jueves, 30 de agosto de 2018

El volcán: un presente de la historieta latinoamericana, editado por José Sainz

1.
Una moda muy feliz del mercado editorial historietístico argentino, que no sé si responde a lógicas de producción en épocas de macrisis o a qué carambolas, es la de las antologías de historietas cortas de autorxs varixs. Hace un tiempo leí, reseñé y comparé Distinta: nueva historieta argentina, de Liniers y Martín Pérez (comp.), con Informe: historieta argentina del siglo XXI, de José Sainz (comp.), a las respectivas entradas les remito. Después pasó un tiempo y fui más pobre y luego menos pobre pero igual pobre y finalmente el hombre que me proveyó la vida y el genoma me regaló, en el aniversario de ese acontecimiento, esta nueva antología que en lugar de ser argentina es latinoamericana, y yo se lo agradecí.


2.
De las tres antologías que mencioné, esta es la más gorda: 42 historietas trae, y por ende también es la más despareja. Hay cosas muy buenas, y cosas muy malas. Otro flanco flaco del libro gordo es que a pesar de ser latinoamericana, no hay de todos los países, pero eso puede tener que ver con variadas causas, siendo la principal seguramente (y en realidad se lo pude preguntar al propio Sainz en una Feria) que en algunos países no hay movida actual de historietas locales, o es muy débil o subterránea. Hay mucha historieta peruana, mexicana, argentina y colombiana. Brasil está bien representado (y lo más hermoso es que las historietas están en portugués, con la traducción añadida aparte en un fanzine adjunto), Chile no tanto (me extraña el argumento de Sainz en este punto, ¿no hay historietas chilenas?), de Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Costa Rica hay una de cada una, y después hay unos pares portuguesas, no sé por qué. Otro punto a favor es que cada vez hay mejor paridad de géneros en les autores, mucha historietista mujer. Mis historietas favoritas fueron la venezolana y la paraguaya, y la de la colombiana Power Paola. Va una página de la paraguaya Regina Rivas a modo de cierre de esta vaga reseña porque del venezolano Carlos Sánchez Becerra no encuentro.




sábado, 25 de agosto de 2018

El desapego es una manera de querernos, de Selva Almada

1.
El libro se llama El desapego es una manera de querernos, pero el cuento que da título al libro se llama "El desapego es nuestra manera de querernos". ¿Por qué? No hay por qué.

2.
El volumen viene así: Primero hay dos cuentos largos y en capítulos, o sea dos novelas cortas, que se llaman "Niños" y "Chicas lindas". Son, como todo el libro, relatos rurales con algo de la tensión sexual de la hora de la siesta y de la presencia tácita de la muerte y sus vínculos con los vivos. Están buenos, pero menos. No sorprenden.

3.
Después hay una serie de cuentos interrelacionados que se llaman "En familia". Como Bukowski con las macetas, Selva agarra una situación (el suicidio del tío Denis y lo que pasa a su alrededor, antes y después en el tiempo), y la vuelve a contar una y otra vez, en varios cuentos distintos, desde diferentes ángulos, repitiéndose y no repitiéndose. Acá se empieza a poner más interesante la cosa.

4.
Y después vienen los cuentos cortos ("Relatos dispersos") increíbles maravillosos magistrales con estructuras re locas que empiezan y terminan en cualquier lado y te dejan con el culo en el agua. El libro se vuelve droga y no lo pude dejar de leer. Y el último cuento ("Los conductores, las máquinas, el camino") es el mejor.

5.
Selva Almada es la discípula de Laiseca y sin embargo poco hay del estilo de ese en la prosa de ésta. Igual si hacemos un esfuerzo, lo encontramos a Laiseca, pero no creo que haga falta: claramente Selva Almada llegó a Laiseca con un estilo propio muy cultivado. Si un día la conozco la pregunta que le hago es esta: dónde encuentra ella que se le coló Laiseca en la escritura. Me da intriga.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Esio Trot, de Roald Dahl

