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sábado, 24 de septiembre de 2016

El final de la modernidad judía : historia de un giro conservador, de Enzo Traverso

1.
En este LIBRAZO escrito casi que para mí, el historiador italiano Enzo Traverso (A sangre y fuego : de la guerra civil europea, 1914-1945; El totalitarismo : historia de un debate; La historia desgarrada : ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales; entre otros libros con subtítulo) parte de una premisa: la modernidad judía ha terminado. La historia de los judíos, o de la judeidad, se desarrolló de cierta manera entre la emancipación -lograda gracias a la Ilustración en casi todos los países europeos- y la Segunda Guerra Mundial. A partir del Holocausto y de la creación del Estado de Israel, ese desarrollo terminó, dando paso a otro, con nuevas definiciones de judeidad, nuevas tendencias en la historia de los judíos. Es justo aclarar que Traverso se dedica a la historia intelectual, y para Traverso, los judíos que protagonizan la historia de la modernidad judía y de su giro conservador no son ni los comerciantes, ni los obreros, ni las masas judías en general, sino los intelectuales, los pensadores, y los políticos. De alguna manera, es una historia de los grandes hombres antes que una historia social. Habría que investigar si las conclusiones a las que arriba el Enzo para con los personajes a los que se refiere en esta obra son aplicables a los judíos como grupo social, en las diferentes clases sociales en las que se inscriben en Europa y América. 

2.
Trotski y Kissinger encarnan, más allá de la distancia cronológica que los separa, dos paradigmas antinómicos de la judeidad. El primero dejó su impronta en los años de entreguerras; el segundo, en los años de la Guerra Fría. (...) Paralelamente, los rasgos distintivos de la diáspora judía -movildad, carácter urbano, textualidad, extraterritorialidad- se han extendido al mundo globalizado, contribuyendo así a normalizar a la minoría que los encarnó en el pasado. (...) La modernidad judía, por consiguiente, ha agotado su trayectoria. Después de haber sido el principal foco del pensamiento crítico del mundo occidental -en la época en que Europa era su centro-, los judíos se encuentran hoy, por una suerte de reversión paradójica, en el corazón de sus dispositivos de dominación. Los intelectuales han sido llamados al orden. (Pág. 12-13).
3.
El libro se estructura en capítulos de una forma bastante similar a como lo hace Michael Löwy (maestro de Traverso) en su GRAN LIBRO reseñado en este blog, Redención y utopía. Se define qué es la modernidad judía, se caracteriza a los judíos "subversivos" de esa época -incluyendo qué relación tenían y cómo definían éstos a su judaísmo-, se caracteriza luego a los judíos "de orden" o "de Estado", incluyendo a los judíos de Estado de la modernidad judía (como Benjamín Disraeli) y llegando a los judíos neoconservadores (Leo Strauss, Kissinger, entre otros). En dos capítulos, Traverso despliega todo el núcleo de su argumentación. Siguen luego tres capítulos que agregan o comentan el corpus. En el tercero de los capítulos del libro (y en esto me acordé de Löwy) Traverso dedica 40 páginas completas a un sólo personaje: mi amiga personal Hannah Arendt, a quien destaca como una visagra entre una época y otra, una y otra formas del judaísmo y de los (intelectuales) judíos (como Kafka y Walter Benjamin en el libro de Löwy, que no encajarían exactamente ni en el polo mesiánico ni en el polo libertario de su esquema, sino justo en el medio, uno por la negativa y el otro por la positiva). Es un capítulo hermoso. Y contiene una gran interpretación del libro más famoso y peor leído de la Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo.

4.
Después dedica un capítulo al tema de la islamofobia, que para Traverso sustituyó a la judeofobia en el rol de identidad negativa en la que sostener la identidad europea (el europeo definiéndose siempre como lo que no es ese otro, antes el judío del estereotipo antisemita, ahora el musulmán cuyo estereotipo, llama la atención Traverso, es muy similar al anterior), otro capítulo al tema del sionismo como uno de los motivos del giro conservador del judaísmo (me dio ganas de leer el libro de Ilan Pappe que vengo rehuyendo por miedo a pasarla demasiado mal), y uno más al tema del Holocausto como religión civil de los Estados occidentales. Diez Ale Schonfelds (sobre diez).



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Los orígenes del totalitarismo: tercera parte, de Hannah Arendt

1. La capísima Hannah Arendt ya fue presentada en este blog cuando leímos y reseñamos Eichmann en Jerusalén. Yo había leído con anterioridad La condición humana, en el marco de un grupo de estudio interdisciplinar del que supe formar parte siendo aún joven (qué harán, tres años pongamoslé) y gracias al cual pude entender algo de ese libro del cual hablando en términos generales no entendí nada. Para los que no la conocen, acá la tienen entrevistada por un tal Günter Gaus, rauchen und deutsche sprechen. Diganmé si no se parece a Violencia Ribas mezclada con Golda Meir.

