de los crímenes. Sabiamente -me congratulo de mi decisión- en esta segunda lectura saltié los párrafos forenses de la cuarta parte, emulando a Adonai, que saltió las puertas de los judíos en Egipto. En vez de una marca de sangre, mis señales eran los principios, casi siempre del tipo de "se encontró el cadáver de", y los finales, casi siempre de la especie de "el caso quedó sin resolver y al poco tiempo se archivó".
El Hobbit lo leí dos años después del primer intento, en primero del secundario.

2.
2666 es lo más. No hay con qué darle. Bien lo dijo Fresán (quien por cierto, hace -sin duda- un cameo en la novela) en éste artículo. Lejos estoy de haber leído todo Bolaño, pero leí mucho y puedo arriesgar que 2666 es EL libro del tipo. Aún más lejos estoy de haber leído toda la literatura universal, pero lo mismo puedo decir que 2666 es una de las mejores novelas del universo. Y lo digo impunemente, porque no hay nada más impune que la crítica literaria amateur.

3.
Como saben, los cuatro más capos del mundo son (y seguimos con la impunidad) Bolaño, Dostoievski, Bukowski y Cortázar. Entonces, en tren de comparar, 2666 es a Bolaño como Los hermanos Karamazov es a Dostoievski. Ambas novelas son la última novela del autor, ambas parecen reunir los temas recurrentes, ambas novelas son monumentales. (Ambas las leí de vacaciones). (Pregunta para la reflexión: ¿entonces Los detectives salvajes es a Bolaño como Crimen y castigo a Dosto? Aún no leí Crimen y castigo). Igualmente, 2666 es a Bolaño como Pulp es a Bukowski: es la última y es la mejor. Cortázar no tiene su 2666, porque El libro de Manuel es muy inferior a Rayuela, que a su vez se parece más a Los detectives que a 2666.

4.
El año pasado se cumplieron diez años de la muerte de Bolaño, y en los medios culturales salieron muchas notitas. Me acuerdo que en una se hablaba del mito Bolaño en EE.UU.: parece que allá inventaron un Bolaño que les gusta más, que escribía así porque era heroinómano, trolo y etcéteras. Una gilada. La nota de Jonathan Letham (premio nacional en EEUU, uno de esos autores inflados por Ophra e incluso por Obama) para el New York Times goza de una increíble falta de veracidad biográfica. Primero, dice que Bolaño murió (a sus 50) de una enfermedad que pudo haber sido originada por el uso de heroína cuando joven: primera vez que leo eso. Después dice que los últimos diez años de su vida se dedicó a escribir vorazmente (cierto), acechado por la pobreza (not, por lo menos los últimos años de su vida eso ya no es cierto). Después insiste con la heroína ("the low truths he knew as rebel, exile, addict": la verdad que el sabía en tanto rebelde, exiliado, adicto"... ¿whaaaat?). Más allá de estas cuestiones, cuando habla del libro, lo que dice Letham es interesante. Obviamente, son todos elogios. Me llamó mucho la atención la referencia a Cortázar: 
Bolaño has been, because of his bookishness, compared to Jorge Luis Borges. But from the evidence of a prose always immediate, spare, rapturous and drifting, always cosmopolitan and enchanted, the Bolaño boom should be taken as immediate cause for a revival of the neglected master Julio Cortázar. (Cortázar’s name appears in “2666,” but then it may seem that every human name appears there and that Bolaño’s book is reading your mind as you read it. 
Bolaño ha sido, debido a su -¿libresquisimo? ¿meta-literaturidad? algo así-, comparado con JLB. Pero, frente a la evidencia de una prosa siempre inmediata, libre, extática y a la deriva, siempre cosmopolita y encantada, el boom Bolaño debería funcionar más bien como una causa inmediata para un revival del olvidado maestro Julio Cortázar. (El nombre de Cortázar aparece en 2666, pero igualmente pareciera que cada nombre humano aparece en 2666, y que el libro de Bolaño te lee la mente mientras lo leés).
Después Letham se mete a reseñar cada parte por separado. A "La parte de los crímenes" y su mecanismo la compara con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Murakami. Todavía no la leí, la está leyendo Marian y la tengo en gatera hace años. 

5.
En Breves apuntes de autoayuda, Casas dice que a "La parte de Amalfitano" le falta "una horneada más". Mmmh. Puede ser. Mi parte favorita es la de Fate. Sería una excelente película.

