sábado, 25 de agosto de 2018

El desapego es una manera de querernos, de Selva Almada

1.
El libro se llama El desapego es una manera de querernos, pero el cuento que da título al libro se llama "El desapego es nuestra manera de querernos". ¿Por qué? No hay por qué.

2.
El volumen viene así: Primero hay dos cuentos largos y en capítulos, o sea dos novelas cortas, que se llaman "Niños" y "Chicas lindas". Son, como todo el libro, relatos rurales con algo de la tensión sexual de la hora de la siesta y de la presencia tácita de la muerte y sus vínculos con los vivos. Están buenos, pero menos. No sorprenden.

3.
Después hay una serie de cuentos interrelacionados que se llaman "En familia". Como Bukowski con las macetas, Selva agarra una situación (el suicidio del tío Denis y lo que pasa a su alrededor, antes y después en el tiempo), y la vuelve a contar una y otra vez, en varios cuentos distintos, desde diferentes ángulos, repitiéndose y no repitiéndose. Acá se empieza a poner más interesante la cosa.

4.
Y después vienen los cuentos cortos ("Relatos dispersos") increíbles maravillosos magistrales con estructuras re locas que empiezan y terminan en cualquier lado y te dejan con el culo en el agua. El libro se vuelve droga y no lo pude dejar de leer. Y el último cuento ("Los conductores, las máquinas, el camino") es el mejor.

5.
Selva Almada es la discípula de Laiseca y sin embargo poco hay del estilo de ese en la prosa de ésta. Igual si hacemos un esfuerzo, lo encontramos a Laiseca, pero no creo que haga falta: claramente Selva Almada llegó a Laiseca con un estilo propio muy cultivado. Si un día la conozco la pregunta que le hago es esta: dónde encuentra ella que se le coló Laiseca en la escritura. Me da intriga.

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