1.
Todo libro de Roald Dahl garpa. El señor Dahl es otro que nunca me decepciona. Para los que no saben, estamos hablando de literatura infantil, ágil e inteligente, sin finales específicamente felices, del autor de Charlie y la fábrica de chocolates y de Matilda, entre otros. Yo llevo leídos unos cuantos, varios en inglés (porque mucho de la gracia está en la prosa) y me encanta. Este, justo, no está tan bueno: se trata de un señor que engaña a su vecina de abajo cambiándole la tortuga por otra más grande para que ella crea que él tiene poderes, y así conquistarla. No hay aprendizaje al final: ella es engañada y él logra su cometido. ¿Roald machirulo? Hagamos un seminario para debatirlo.

domingo, 19 de agosto de 2018

El número 73304-23-4153-6-96-8, de Thomas Ott

1.
Tremendo cómic silente de un austriaco que dibuja con una técnica llamada "tarjeta de raspado" (yo pensé que era grabado pero no). Cuenta la historia de un verdugo que se encuentra en la sala de ejecuciones un papelito con una secuencia de números (la del título, claro) que después no puede dejar de ver por todos lados. Habla de la superstición, del destino, de las profecías autocumplidas, de la codicia, de la justicia poética Y DE MUCHAS COSAS MÁS NO TE LO PIERDAS.

2.
Los dibujos son una locura.


3.
Mi amiga la lobi me dijo que se nota que me gustan mucho las historietas porque se terminan muy rápido para lo que cuestan, o sea la relación precio/durabilidad es poca si sólo las querés leer una vez. Bueno, una historieta silente (esta es una novela gráfica pero es igual) más rápido se lee, así que más se cumple el dicho de la lobi. Igual esta no es cara, la editó Locorabia hace bastantes años, pero si son pobres y están al pedo es de las que se pueden leer de parados junto al anaquel de la librería. #Macritips.

sábado, 18 de agosto de 2018

La niebla, de Stephen King

1.
Stephen no te decepciona nunca, no te deja a pata, no te defrauda, siempre paga, nunca se tira a chanta. Hasta en sus novelas menores, como esta, intitulada en inglés The Mist y publicada originalmente en 1980, que yo compré en un kiosco de revistas polvoriento junto a otros saldos de la increíble colección que sacó Sudamericana hace unos años y que cómo no me avivé qué boludo por favor. Como Stephen nunca falla, me compré uno de cada título disponible, incluyendo una novela de 430 páginas que se llama Cell y en su tapa nos muestra un celular con tapita re 2005... ensangrentado... uuuuuh. ¿Saben qué es lo peor? Que seguro está buenísima. Algún día les contaré.

2.
El libro que yo compré bajo el título La niebla, en inglés se llamó Skeleton Crew y es una compilación de tres historias: una novela corta -The Mist- y dos cuentos: "El mono" y "El atajo de la señora Todd". Vamos de a uno.

3.
The Mist es un éxito porque es de esas historias de terror, por lo general de zombies aunque no es el caso, en las que lo que importa no es lo paranormal sino lo que la sociedad hace con ello. En este caso, tras una tormenta que derriba árboles y corta cables, un pintor y su hijo de 5 años conducen su auto hasta el supermercado de la localidad veraniega en la que se encuentran (un lugar tipo Lake Ozark) para comprar provisiones. Pronto, una extraña niebla lo cubre todo, y en la niebla hay cosas. COSAS RE LOVECRAFT. Es como una cruza de Lovecraft con El Eternauta, digamos. Cuestión que adentro del supermercado se está a salvo, pero por tiempo limitado. La gente se va poniendo nerviosa, hay una fanática religiosa... ia tu sabes. La versión cinematográfica de 2007 es sorprendentemente buena y adecuada a la novela -tiene buena parte del elenco que después formará parte de The Walking Dead-, excepto por el final agregado: justo donde termina la novela, la película agrega una cosita más, totalmente innecesaria y detestable y yanqui, y contraria al espíritu de la novela. Pero bueno, la peli está buena igual.

