miércoles, 13 de enero de 2021

El nervio óptico, de María Gainza

 1.

Soy muy de tener un libro prestado mucho tiempo de clavo en la biblioteca. No sé por qué. Con El nervio óptico me pasó que leí las tres primera páginas y no me enganché, así que lo colgué un año y medio. Recién lo retomé ahora, y lo leí en dos días (de playa). 

2.

Mi historia con este libro es más larga. Indirectamente, este libro me está dando laburo hace un tiempo ya. Resulta que una vez me contrataron de un taller de lectura para que diera una clase/visita al Museo Histórico Nacional: querían que les hablara de Cándido López. Era un grupo de señoras que habían leído El nervio óptico, pero como yo no lo tenía no lo leí, preparé una charla que hablara del personaje y de la Guerra del Paraguay -había visto el documental de José Luis García, había leído la novela gráfica de María Luque y hasta la novela bizarra de Dalmiro Sáenz- y me mandé. Me fue bien. Los Cándidos no estaban, los tenían prestados en el Museo de Bellas Artes, pero me fue bien. Si hubiera leído este libro antes hubiera hecho algún comentario al respecto de la coincidencia: cuando María Gainza visita el Museo Histórico Nacional en El nervio óptico, tampoco encuentra los Cándidos, están todos en restauración. Cuestión que a partir de esa visita/clase, me pidieron que diera otra clase, y después otra, y finalmente durante 2020 ese fue uno de mis trabajos principales, todo gracias a El nervio óptico que recién ahora leo.

3.

El nervio óptico es un hit, un pequeño best seller muy leído de 2014 a esta parte, con varias reediciones ya. Como cualquiera que haya leído la contratapa sabe, lo que hace Gainza es cruzar historia del arte con literatura del yo, con gran suceso. Ella se dedica a llevar turistas de alta gama a visitar colecciones privadas en Buenos Aires, algo de lo que habla un poco en el libro, pero además proviene de una familia de la más alta alcurnia porteña, y su relación con el arte es vieja y peluda. Tiene algo de Juan Forn la literatura de Gainza, aunque en esta la balanza está muchas veces más inclinada para el lado del relato personal que para el de la biografía del artista abordado en cada caso. Son de la partida artistas conocidos y otros que nunca había sentido nombrar, y en todos los casos me mandé post-lectura a googlear los cuadros en cuestión.

4.

Uno de los cuentos me gustó más que los otros: el de la amiga de la adolescencia y el ponja Foujita. No lloré pero daba.

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