viernes, 29 de julio de 2011

Varamo, de César Aira

1. César Aira tiene una ventaja por sobre otros que es el asunto de la diversión asegurada. Es -o me resulta -bastante difícil aburrirme con un libro de César Aira. Supongo que es antifashion antihipster y anti anti gustar de César Aira, pero la verdad es que me ha convencido. Como podrán observar, llevo cinco cosos de Aira reseñados en Resistirse. Leyéndolos en orden pueden advertir mi evolución (o involución) de detractor a hincha.

2. Supongo todo aquello por cosas como este intercambio en caralibro:

Sagrado Sebakis Poesía
Como esas editoriales que dice: Apostamos a lo nuevo! A lo que aun no exista! A encontrar ese texto maravilloso y blah blah blah blah y luego sacan 3 cuentos largos de Aira y te queres pegar un tiro en la saviola
A 10 personas les gusta esto.

Sol Fantin que se curtan

Sol Fantin lo único verdaderamente despreciable es la cobardía
1 persona

Santiago Ney Márquez lo único verdaderamente nuevo es bach
1 persona

Cristino Bogado aira no escribe caga libros

Sagrado Sebakis Poesía y a eso huelen

Alvaro Mugrabi ‎@esunmundodemierda

En fin. Cada uno puede hacer de su biblioteca una flor.

3. Varamo es uno de los que más cierra por todos lados. Empieza como un ensayo sobre un poema llamado "El canto del niño virgen", supuestamente pieza clave de la literatura centroamericana. La ensayística dura una carilla nomás. De inmediato, estamos leyendo una novela, en la que Varamo -autor de "El canto del niño virgen" - es el protagonista. Una novela pormenorizadísima. El objetivo declarado es reconstruir todo el día de Varamo desde que salió de su trabajo hasta que escribió el poema, como modo de entender el origen del mismo. Pero claro, después te olvidás de eso y seguís con Varamo y las bizarreadas que le suceden. Hasta que a la mitad del librito:
A pesar de su formato de novela, éste es un libro de historia literaria (...) Siendo así, el lector habrá podido preguntarse cómo es posible que hasta aquí hayamos venido presentando los pensamientos del protagonista, con el método llamado 'indirecto libre' (...). El indirecto libre, que es la perspectiva de la conciencia del personaje tratado en tercera persona, crea una impresión de naturalidad, como para olvidarse de que uno está leyendo una ficción, y que en la realidad nunca se sabe lo que está pensando otro, y por qué hace lo que hace. Pero la naturalidad, en general, es la confusión entre la primera y la tercera persona. De modo que el indirecto libre, lejos de ser un recurso literario entre otros, es el dispositivo vital de la transubjetividad, sin el cual no se entendería nada de lo que pasa en la vida social.
Hasta ahí es buenísimo. Pero lo que sigue es mejor y aunque es un montón lo voy a transcribir.
Pero nuestra invasión de la conciencia de Varamo no es mágica, ni siquiera imaginativa o hipotética. Es una reconstrucción histórica. Lo que sucede es que la hemos presentado al revés, poniendo al principio los resultados últimos de nuestra investigación. Todos los rasgos circunstanciales con los que hemos venido coloreando y verosimilizando el relato de la jornada del personaje están deducidos (la palabra no es lo bastante fuerte) del poema que escribió al final, y que es la única documentación que quedó. Pero, en parte por ser la única, y en parte por sus características inherentes, es una documentación absoluta, en la que se puede poner toda confianza. Tanta que a partir del texto del poema puede deducirse el curso de los hechos que lo precedieron, en un detalle que va creciendo en las sucesivas relecturas, y no deja nunca de crecer. Esos detalles son tanto los hechos que se ofrecieron a la percepción como sus aglutinantes psíquicos, sin excluir de éstos recuerdos, fantasías fugaces, olvidos, incertidumbres o hasta flashes cerebrales subliminales(...)


4. Ya tengo otro de Aira para leer, así que volveremos volveremos, volveremos otra vez, volveremo' a hablar de Aira, como en el '86.

miércoles, 20 de julio de 2011

El libro de las ilusiones, de Paul Auster

1. Una novela más de Paul Auster ha sido absorbida por El Borg y saben qué, primero era interesante pero después tenía sabor a poco y después se terminó y fue una novela más de Auster, lejos muy lejos de las que más me gustaron, que fueron Leviatán y El país de las últimas cosas, y cerca muy cerca de las que -si bien me gustaron -me parecieron más caca como Viajes por el scriptorium. Puede ser que Paul Auster sea uno de esos escritores que empeoran.

2. Un tipo pierde a toda su familia -mujer e hijos pequeños- en un accidente de avión. Se deprime. Después de mucho tiempo ve una película muda en la tele y se ríe. Decide ver todas las películas de ese director y actor y escribir un libro sobre él como laborterapia. Lo hace. Resulta que el cineasta de las películas hizo ocho y desapareció, nadie más supo de él. Por eso, nuestro tipo se sorprende mucho cuando le llega una carta donde dice que el cineasta lo quiere ver.

3. Lo mejor de la novela es que contiene la descripción detallada de las películas mudas. Hay un capítulo por el principio donde cuenta un par de ellas, y es el mejor capítulo.

4. Está muy bien escrita y tiene ese elemento polosteresco de que no lo podés dejar (por lo que le cabe la etiqueta droga), pero si ya leíste otros libros de Auster (como los que ya mencioné, y también El palacio de la luna y Smoke y Blue in the face), este es peor.

jueves, 7 de julio de 2011

Akira, de Katsuhiro Otomo

1. La biblioteca compró los seis tomos de la edición a color de Akira de editorial Norma (importados), algo que siempre había querido leer pero era imposible que me comprase (cada tomo está algo así como 180 pesos). Tengo para decir las siguientes palabras: GOZO, ORGASMO, ADICCIÓN, CAPO, CAPÍSIMO. MEJOR MANGA EVER.

2. La película es un poroto al lado de la historieta. Es infinitamente peor.

3. Van algunas páginas seleccionadas casi al azar. Haciéndoles clic encima repetidas veces las pueden ver más grandes. Si alguien me quiere regalar una campera como la de Tetsuo en la primera imagen yo se la acepto, no hay drama.




martes, 5 de julio de 2011

Historia argentina, de Rodrigo Fresán

1. No está tan bueno. La velocidad de las cosas me gustó mucho más. Tiene cosas que zafan y cosas copadas, pero la mayor parte me pareció meada fuera del recipiente. A lo mejor no es el libro en sí sino mi gusto por Fresán que se habrá ido desgastando desde que leí La velocidad de las cosas.

2. Lo que sí me parece repudiable es tener un prólogo de infinitas páginas en el que un sujeto analiza tu libro como si fuera no sé, la Biblia de los '90, y que después no lo sea ni un poco.

3. No quiero decir más nada.