miércoles, 1 de agosto de 2018

Embalse, de César Aira

1.
Los lugares colman una promesa. En un mundo que suele presentarse uniforme y desesperanzado, ellos son un consuelo, excelente por superar los mecanismos habituales con que sucede lo que podemos esperar de la vida. Las promesas en general se presentan en el tiempo. Pero la promesa de los lugares se consuma, simplemente, antes. Antes del paseo que uno puede dar por sus lugares favoritos. Antes de que sepamos que esos lugares existen. O antes del momento en que levantamos la vista hacia ellos y la atención se acomoda.
Para verlos, para descubrirlos, es preciso que ya estuvieran, y eso justamente es lo que se ve, su calidad de previos. Esa exuberancia de la anterioridad contamina el "después". El tiempo y la vida pasan limpiamente a los márgenes de un círculo vacío, y se hace la paz en el hombre, donde casi nunca hay paz. Lo mejor es que todo eso sucede sin ruido, casi sin manifestación, como si la sucesión se disolviera en la discreción de un juego lógico que puede practicarse o no, a voluntad, por ejemplo cuando uno no tiene nada más urgente que hacer.
2.
Una vez Manu Embalse tocó en un local que ya no existe pero quedaba en una esquina muy bonita cerca del Parque Centenario, era una librería que si mal no recuerdo se llamaba Cobra. Yo lo conocía hacía poco tiempo, Manu tocaba canciones creo que hasta anteriores a su primer disco solista, Bancatela si te la bancás. Cuestión que yo estaba filmando el recital, Manu en la guitarra, no sé quién en el bajo y una chica muy cool en batería, de fondo la estantería de Cobra, y en eso descubro, arriba y al medio, un libro que decía EMBALSE en el lomo. Mind fuck. El video debe existir, con el zoom in al libro que seguro no se lee por mi motricidad fina disfuncional. Años después, Manu se lo compró y años después yo lo leí.

3.
Igual no es muy Manu Embalse, el libro Embalse de César Aira. Es muy César Aira, eso seguro, aunque el significado de eso no tiene una sola respuesta. Es de la familia de La Villa, otra novela de Aira que leí en estos tiempo. Embalse cuenta las vacaciones de una familia de cuatro en Embalse del Río Tercero, Córdoba, unas vacaciones primero muy monótonas, y progresivamente más y más frenéticas y fantásticas -con espías, científicos malvados, experimentos genéticos- hasta llegar a un final apoteótico comparable al clímax de Akira o Watchmen (o sea, se va al carajo). Lo brillante del asunto (suele haber un elemento brillante en los libros de Aira) es la estructura del libro, que es francamente aburrido en sus primeros capítulos, y va ganando en ritmo milimétricamente, en un crescendo ridículo y muy prolijo. Y obviamente, como nos tiene acostumbrados, también tiene párrafos que son brillantes porque sí, como la cita de las páginas 77-78 que coloco aquí arriba. Otro librazo de uno de los más capos, sino el más capo, de lxs escritorxs argentinxs no muertxs. 

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