martes, 20 de diciembre de 2016

Las nubes, de Juan José Saer

1.
NO HABÍA LEÍDO A SAER OK? Bueno, es capo.

2.
Como es lo primero que leo de Saer, no tengo punto de comparación y no sé cuán Saer es esta novela. Es de 1997, es la anteúltima novela que sacó (la última es La grande, de 2005), y me faltará investigar si es una escritura muy distinta a la de sus comienzos en los '60s. Por ejemplo, desconozco si Saer solía escribir novelas de época. Esta sucede en 1804, por caso, aunque comienza en el presente, cuando alguien que vendría a ser el escritor, asumo que el propio Saer, recibe en París un disquette (sí, un disquette) con el manuscrito de lo que leemos a continuación, el relato en primera persona del doctor Real, un proto-psiquiatra que a fines de la época colonial funda junto al austriaco Dr. Weiss una casa de salud mental cerca de Buenos Aires. El joven Dr. Real debe trasladar a cinco pacientes desde Santa Fe hasta la clínica, y lo que debería haber sido un viaje de quince días se convierte en una espera de meses y un viaje de largas semanas.

3.
Ahora bien, lo que sí puedo decir es que Las nubes guarda un notable parentezco con Zama de Di Benedetto (1956), al punto de que diría que Las nubes es una versión de Zama, o un Zama reescrito por Saer. Similitudes: la época en que está situado; un personaje extranjero que espera en una ciudad de poca monta (o con ojos de extranjero, en este caso el Dr. Real es un argentino, incluso un entrerriano, pero que no siente ya ningún lazo de cercanía con su patria y que incluso escribe desde la España de 1830 lo que recuerda de su aventura); el caso de la monjita lasciva y el jardinero detenido en espera de su condena a muerte, que se parece al caso en Zama del hombre que mató a su mujer; el caso del Dr. Weiss perseguido por un marido despechado. Ahora procedo a googlear "las nubes saer zama". Dice Saer en 1973:

Si los críticos de habla española hablaran de los buenos libros y no de los libros más vendidos y más publicitados, de los libros que trabajan deliberadamente contra su tiempo y no de los que tratan de halagar a toda costa el gusto contemporáneo, Zama hubiese ocupado en las letras de habla española, desde su aparición, el lugar que merece y que ya empieza, de un modo silencioso, lento y férreo, a ocupar: uno de los primeros. Zama es superior a la mayor parte de las novelas que se han escrito en los últimos treinta años, pero ninguna buena novela latinoamericana es superior a Zama.
Zama no se rebaja a la demagogia de lo maravilloso ni a la ilustración de tesis sociológicas; no se obstina en repetirnos las viejas crónicas familiares que marchitan la novela burguesa desde el siglo XIX; no divide la realidad, que es problemática, en naciones; no da al lector lo que el lector espera de antemano, porque los prejuicios de la época hayan condicionado a su autor induciéndolo a escribir lo que su público le impone; no honra revoluciones ni héroes de extracción dudosa, y sin embargo, a pesar de su austeridad, de su laconismo, por ser la novela de la espera y de la soledad, no hace sino representar a su modo, oblicuamente, la condición profunda de América...

(Lo saco de acá).
Así que lo había leído por lo menos.

4.
Mi ejemplar está firmado por Saer. Aunque no para mí, sino para el anterior propietario del libro, el arquitecto Osvaldo Giesso, afectuosamente.


