domingo, 31 de enero de 2021

Como conejos, de Ralf König

 1.

Sigo buscando desesperadamente libros de Ralf König, master of the universe al que considero que llegué con demasiada demora, y en esta ocasión me encontré con una novela gráfica de las de gran porte, elegantes como un bukake. Es la historia de Horst, un heterosexual que se separa de la novia cuando esta le descubre un video porno (que tiene uno alquilado, un VHS, no que actúa en uno, todo muy pre-internet), y su vecino y amigo gay, que tiene su propia crisis de pareja por no querer comprometerse. Ambos vivirán GRANDES AVENTURAS SEXUALES que incluyen cantantes de ópera, peones de mudanza LGBT, actrices porno y lesbianas feministas. Lo estoy contando mal pero qué me importa JAJA SALUDOS.




sábado, 23 de enero de 2021

La luz mala dentro de mí, de Mariano Quirós

 1.

Chaqueño multipremiado, Mariano Quirós ya publicó por lo menos siete novelas (Una casa junto al tragadero; Río Negro; Campo del Cielo; No llores, hombre duro; Robles; Torrente; Tanto correr, no sé en qué orden) y mientras más googleo más libros le aparecen. Nació en 1979. El libro de cuentos que nos ocupa, La luz mala dentro de mí, ganó un premio del FNA en 2014. Por ahora es lo único suyo que leí. 

2.

Es todo muy chaqueño: los paisajes (la ciudad de Resistencia, el campo, el Impenetrable en el primer cuento "Cazador de Tapires"), los climas, los mitos (la Luz Mala del título, pero también son de la partida el Lobizón, el Yaci Yateré, el Pombero, entre otros grandes de nuestra patria...). Hay un clima constante de depresión pueblerina, pero también hay humor (más que nada negro). El cuento del Lobizón tiene mucho de lo que uno encuentra en la literatura de Mariana Enríquez (este blog tiene que dejar de robar con la referencia a la Enríquez por lo menos por dos años), algo de horror con algo del sopor de la siesta o de la borrachera adolescente (estoy pensando en Bajar es lo peor). Pero hay otros tonos también: a continuación, referencias que se me vienen aleatoriamente, sin mucha justificación. El cuento de la maratón de radio podría ser una película de Ana Katz. El cuento del escritor de la capital podría ser un cuento de Bolaño (en un tono más parecido al de Una novelita lumpen que al de Los detectives salvajes). El cuento del partido de fútbol me remite a la literatura del uruguayo Escanlar. Y así podríamos seguir toda la noche escuchando a los simpáticos amigos de Acuarium Marenostrum. Algo para destacar es que estoy escribiendo esta reseña a fines de septiembre, el libro lo leí en enero, y los cuentos vienen a mi memoria con bastante facilidad: no pasa seguido. 

3.

Gracias por tanto, perdón por tan poco.

Retazos de la vida, de Ralf König

 1.

Hay una librería en Buenos Aires, no les pienso decir cuál, que tiene un montón de libros de König a precios irrisorios (para lo que son). No les pienso decir cuál porque me pienso comprar todos.

2.

Este es un albumcito breve, de grandes dimensiones pero corta duración, con una premisa muy sencilla: König le pidió a un grupo de amigues que le manden anécdotas graciosas, eligió algunas y las dibujó. Todas de putos, pero "aptas para heterosexuales" (el chiste no es mío, es de König). Como no puede dejar de ser un capo, todo el cómic está hilado por un personaje, el dibujante, dibujando lo que te está contando, con musho relato enmarcado y rotura de cuarta pared.

3.

La edición original es de 1989, pero esta edición española es del 2000, ve tú a saber cómo es que yo la compré nueva en una librería argentina en 2021. Está impresa como el culo, con páginas más oscuras y otras más claras, me cago en la leche de la editorial La Cúpula.



sábado, 16 de enero de 2021

Litio, de Malén Denis

 1.

Primera novela de la (hasta ahora) poeta (poetiza siempre me pareció una palabra rara) Malén Denis, y primer título de esta colección Narrativa de esta editorial Concreto. ¿Es una novela sobre la depresión? Una chica cuida la casa de un ex novio, que está internado: la casa y los gatos. Y no logra salir mucho, ni de la casa ni de sí misma. Es una novela en espiral, un poco desesperante, aunque tiene un final más luminoso. La focalización en el personaje es tan fuerte que un poco me sentí a ciegas como lector, los espacios se me aparecían como fragmentados, sesgados. Una novela agorafóbica. 

miércoles, 13 de enero de 2021

El nervio óptico, de María Gainza

 1.

Soy muy de tener un libro prestado mucho tiempo de clavo en la biblioteca. No sé por qué. Con El nervio óptico me pasó que leí las tres primera páginas y no me enganché, así que lo colgué un año y medio. Recién lo retomé ahora, y lo leí en dos días (de playa). 

2.