2. Resulta que hace poco tiempo tuve que leer el tercer libro de Los origenes del totalitarismo para la facultad. Normalmente yo mantengo tres lecturas en paralelo: lo de la facultad para leer en momentos especialmente dedicados, alguna novela o cuento en el bondi y alguna historieta en el ñoba. Bueno, leyendo a Hannah tuve que usar todos los momentos de leer para leerla a ella. Por un lado, sin ser ilegible, no es un libro ligero. Por otro lado, es largo, mucho más que lo que en Puán se acostumbra a mandar de una semana para la otra. Y por otro lado, las notas al pie eran infinitas e ineludibles, sobretodo porque todo el jugo histórico del libro está puesto ahí: sin las notas al pie el libro es una suerte de análisis abstracto del concepto abstracto de totalitarismo. Llegó el final del cuatrimestre y me dispuse a escribir las respuestas del parcial domiciliario, pero calculé tan mal el tiempo que me iba a llevar cada respuesta que de pronto me encontré en la situación de estar a punto de escribir sobre Hannah con catorce horas de parcial encima y sólo tres por delante para dedicarle a ella, llegar a la facultad y entregar. La consigna era compararla con el fragmento que nos mandaron a leer de otro libro, malísimo y contemporáneo al de Hannah. La solución que encontré fue apelar a la burla, en la medida en que ello es posible en un parcial domiciliario. Yo me reí mientras lo escribía, espero que el profe que me corrigió se haya reído, sé que ustedes no se van a reír porque es demasiado ñoño, pero ahí va, el punto tres de mi parcial domiciliario de PMC. Beso.

lunes, 4 de mayo de 2009

Eichmann en Jerusalén, de Hannah Arendt


Hannah rock and roll Arendt

1. Durante la presidencia de Arturo Frondizi, el Mosad raptó en el conurbano bonaerense a Adolf Eichmann, el encargado durante el nazismo y durante el Holocausto del traslado forzado de los judíos y otras minorías perseguidas, primero a los guetos y después a los campos de concentración y de exterminio. Su cargo era el de teniente coronel de la SS y era el "especialista en asuntos judíos" del régimen. A pesar de lo rimbombante que suena todo esto, su rango jerárquico no era muy alto, casi nunca tomó decisiones cruciales él solo y muy pocas veces se reunió con verdaderos jerarcas como Himmler, y nunca con Hitler. Cuando terminó la guerra Eichmann huyó a la Argentina bajo una identidad falsa y años después su familia lo siguió. La discreción de Eichmann fue deteriorándose, porque su figura fue agigantada durante los juicios de Nurenberg por otros nazis que lo usaron como chivo expiatorio y llegaron a decir que toda la llamada Solución Final era responsabilidad suya por sobre la de cualquier otro. La personalidad de Eichmann es algo muy raro. Bueno, cuestión que los israelíes lo encontraron, lo secuestraron (porque Argentina no hubiera permitido su captura de otra manera, con la historia de proteger nazis que tenía) y se lo llevaron a Israel; lo juzgaron, lo condenaron y lo ahorcaron. Hannah Arendt, la mejor y más capa, fue corresponsal de un diario yanqui en el juicio de Jerusalén (The New Yorker) y escribió la crónica del asunto, pero a la manera en que la más capa del mundo lo puede hacer, esto es analizando en detalle las actitudes, personalidades, y motivaciones personales y colectivas de los actores principales del juicio (el fiscal Hauser, el abogado defensor Sartorius, los jueces, el propio Eichmann), los argumentos esgrimidos por las partes y por los testigos, la historia del Holocausto, y un montón de cosas más.





2. El título completo del libro es "Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal", y al mismo tiempo en que funciona como crónica (una muy ágil), funciona también como un estudio filosófico y político. Cito.

El mal, en el Tercer Reich, había perdido aquella característica por la que generalmente se le distingue, es decir, la característica de constituir una tentación. Muchos alemanes y muchos nazis (...) tuvieron la tentación de no matar, de no robar, de no permitir que sus semejantes fueran enviados al exterminio (...), de no convertirse en cómplices de estos crímenes, al beneficiarse con ellos


Lo más grave, en el caso de Eichmann, era precisamente que hubo muchos hombres como él, y que estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales. (...) esta normalidad resultaba mucho más terrorífica que todas las atrocidades juntas, por cuanto implicaba que este nuevo tipo de delincuente -tal como los acusados y sus defensores dijeron hasta la saciedad, en Nuremberg-, que en realidad merece la calificación de hostis generis humani, comete sus delitos en circunstancias que casi le impiden saber o intuir que realiza actos de maldad


...colapso moral que los nazis produjeron en la respetable sociedad europea, no sólo entre los victimarios, sino también entre las víctimas.


3. Hannah versión reportera es muy rápida de leerse. Lo recomiendo mucho para quien le interese el tema Holocausto.

Un beso.