lunes, 12 de diciembre de 2016

El cine y lo que queda de mí, de Hernán Musaluppi y Pablo Chernov

1.
Llego un poco tarde a un libro que tiene algo de coyuntural, podría decirse. El cine y lo que queda de mí es un libro de 2012, escrito por el productor cinematográfico Hernán Musaluppi (Rizoma) en colaboración con Pablo Chernov (y la colaboración consiste en que Chernov, por momentos, asume el timón del libro y habla en primera persona y en primer plano). Es un libro raro, publicado por Capital Intelectual en una colección que se llama Confesiones, pero que se presenta en principio como un texto sobre la producción de películas. Dice Musaluppi: "En el comienzo, tuve la intención de generar un texto teórico a partir de la experiencia práctica (...) Con el correr del tiempo y de las sucesivas reescrituras, el cine fue perdiendo terreno ante la irrupción de textos híbridos, menos técnicos, pero más personales y reflexivos". Esos textos a veces no hablan de cine, ni lo rozan, salvo en la persona de Musaluppi. Así que el libro es como un ensayo sobre la producción de cine en Argentina, que incluye voces de otros productores, mezclado con anécdotas sobre cine argentino, chismes, y todo eso mezclado con relatos autobiográficos de Musaluppi, sus depresiones, su afición al rock and roll, entre otras cosas. El libro fue medio un boom dentro del ambiente audiovisual argentino en su momento, porque Musaluppi es uno de los productores importantes de nuestro país (fue el productor de Rejtman y de Trapero en los '90s, y después en los 2000 fundó Rizoma y produjo cosas como El custodio, Un novio para mi mujer, entre otras) y porque en el libro le pega fuerte a algunos nombres (en especial a Santiago Mitre, de El estudiante, y a Fadel, de Los salvajes, directores que por algún motivo o pertenencia de clase pueden sustraerse del apoyo del INCAA para producir y que hacen una especie de militancia de eso) y a algunos rubros. Ejemplo: "Los programadores y los críticos, al igual que los funcionarios y los representantes de actores (estos últimos estarían en el círculo más bajo del Infierno de Dante) trabajan con material que no les es propio: la obra de un tercero. Y, como consecuencia de ello, ejercen una profesión en la que no existe el riesgo. (...) Los programadores, salvo escasas excepciones, viven de seleccionar las películas de sus amigos, o las que 'hay que elegir' por moda o por compromiso, o aquellas que les garantizan la continuidad en sus viajes de curaduría barata alrededor del mundo y se convencen de que, de esa manera, lograrán construir un espacio duradero de poder". 

2.
Igual lo que más me gustó fue la aventura tucumana de la productora Sazy Salim, que con anécdotas como esta que relata Pablo Chernov, o la que me contó ella una vez sobre su breve experiencia de incógnito como Sazy Salimsky para producir El rey del Once de Daniel Burman, debería tener un libro propio.

3.
Acá hay un fragmento del libro: http://www.elamante.com/noticias/1679/

miércoles, 7 de diciembre de 2016

El primer hombre malo, de Miranda July

1.
Este libro es excelente muy espectacular. Manso libro.

2.
No, en serio. Empieza medio raro, no se entiende si es un fiasco (pero es Miranda July, no puede ser un fiasco, a ella la queremos), algo en la traducción en neutro te la baja (cita rándom: "me apresuré por el estacionamiento con el móvil en las manos"). El comienzo es arduo y no sólo por la traducción: primero cuesta entrar en el código y resulta forzado, el humor parece chapucero, la protagonista parece una boluda. Hasta que -SUDDENLY- tiene lugar el primer giro de los acontecimientos. Todo, lo que ya venís leído, se enturbia. La historia se pone kinki. Y luego más tarde se pone de amor, y después se vuelve de amor y sordidez, y después de amor de nuevo pero en serio re sentido re enternecedor o tiernizador. Por lo menos a mí (que quizás soy un lector un poco ingenuo pero no por completo) me parecieron increíbles los giros.

3.
Notable lo buena que es Miranda haciendo cada cosa que hace en sí misma, sean películas, libros, perfos. Me refiero a que El primer hombre malo es muy genuinamente una novela, para nada es una película escrita o un guión en prosa (aunque sería una buena película, pero eso bien mirado pasa con todos los libros).

4.
Cheryl y Clee, qué personajes la puta madre. Y en particular, qué pormenorizado el personaje de Cheryl. Analogía interdisciplinaria: no sé si vieron Ponyo. En Ponyo (y en Totoro) me parece alucinante el detalle y la verosimilitud de los movimientos y las reacciones de los personajes-nene-chiquito. Están dibujados pero parecen reales, es lo que más me asombra de los superpoderes de Hayao Miyazaki y lo mejor logrado que le vi en ese sentido es este niño Sousuke de Gake no ue no Ponyo también conocida como Poño el niño pez (que es una niña, ¿por qué entonces el niño pez?).
Con Cheryl me pasa algo similar. Podría pensar que las reacciones de Cheryl a cada uno de los acontecimientos que se le imponen -o que se autoinflinge- en la novela son el motor de la quetejedi y la causa de mi asombro.

5.
Me gustó mucho. La re banco a la Miranda July. La trama no se las cuento porque es mejor entrar sin saber nada de nada.