4.
"El mono" es un cuento mediocre para los parámetros de Stephen, sobre un mono a cuerda que provoca tragedias. Nada que agregar. Hay un lago también. Y nenes. Todo muy Stephen pero en piloto automático. El otro cuento en cambio, "El atajo de la señora Todd", para empezar no es de terror, aunque tiene una parte que eriza los cabellos de la nuca. Hasta diría que es de amor. Muy genial. Tiene autos y mujeres en autos y otras dimensiones, todo muy Stephen también pero en plan capo.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Magnetizado, de Carlos Busqued

1.
Tiendo a no leer la contratapa de los libros, porque spoiler alert. Lauri me regaló éste por mi natalicio, y lo empecé a leer sin más referencias que haberme sido recomendado el título anterior de Busqued, Bajo este sol tremendo, novela, adaptada al cine por Caetano en la excelente película El otro hermano. Así que supuse que estaba empezando una novela. O por lo menos, una ficción, porque desde el vamos el formato de entrevista o diálogo que toma el libro y en el que además hay distinta tipografía para el preguntado y el preguntador no parece corresponder con la tipología de una novela. Así que leí por lo menos la mitad del libro sin saber si lo que me estaban contando había pasado en la realidad o no. Flashero. Me propuse no enterarme hasta el final pero en un momento me traicioné y lo comenté con un amigo como quien no quiere la cosa. No es ficción.

2.
Magnetizado cuenta la historia real de Ricardo Melogno, que a lo largo de una semana del año 1982 metió tranquilamente cuatro balas en los cráneos de cuatro taxistas en el barrio de Mataderos, para dos semanas después ser entregado a la policía por su papá y su hermano. Desde entonces que está preso. Para más sinopsis lean esta nota que está buena.

3.
Carlos Busqued es de Presidencia Roque Sáenz Peña, la segunda ciudad chaqueña en tamaño, y no conozco a ningún otro escritor de Presidencia Roque Sáenz Peña. Que sí, se llama "Presidencia", no "Presidente". O sea es una ciudad que lleva el nombre de un período de tiempo, FASCINANTE. Este detalle no tiene nada que ver con nada.

4.
El libro me gustó, pero sin estridencias. No tiene clímax, digamos. Interesante para interesados en asesinos seriales, en mentes criminales, para aquellxs a los que les gustaron las series documentales tipo The Jinx (si no la vieron y les gusta el género, háganlo).

miércoles, 8 de agosto de 2018

El mono en el remolino: notas del rodaje de Zama de Lucrecia Martel, de Selva Almada

1.
Vengo teniendo una lectura accidentada de El desapego es una manera de querernos, libro de relatos de Selva Almada, y por lo accidentada de la lectura es que El mono en el remolino le ganó de mano y pasó a ser el primer libro de la susodicha que termino y por ende reseño en Resistirse es Fútil. 

2.
A Selva Almada primero que nada la tengo como la discípula de Laiseca. Hay un documental muy lindo que se llama Lai, filmado íntegramente dentro del departamento de Laiseca, en el que aparecen sus alumnos de taller, y entre ellxs aparece especialmente Selva Almada, que lo ayuda con sus cosas de hombre viejo como si fuera una especie de hija o de ex mujer compasiva. Lo loco es que la prosa de Almada no tiene nada de la de Laiseca. Almada escribe derechito, con pocos adjetivos, sin palabras extravagantes, y por lo menos en lo que leí yo, sin apartarse de la realidad real, con una suerte de escritura documental de los sentimientos. A Selva Almada le gusta lo rural, la vida de la gente del campo, lo que les pasa por adentro del balero, y eso que yo había percibido en los cuentos de El desapego está muy presente en El mono en el remolino, no sólo en lo que cuenta sino también en lo que imagino que ella miró en el rodaje, en lo que puso el foco. 

3.
El título es una genialidad. El mono en el remolino es el mono muerto que flota en el río, en la primera escena de Zama, pero no de la película de Lucrecia Martel, sino de la novela de Antonio Di Benedetto. El mono no está en la película, ni tampoco en este libro de apuntes sobre el rodaje de la película: el título queda por lo tanto completamente inexplicado para quien no leyó el libro original. Lo que me parece genial del título es que el mono es, justamente, lo que no está. 

