jueves, 29 de marzo de 2018

Madame Satã, de Luiz Antônio Aguiar y Julio Shamamoto

Fui a Brasil y me compré 7 (siete) libros de autores brasileros en su idioma original. Como sé que si no los leo ahora -con el idioma presente-, no los leo más, estoy atravesando la Campaña de Conquista Brasilera (porque Resistirse es Fútil, todos serán absorbidos). Este es el libro 4 de 7.

1.
Malísima, muy chota la historia y muy feos los dibujos. Pero la leí en portugués y me siento un capo.

Ya desde la tapa se ve chota, pero me quería comprar historietas en Brasil y fue lo que encontré. No me juzguéis.
2.
Me quedan dos libros y medio para culminar mi Campaña de Conquista Brasilera. Igual ya pasó bocha de tiempo de que viajé a Brasil. Dilma era presidenta, imaginate.


El Incal, de Alejandro Jodorowsky y Möebius

1.
Voy a tratar de no hacer la reseña expositiva en la que les explico que El Incal es una saga de historietas de ciencia ficción y misticismo guionadas por Alejandro Jodorowsky e ilustradas por Möebius, publicadas originalmente en francés en la revista Metal Hurlant entre los años 1980 y 1988, porque para eso está la reseña de Wikipedia.

2.
Pero es eso. Es como la cumbre del cómic europeo, el summum de la ciencia ficción, el ápice del dibujo. Miren esto, háganle zoom:


Qué pedazo de Dios del patriarcado, ¿no?

3.
Bueno. El problema de El Incal es Jodorowsky. También es obviamente su virtud, porque el universo de El Incal es puro Jodorowsky, pero también es su problema, porque Jodorowsky no es muy buen guionista. Es muy imaginativo, pero no le importa mucho la sofisticación de la narrativa. Entonces El Incal es una cosa que pasa atrás de la otra, medio como Lost, siempre hay una cosa más grande que contiene a la anterior en esta aventura metafísica donde de verdad está en juego el Universo. (Lost es para mí el arquetipo de eso: una narración en la que los conflictos no se resuelven, total quedan contenidos en el próximo conflicto en la secuencia de los acontecimientos). Esto hace que en principio no sea muy atrapante, me parece, de pronto, la narración. Pero los dibujos son tan buenos (Möebius es todo lo que está bien) que seguís, y en un momento te deja de importar que Jodorowsky se cague en todo, te empieza a gustar eso mismo, que la trama sea tan irresponsable (porque permite unas escenas espectaculares) y te metés, y la pasás re bien. Y no querés que termine. Pero después termina. En la edición integral de Reservoir Books que es esta qué leí yo y que está en venta ahora mismo en todas las librerías mainstream, espectacular súper china con tapa dura y tamaño Todo Mafalda, cuando terminan las cinco partes de El Incal hay una mini historieta más, y después hay un montón de páginas a todo color de una suerte de enciclopedia que nadie había pedido. Está llena de redundancias, aunque también algunas cosas interesantes tiene, sobre los orígenes del proyecto y los de algunas de las ideas. Resulta que El Incal es producto del famoso proyecto fallido de adaptar Dune, en el que Dalí iba a hacer de rey y Pink Floyd iba a hacer la música y todo eso. Jodorowsky conoció a Möebius porque lo contrató como storibordista de la pelicula, y los diseños de naves y personajes terminaron en muchos casos acá en El Incal. Gran historia la del proyecto que no fue. Hay un documental al respecto.

4.
EN CONCLUSIÓN: El Incal vale más la pena por Möebius que por Jodorowsky, no me subyugó pero me dio algunas alegrías, el tomo es curiosamente liviano para lo grande que es así que lo pude leer cagando (punto a favor) y si lo leés sos más culto, pero si no lo leés no pasa nada. Esta es la primera página:




miércoles, 7 de marzo de 2018

Teatro reunido, de Alejandro Acobino

1.
Hube visto, supe ver, una vez ví Rodando, obra de teatro unipersonal para hombre en silla de ruedas, y me flasheó. El hombre en la silla era Germán Rodríguez, que después se hizo conocido por una publicidad de un banco en la que había una pareja italiana, si mi memoria no me falla. En Rodando, un hombre en silla de ruedas contaba una película, el guion de una película, que además era una road movie. El juego de metatextualidades estaba buenísimo. Luego, otra vez supe ver Absentha, obra que nada que ver con la anterior. Abstentha se trata de un taller de poesía, tres alumnos y un profesor, todos pasados de edad, que se juntan a basurearse los trabajos entre ellos en el aula de un centro cultural venido a menos, hasta que todo se va al carajo. Hasta ahí podría haber estado contando cualquier obra del teatro independiente porteño (estructura: un grupo de personas patéticas, cada vez más patéticas, en un momento todo se va al carajo, griterío -clímax-, se calman y la obra se termina con apagón lento. Te acabo de contar Viejo, solo y puto, todas las obras de Kartún -que lo amo, ojo- y de Tolcachir, y no sé cuántas más). La diferencia con Absentha es que el típico irse al carajo independiente porteño no es el clímax de la obra, sino el fin de una suerte de segundo acto: a partir de ese momento la trama pega un salto copernicano allà Houellebecq (como cuando en H. pasamos del presente al futuro y sus libros se convierten en ciencia ficción, a veces sólo por unas pocas páginas) y todo lo que viene después rompe el horizonte de expectativas del espectador porteño con expectativas.