6.
En la página 779, la diputada Azucena Esquivel Plata refiere un diálogo que tuvo con Loya, detective privado, del siguiente modo:
En México uno puede estar más o menos muerto, me contestó muy seriamente. Lo miré con ganas de abofetearlo. Qué tipo tan frío y reservado era ése. No, le dije casi silabeando, ni en México ni en ninguna otra parte del mundo alguien puede estar más o menos muerto. Deje de hablar como si fuera un guía turístico. O mi amiga está viva, y entonces quiero que la encuentre, o mi amiga está muerta, y entonces quiero a sus asesinos. Loya sonrió. ¿De qué se ríe?, le pregunté. Me ha hecho gracia lo del guía turístico, dijo. Estoy harta de los mexicanos que hablan y se comportan como si todo esto fuera Pedro Páramo, dije. Es que tal vez lo sea, dijo Loya. No, no lo es, se lo puedo, asegurar, dije yo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Metamaus, de Art Spiegelman

1.
Maus es una de las novelas (gráficas) más importantes y más mejores que haya leído nunca, y siempre me sorprendo cuando alguien no la conoce. Obviamente, mucha gente no conoce y ni siquiera oyó hablar de Maus, y menos de Art Spiegelman. Yo leí Maus de chico, como a los 12 calculo, y después una y otra vez en esos años en que releía las historietas sin parar (las de mi papá -los Asterix, los Lucky Luck, las Tintín, las de Robin Wood...- y las nuestras -las Dragon Ball de Planeta Agostini, las Ranma 1/2 de Ivrea...-). De mis lecturas juveniles me acuerdo que me impactaba sobre todo cuando, en medio del libro habitado por ratones, aparecía inserto el breve cómic Prisionero en el Planeta Infierno, que no sólo es protagonizado por personajes humanos sino que además incluye una fotografía de Art con su madre. La historieta era impactante de por sí (hay una madre que se suicida, en un cuadrito la vemos muerta en la bañera), pero creo que mayor era la impresión que me causaba la irrupción del rostro humano en el verosímil ratonil.

 

2.
De qué va Maus: Art Spiegelman entrevista a su padre, Vladek Spiegelman, como insumo para su proyecto de hacer una historieta que cuente la historia de vida del susodicho. El susodicho, por su parte, fue prisionero y es sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. Maus es entonces una historieta sobre la historia del holocausto, y una historieta sobre hacer una historieta, y una historieta sobre la relación entre un padre y un hijo que se llevan bastante mal y que tienen entre ambos la presencia fantasma de una madre suicida. A todo esto, los judíos son representados como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como cerdos, los yanquis como perros, los franceses como ranas, etc. Se publicó en Estados Unidos entre 1980 y 1991 en una tal revista Raw, editada por el autor, y después en dos tomos traducidos a un chingo de idiomas. Y ganó el Pulitzer. 


3.
Ahora bien, el libro que leí en esta ocasión no es Maus, sino Metamaus. Como su nombre lo indica, Metamaus es un libro sobre Maus. Por algún error en la Matrix, el coso de tapa dura y páginas a todo color, con DVD incorporado, se conseguía en librerías a 120 pesos (whaaaat) y como un nabo me lo perdí, ya no creo que se consiga. El grueso del libro es una larga entrevista de una señora Hillary Chute a Art Spiegelman, enfocada en tres grandes preguntas que se descomponen en otras tantas: ¿por qué el holocausto?, ¿por qué ratones? y ¿por qué un cómic?. A partir de estos ejes, Spiegelman habla de la su vida, de su padre, de las conversaciones que grabó para el libro y de la investigación para documentarse correctamente, de las reprecusiones, y etcétera. Todo adobado con muchas muchas ilustraciones, que incluyen bocetos, páginas descartadas, otras historietas suyas, algunas realizadas ad hoc, fotos, imágenes ajenas que funcionaron como referencias para el trabajo, entre otras cosas. El libro también contiene tres breves entrevistas a la mujer de Spiegelman (que también es un personaje de Maus) y a sus dos hijos, y al final de las entrevistas, en hoja de otro color, una serie de anexos que debo confesar que, contra mi propia normativa, no leí: la desgrabación de las entrevistas a Vladek en las que se basó Maus, una investigación de Art contemporánea a Maus en la que entrevistó a mujeres que habían conocido a Anja (la madre) en los campos de concentración nazis, una cronología de Maus y un índice analítico. Es exclusivamente un libro para fans de Maus, y no tiene sentido leerlo sin antes leer la obra original, pero una vez superado eso, es también, independientemente, un libro muy interesante sobre la memoria del holocausto, sobre la producción artística "basada en hechos reales", e incluso sobre el dibujo en particular.