4.
Me imagino que muchxs lectorxs se habrán sentido decepcionados con este libro, porque Lucrecia Martel aparece muy poco. Es un libro corto de por sí, seguro que caro para lo corto que es, y armado con notas breves, relatos anecdóticos de entre una y tres carillas, a lo sumo cuatro. En cada una, Almada hace una descripción de una situación que ve en rodaje, o en los casting, o que le contaron de los casting. Habla mucho más de los casting que del rodaje en realidad, y en particular de los casting de extras, que son en su mayoría personas de la tribu qom, a los que fueron a buscar a pueblos chicos y alejados en la periférica provincia de Formosa (que es donde se filmó parte de la película). A Lucrecia le dedica una de las notas, que a mí me pareció que estaba más porque tenía que estar que porque le surgió a Almada, y luego la vuelve a mencionar en otra, hacia el final, a raíz de los cating. Dice que Lucrecia en los casting le pedía a la gente que le cuente un sueño. Un sueño que hubiera tenido. Qué maestra.

5.
En conclusión: de cine propiamente dicho (o sea, gente gritando "¡Corte!" y esas cosas), hay poco; de Lucrecia Martel propiamente dicha, hay poco; pero como todo es cine, y como la mano (o la mente) de Martel se percibe detrás de todo lo que pasó en la producción de Zama, en realidad el libro es todo lo que tiene que ser, Selva Almada hizo algo re lindo y en todo caso si alguien se siente estafado por la relación precio/cantidad de chismes sobre Lucrecia Martel, la culpa no es del chancho sino del que le da de comer (Random House Mondadori). He dicho.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Embalse, de César Aira

1.
Los lugares colman una promesa. En un mundo que suele presentarse uniforme y desesperanzado, ellos son un consuelo, excelente por superar los mecanismos habituales con que sucede lo que podemos esperar de la vida. Las promesas en general se presentan en el tiempo. Pero la promesa de los lugares se consuma, simplemente, antes. Antes del paseo que uno puede dar por sus lugares favoritos. Antes de que sepamos que esos lugares existen. O antes del momento en que levantamos la vista hacia ellos y la atención se acomoda.
Para verlos, para descubrirlos, es preciso que ya estuvieran, y eso justamente es lo que se ve, su calidad de previos. Esa exuberancia de la anterioridad contamina el "después". El tiempo y la vida pasan limpiamente a los márgenes de un círculo vacío, y se hace la paz en el hombre, donde casi nunca hay paz. Lo mejor es que todo eso sucede sin ruido, casi sin manifestación, como si la sucesión se disolviera en la discreción de un juego lógico que puede practicarse o no, a voluntad, por ejemplo cuando uno no tiene nada más urgente que hacer.
2.
Una vez Manu Embalse tocó en un local que ya no existe pero quedaba en una esquina muy bonita cerca del Parque Centenario, era una librería que si mal no recuerdo se llamaba Cobra. Yo lo conocía hacía poco tiempo, Manu tocaba canciones creo que hasta anteriores a su primer disco solista, Bancatela si te la bancás. Cuestión que yo estaba filmando el recital, Manu en la guitarra, no sé quién en el bajo y una chica muy cool en batería, de fondo la estantería de Cobra, y en eso descubro, arriba y al medio, un libro que decía EMBALSE en el lomo. Mind fuck. El video debe existir, con el zoom in al libro que seguro no se lee por mi motricidad fina disfuncional. Años después, Manu se lo compró y años después yo lo leí.

3.
Igual no es muy Manu Embalse, el libro Embalse de César Aira. Es muy César Aira, eso seguro, aunque el significado de eso no tiene una sola respuesta. Es de la familia de La Villa, otra novela de Aira que leí en estos tiempo. Embalse cuenta las vacaciones de una familia de cuatro en Embalse del Río Tercero, Córdoba, unas vacaciones primero muy monótonas, y progresivamente más y más frenéticas y fantásticas -con espías, científicos malvados, experimentos genéticos- hasta llegar a un final apoteótico comparable al clímax de Akira o Watchmen (o sea, se va al carajo). Lo brillante del asunto (suele haber un elemento brillante en los libros de Aira) es la estructura del libro, que es francamente aburrido en sus primeros capítulos, y va ganando en ritmo milimétricamente, en un crescendo ridículo y muy prolijo. Y obviamente, como nos tiene acostumbrados, también tiene párrafos que son brillantes porque sí, como la cita de las páginas 77-78 que coloco aquí arriba. Otro librazo de uno de los más capos, sino el más capo, de lxs escritorxs argentinxs no muertxs.