2.
Alejandro Acobino murió, joven y trágicamente. "Se quitó la vida". Las comparaciones son improcedentes pero este es un blog, casi tierra de nadie, así que qué más da: Alejandro Acobino es al teatro porteño/argentino lo que Fabián Bielinsky al cine argentino. No sólo porque ambos se suicidaron, a una edad similar, sino por la importancia/grado de renovación que sus textos implicaron (teatrales unos, fílmicos otros), teniendo en cuenta la diferencia de escala entre ambas disciplinas y haciendo caso omiso de sus distintos grados de popularidad. Pero como decía yo mismo hace dos oraciones, las comparaciones son improcedentes.

3.
Cuando la muerte de Acobino, parece ser que este libro ya estaba en marcha, una compilación de las cuatro obras que Acobino escribió (Continente viril, Rodando, Hernanito y Absentha) más una serie de anexos que incluyen una entrevista y unos análisis críticos, a los que se agregaron a último momento unos prólogos-homenaje de Dubatti y Fernando Molle. Los textos de las dos que había visto me impactaron como cuando vi las puestas, especialmente Absentha, que es un laburo espectacular. Continente viril, la primera obra grande estrenada de Acobino, que además era una puesta de Los Macocos, sucede en la Antártida: un biólogo idealista debe investigar por qué los pingüinos se están suicidando, pero su trabajo se verá obstruido por los milicos de turno, remanentes del Proceso. La obra pasa de la comedia a lo macabro con mucha cintura. Por su lado, Hernanito ("Pieza industrial para actor ventrílocuo, actor morocho y muñeco de ventriloquía") habla de la crisis, de la explotación, del maltrato familiar y del vínculo entre las clases (es una obra clasista) y si lo del ventrilocuo funcionaba, debía ser espectacular de ver. Me la perdí.

viernes, 2 de marzo de 2018

¡Háblame de amor!, de Aline y Robert Crumb


1.
Hace meses reseñé este libro: The complete Dirty Laundry collection, de Robert Crumb, Aline Kominsky-Crumb y Sophie Crum. Lo había comprado en Chile, nuevo pero usado, o usado pero nuevo, en inglés, una masa (qué término en desuso, una masa). SÓLO MÁS TARDE descubrí que el coso estaba editado en castellano, y que a la edición de 1993 que yo supe agenciarme en el país vecino se le habían ido agregando otros muchos varios distintos trabajos en colaboración del famoso Robert Crumb y su menos famosa señora esposa Aline Kominsky, de apellido adoptado Crumb (no es muy anti-patriarcal, Aline, a pesar de que todo lo que hace grita feminismo: es como Moria Casán en ese sentido). Cuestión que mi amiga Andi tenía esto, ¡Háblame de amor!, la edición en castellano de Drawn Together (2011) -que es un juego de palabras intraducible entre "dibujados" y "ahogados"-, y entonces se lo pedí y agarré y zácate leí lo que había desde el '93 para acá (porque todo el comienzo del tomo es exactamente el mismo contenido que el de la recopilación del '93). 

2.
Hay una historieta muy buena que se llama "A day in the life", en el que en vez de dibujar los dos en todos los cuadritos, dibujaron una mitad completa uno y la otra, la otra. Después hay otra historieta increíble de 1997 que se llama "A Couple A'Nasty, Raunchy Old Things" y que tiene "cameos" de otros historietistas que también se dibujan a sí mismos (uno es Art Spiegelman, y el otro un tal Charles pero no pude sacar Charles qué). También me gustaron mucho las historietas de tres páginas -A TODO COLOR- que salieron originalmente en The New Yorker entre 2003 y 2004 como crónicas dibujadas. Hay una que es un flash, en la que Robert y Aline cubren para la revista el Festival de Cannes de ese año. La historieta se titula "Harvey and Me", y el Harvey del título es Weinstein, el que ahora está en juicio por los abusos sexuales a las actrices y trabajadoras de Hollywood. Lo loco es que, quince años antes de todo esto, Aline diga que quiere conocer a Harvey porque tiene que "enfrentarse al corazón de las tinieblas". También es divertido que Aline hace la lista de películas que quiere ver en el festival, y entre otras está La niña santa de Lucrecia Martel, viva la patria.

3.
El libro es lo más, ellos son muy queribles (e ideológicamente complejos), y después de terminar el libro me bajé y vi finalmente esa peli que pasaban tanto en I-Sat, Crumb (1994) de Terry Zwigoff. Está buena.