viernes, 22 de junio de 2018

¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!, de Kenzaburo Oé

1.
A mí en general me gustan los libros que leo, todos, en mayor o menor medida. Muchos me gustan mucho, soy fácil y tengo un criterio amplio. Pero este se lleva once aleschonfelds, es megaincreible, inspirational, tremendamente fuerte y una piña en la cara y no lo podés creer y lo amé. Igual, al mismo tiempo, no es un libro para todo el mundo, no porque no lo vayan a entender sino porque capaz no les pasa lo mismo que a mí, así que tampoco es que los estoy mandando a leerlo, pero UF.

2.
Resulta que el Kenzaburo (premio Nóbel 1994)  tiene un hijo con autismo. En la novela se llaman K y Eeyore, pero en la realidad el hijo se llama Hikari y tiene su propia entrada de Wikipedia. Porque Hikari es compositor. Acá un video con una horrible foto descriptiva.


3.
La novela, autobiográfica, cuenta la historia de Kenzaburo, su esposa, sus otrxs hijxs, y la relación con este niño que en principio no sabía hablar y que supo ser incluso violento pero después aprendió a comunicarse con música. Todo así como suena, incluso cursi, no lo es en el libro, que tiene tremenda fuerza realista y amor (cursi again). Hay una segunda dimensión en ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!, que está contenida en el libro, y es la de la lectura de William Blake, que atraviesa toda la experiencia de K (y supongo que de Kenzaburo) como padre de Eeyore/Hikari. No sé, es todo muy lindo, obvio que lloré, es un librazo y espero que lo puedan encontrar en las bibliotecas de sus helados corazones.

martes, 5 de junio de 2018

Infancia, de John Maxwell Coetzee

1.
Este libro está MUY bueno. Es la autobiografía en tercera persona -sección infancia- del premio Nóbel sudafricano, y con este sumo una figu más al álbum de los premios Nóbel, voy 24. Dale campeón.

2.
Juan Maxibien Coetzee nació en Ciudad del Cabo en 1940, así que su historia personal es también la historia de un niño blanco en el país del Apartheid, cuando ese sistema racista apenas estaba comenzando (no así el racismo, sí así el sistema). El niño Coetzee es blanco, pero no es afrikaner, tampoco es de clase alta, no es judío ni protestante (y se hace católico porque en la escuela lo obligan a elegir), y es a todos los usos un paria entre los suyos. Muy fuerte el capítulo en el que Coetzee se inscribe en el machismo junto a su padre, humillando a su madre por, wait for it, andar en bicicleta. Todo el libro es una suerte de mea culpa por haber sido ese chico débil que se acomoda para no ser víctima de nada (ni del padre, ni de los compañeros, ni de los maestros, ni de Sudáfrica), y una reivindicación sutil de su madre, que sostiene a la familia frente a la depresión crónica del padre. Es hermoso y re hermoso y se gana nueve aleschonfelds.