lunes, 21 de enero de 2019

Memoria de un niño, de Jorge Amado

1.
Es un librito muy chiquitito de esos de Alianza Cien que se consiguen por dos mangos en las librerías de la calle Corrientes. En este caso, unas páginas bastante magras del bahiano Jorge Amado, ese muchacho nacido en 1912 y muerto en 2001 que supo rozar el boom latinoamericano y del que no había leído libro alguno en los últimos diez años, pero de quien supe leer en mis años mozos Tereza Batista cansada de guerra (que estaba buenísimo aunque no me acuerdo nada) y La muerte y la muerte de Quincas Berro Dagua (que ídem). Este tiene jagunços, caboclos, hacendados, prostitutas, milagros, lo de siempre. También tiene algunas reflexiones de Amado muy en el orden de las ideologías son malas, Chaplin es bueno. Nada más.

martes, 15 de enero de 2019

Un hombre enamorado o Mi lucha: 2, de Karl Ove Knausgård

1.
Mi lucha es una saga de libros autobiográficos sobre nada, o sobre la vida cotidiana de un escritor de casi cuarenta años de mediano reconocimiento (por lo menos hasta este tomo segundo), que se enamora, se pelea, tiene momentos depresivos, tiene hijas e hijos, parientes que envejecen, anhelos, nada fuera de lo normal. Es el cotidiano (el cotidiano nórdico) llenándo páginas y páginas. Pero detrás de lo inane, se esconde lo sublime. Porque Mi lucha es súper romántico (en el sentido decimonónico, allà Maeterlinck).
     No podíamos apropiarnos de eso. Podíamos creer que nuestro mundo lo incluía todo, podíamos dedicarnos a nuestras cosas aquí abajo, a la orilla del mar, a dar paseos en nuestros coches, a llamarnos y a visitarnos los unos a los otros, a comer y a beber, a quedarnos sentados dentro, dejándonos llenar de los rostros, opiniones y destinos de los que aparecían en la pantalla de la televisión, en esa simbiosis medio artificial y extraña en la que vivíamos, y quedarnos cada vez más adormecidos, año tras año, en la idea de que eso era todo lo que había, pero si levantábamos la mirada y contemplábamos todo esto, el único pensamiento posible era el de no usurpación e impotencia. ¿No era pequeño y mezquino aquello en lo que nos habíamos adormecido? Pues sí, los dramas que veíamos eran grandiosos, las imágenes que absorbíamos sublimes y de vez en cuando incluso apocalípticas, pero hablando en serio, ¿qué papel desempeñábamos nosotros en eso?
     Ninguno.
     Pero las estrellas brillan sobre nuestras cabezas, el sol arde. La hierba crece y la tierra, bueno, la tierra se traga todo lo que es vida y borra todas las huellas, vomita luego nueva vida en una cascada de miembros y ojos, hojas y uñas, pajas y colas, mejillas, pieles, corteza e intestinos, que se vuelve a tragar. Y lo que nunca llegamos a entender del todo, o no queremos entender, es que todo esto ocurre fuera de nosotros, que nosotros no formamos parte de ello, que no somos más que lo que crece y muere ciegamente, igual que son ciegas las olas del mar.
(p. 478)

2.
Mientas que el tomo primero (La muerte del padre) empezaba en el presente de la narración para después hacer un gran flashback a la infancia, y primera adultez del Karl Ove, este segundo tomo empieza en el mismo presente de la narración del que se había alejado en el primer libro: Karl Ove con casi 40 años, dos hijas y un hijo, casado con Linda, habitando Malmö, no muy satisfecho de la vida. De ahí hace un pequeño o mediano flashback al comienzo de la relación con Linda (a quien conoce cuando abandona a su ex mujer y su vida en Noruega y se lanza a lo desconocido en Estocolmo, Suecia) y remonta todo el curso de su tortuoso vínculo con ella, pasando por el subeybaja emocional de las depresiones de ambos, el nacimiento de su primera hija (clímax absoluto del libro aunque esté antes de la mitad de la novela) y luego de los dos vástagos subsiguientes, hasta terminar donde comenzó, haciendo una suerte de estructura sandwich, al final de la cual los azorados lectores, tras 1200 páginas de la anodina vida del güero escritor noruego, llegamos por fin al punto de su biografía en que comienza a escribir el propio libro que estamos leyendo (o en realidad el tomo 1), logrando el uroboros literario y lanzándonos a la búsqueda del tercer tomo, que se denomina La isla de la infancia.

3.
Un par de cosas interesantes sobre este libro. Primero: nunca más confundiré Noruega con Suecia. Ahora sé la diferencia: Noruega es croto, Suecia es cheto. Segundo: a la mitad del libro pasa algo fenomenal. Karl Ove está aburrido, se mete en Google Earth, viaja por la internet hasta Comodoro Rivadavia (!) y después a Buenos Aires donde sobrevuela La Boca. Impresionante esa irrupción del noruego en mi propio mapa de la nada. Otras inserciones argentinas en la novela: en un momento habla de Borges, Cortázar y Calvino (como parte del mismo universo literario). En otro usa la camiseta de la selección. Creo que Argentina es el país "otro" más mencionado por Karl Ove. Debe ser lo que en su imaginario es el exotismo anhelado, el kibbutz del deseo.

sábado, 12 de enero de 2019

Casa transparente, de María Luque

1.
Casa transparente es un nombre hermoso, de un libro hermoso con el que la María Luque ganó el I Premio Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas, otorgado por un jurado internacional en Madrid. La María real nos cuenta seis historias en cinco ciudades (Buenos Aires, Rosario, Bariloche, Cusco, México) cruzadas por la situación de la casa ajena, del lugar ajeno que se vuelve casa por un rato. "El hotel no es tu casa" le dice una amiga mexicana. "Esta semana vivo ahí", retruca Luque. Los dibujos son hermosos y la sensibilidad que maneja María me deja siempre, no sé cómo decirlo, acongojado pero de lo lulu. Además en uno de los capítulos aparece Ioni.


miércoles, 2 de enero de 2019

La Villa, de César Aira

1.
Una de las mejores novelas que leí de Aira, y van muchas. Es espectacular, un 10, qué digo, un 11. Qué tipo capo, la yuta madre. Esta es de 1998, muy pariente de La guerra de los gimnasios (cuando hice la reseña de La guerra de los gimnasios Aira me caía mal, yo aún no había entendido nada), y comienza con un joven patovica de clase media y del barrio de Flores, Maxi, que por aburrimiento ayuda a las familias de cartoneros que ve por la calle a llevar sus enormes carros hasta la villa. Maxi es una especie de ángel bobo con superfuerza, y en algunos casos lleva en andas el carro con toda la familia de cartoneros encima. Y la villa no es una villa común. La villa tiene un centro secreto, místico. The plot thickens, como suele suceder. Nada de lo que cuente puede explicar la trama de esta novela, ni tendría sentido que lo hiciera, y mucho menos dar cuenta de lo magistral de su prosa. Así que para qué lo voy a intentar. Chau.