Mi historia con este libro es más larga. Indirectamente, este libro me está dando laburo hace un tiempo ya. Resulta que una vez me contrataron de un taller de lectura para que diera una clase/visita al Museo Histórico Nacional: querían que les hablara de Cándido López. Era un grupo de señoras que habían leído El nervio óptico, pero como yo no lo tenía no lo leí, preparé una charla que hablara del personaje y de la Guerra del Paraguay -había visto el documental de José Luis García, había leído la novela gráfica de María Luque y hasta la novela bizarra de Dalmiro Sáenz- y me mandé. Me fue bien. Los Cándidos no estaban, los tenían prestados en el Museo de Bellas Artes, pero me fue bien. Si hubiera leído este libro antes hubiera hecho algún comentario al respecto de la coincidencia: cuando María Gainza visita el Museo Histórico Nacional en El nervio óptico, tampoco encuentra los Cándidos, están todos en restauración. Cuestión que a partir de esa visita/clase, me pidieron que diera otra clase, y después otra, y finalmente durante 2020 ese fue uno de mis trabajos principales, todo gracias a El nervio óptico que recién ahora leo.

3.

El nervio óptico es un hit, un pequeño best seller muy leído de 2014 a esta parte, con varias reediciones ya. Como cualquiera que haya leído la contratapa sabe, lo que hace Gainza es cruzar historia del arte con literatura del yo, con gran suceso. Ella se dedica a llevar turistas de alta gama a visitar colecciones privadas en Buenos Aires, algo de lo que habla un poco en el libro, pero además proviene de una familia de la más alta alcurnia porteña, y su relación con el arte es vieja y peluda. Tiene algo de Juan Forn la literatura de Gainza, aunque en esta la balanza está muchas veces más inclinada para el lado del relato personal que para el de la biografía del artista abordado en cada caso. Son de la partida artistas conocidos y otros que nunca había sentido nombrar, y en todos los casos me mandé post-lectura a googlear los cuadros en cuestión.

4.

Uno de los cuentos me gustó más que los otros: el de la amiga de la adolescencia y el ponja Foujita. No lloré pero daba.

domingo, 10 de enero de 2021

¿Alguien será feliz?, de Marina Yuszczuk

 1.

Ya estamos en agosto, nunca tan atrasado con este blog, ¿será el cansancio, será la pandemia? Leí este libro en enero, y lo terminé de leer el 10 de ese mes, pero me pasó algo terrible que no me pasa nunca, me desconozco: perdí el libro. No sé si lo presté sin anotar a quién (yo siempre anoto) o me lo robó un fanático de la Yuszczuk pero no lo tengo más y no lo llegué a reseñar. Hago entonces una reseña de memoria:

2.

Son cuentos. Son muy lindos y por regla general hacen algo raro al final. El primero de los cuentos es extenso y el que más recuerdo. Habla de una niña que se dispone a ser pianista en Bahía Blanca, y  que entonces atiende a las clases de una profesora, y después de otra, o de otro, y a medida que el cuento avanza ella crece y en determinado momento pierde el interés por el piano. Al final es el presente, ella es una mujer adulta, y tiene una revelación que me resignificó el cuento. Hay una parte en que va a un concierto, de la última maestra que tiene antes de dejar el piano, y es posible que eso fuera en el presente pero estoy casi seguro de que no, de que el concierto es en el pasado y el final es en el presente.

3.

Justo estoy viendo El piano (voy por la mitad), de Jean Campion, primera mujer en ganas la Palma de Oro en Cannes con esa película sobre una mujer muda y decimonónica que es obligada a prostituirse para recuperar su piano. Tomen este punto tres como un paréntesis de asociación libre. La película no me viene gustando mucho, tiene demasiadas cosas que ya no quedan bien, tanto a nivel estético (el leit motiv usado a lo pavote) como ético (el es un abusador y ella se enamora). No digo que la cancelemos pero no es una gran peli. Lo que sí, me hizo pensar en las películas con pianos, y por qué no en los cuentos y las novelas. El pianista de Polanski (hablando de cancelar). La profesora de piano de Haneke. Embriagado de amor de Paul Thomas Anderson. Fuga de Larraín. Y entre toda esa cinematografía, este cuento.

4.

Hay otro cuento que me quedó bien impreso en el cerebelo, que cuenta un viaje en auto a Comodoro Rivadavia, la protagonista y su padre, un viaje atípico porque ellxs no tienen una relación muy íntima, no hablan mucho, no se cuentan las cosas. Ese cuento me hizo pensar en mi propio papá (aunque con él sí nos contamos las cosas, me hizo pensar en mi papá y su relación con el suyo propio) y entonces también pensé en prestarle el libro, tuve esa idea cuando lo leía en la playa en enero de este año pero él dice que no se lo presté. Capaz se lo presté y lo hizo desaparecer. Le voy a revisar la casa.

5.

Es un ejercicio profundo de recordación el que tengo que hacer, y es interesante descubrir qué me quedó del libro, leído en dos días, en la playa, hace siete meses. Me viene ahora a la mente un cuento que me desconcertó. Era breve y contaba una ida a la plaza, madre e hijo, en un día nublado y frío, o así lo recuerdo yo ahora. Me había desconcertado porque no había acontecimiento en el cuento, no había conflicto, era pura descripción, pero no era poesía, aunque le quedaba cerca.  En otro más, los personajes salían a caminar y atravesaban varios barrios crepusculares, tenía el espíritu del de la plaza aunque si recuerdo bien llegaba a un hecho concreto, el frente de la casa de los abuelos al que ella nunca antes había llegado. 

6.

En otro cuento, o quizás en alguno de los que ya mencioné, hay una escena hermosa en el MacDonald's de San Juan y Boedo. Me lo acuerdo más como imagen: parece que ¿Alguien será feliz? es un libro que te deja imágenes mentales.