lunes, 28 de agosto de 2017

Muchacho, de Mariana Bugallo

1.
Muchacho es el libro que Mariana "Mana" Bugallo se autoeditó parece que en 2015 y en el que reúne sus escritos suyos propios. A decir verdad, cuando lo vi en Brandon -había ido con mis cien amigas lesbianas a ver Boca de Buzón, espectáculo que la antedicha comparte con Paula Maffia, muy recomendable BTW- pensé que sería una novela, no sé por qué, y por eso lo compré, y resultó que no, que era una compilación de sus textos-poemas-cuentos-monólogos, y que sólo algunos no los había escuchado nunca, pero estuvo bien de todos modos, mi adquisición. Los que, como yo, fuimos varias -muchas- veces al extinto Sucede, y algunas al pronto extinto Pacha, a los escritos los conocemos. Hay alguno que hasta me lo sé de memoria ya, te diría, pero no por eso me dejan de gustar (los hits "Un comentario de mi tía Gladys me hizo subir la pepa" y "En Brasil, en el uno a uno, conocí el mar"). Tiene talento, Mana Bugallo, para escribir. El libro es pequeño (unas breves 58 páginas), e incluye un prólogo de Susy Shock y otro de Fernando Bogado. Es lindo, es gracioso. Muy bien me lo he sabido pasar.

jueves, 24 de agosto de 2017

Los Pichiciegos, de Rodolfo Enrique Fogwill

1.
En mi relevamiento de antecedentes de oposición a la existencia del Servicio Militar Obligatorio (véanse las reseñas de La colimba y Bajo bandera), también leí este clásico argentino, que tenía apoliyándose en la biblioteca años ha. Lo bien que hice. En leerlo. No tanto para la causa de la investigación: Los Pichiciegos es un libro sobre/contra Malvinas (la guerra de), y por lo tanto contra la colimba de forma indirecta (en la crítica al hecho de que los que tuvieron que pasar por esa experiencia tuvieran 18 años), pero más que nada es una crítica a lo absurdo de esa guerra, a lo desparejo, no a la existencia del SMO en sí mismo. Digo lo bien que hice porque es un librazo.

2.
Es la primera vez que reseño a Fogwill, aunque en realidad lo vengo leyendo hace años en sus cuentos completas, que como nunca terminé (porque los cuentos son todos largos, tipo nouvelles y entonces no me dan ganas de empezar uno nuevo cuando termino el anterior) no reseñé aún. El problema con ese libro y este blog es que lo leo hace años, y entonces ya no recuerdo ninguno de los que leí cuando lo empecé y entonces no sé cómo lo voy a reseñar cuando lo reseñe. Tendría que leerlo todo de nuevo pero de un saque. Me pasa lo mismo con un libro de Cuentos Completos de Laiseca que tengo, sólo que en ese caso lo que hice fue reseñar por libro de cuentos. QUÉ LES IMPORTA, ¿NO? Y bueno, no sé, traten de sacar algo que les aproveche de este autorreferencial párrafo 2.

3.
Guerra de Malvinas, 1982. Un grupo de oficiales de bajo rango descubre una cueva en la isla y decide desertar del Ejército, junto a un grupo de tagarnas (colimbas, civilachos, etc.), vivir en la cueva, salir lo menos posible para comerciar con los ingleses provisiones y otras cosas, y aguantar hasta que termine el conflicto. Se llaman a sí mismos los Pichis, los Pichiciegos. Esa es la premisa de la novela, el punto de equilibrio del que salimos, in media res. La historia discurre por carriles varios, a partir de esa premisa ligeramente dislocada del realismo. Historias personales de varios de los pichis, anécdotas de los pichis, conversaciones, conflictos cotidianos de gente que vive escondida y en una cueva y en una guerra, con miedo de los gurkas y de los milicos argentinos. Gente que deja el tiempo pasar a lo Zama mientras vuelan aviones de guerra por el cielo. Tiene algo de Zama la novela, ahora que lo pienso. Definitivamente. El tiempo continuo e igual a sí mismo de la espera y la guerra se detiene diría que sólo una vez, al final de la novela (tremendo, escalofriante final).

4.
Se dice que Fogwill escribió Los Pichiciegos con un gramo de cocaína. No me acuerdo dónde lo leí, creo que en un ensayo de Casas. No podemos confirmarlo, aunque es un buen fact para tirar en una conversación, que se combina con el de que al cierre de la novela rubrica Fogwill: "11-17 de junio de 1982". O sea, la escribió en una semana, mientras la guerra terminaba (el cese de hostilidades se acordó el 14 de junio de ese año). Le da mucha mística, aunque la verdad es que no la necesita. Lean Los Pichiciegos, no se van a arrepentir.

jueves, 17 de agosto de 2017

Mientras escribo, de Stephen King

1.
Creo que mi sección favorita de este borgspot es autoayuda para intelectuales. Este libro entra claramente en la categoría. Lo leí prestado así que no lo subrayé, pero el tono consejeril y motivacional del bueno de Estebancito Rey nos ofrece maravillas como estas (no estoy siendo irónico): 
-Escribir una historia es contársela uno mismo -dijo él-. Cuando reescribes, lo principal es quitar todo lo que no sea la historia.
-Escribir es mágico: es, en la misma medida que cualquier otra arte de creación, el agua de la vida. El agua es gratis. Conque bebe. Bebe y sacia tu sed. 
Y así muchas más. 

2.
El libro en realidad se llama On Writing, mucho más adecuado que su título en español, es de 2000, y consta de tres partes principales (y de muchos prólogos y epílogos). Tiene una primera parte bastante larga en la que cuenta su vida, "cómo se hizo escritor", y en la que analiza algunos de sus libros a la luz de lo que le estaba pasando en la vida cuando los escribía: básicamente, tuvo unas décadas en las que fue alcohólico, y después también cocainómano, y Misery, Tommyknockers y algunos más se tratarían de eso, de la adicción. La cocaína como una enfermera psicópata, la cocaína como unos aliens fantasmas que poseen a las personas de un pueblo. Tommyknockers lo vengo leyendo hace meses, interrumpido, voy 300 páginas y me falta mucho más de la mitad del libro, pero algún día sooner or later se los comento en esta misma url. Después tiene una segunda parte, muy interesante, que se llama "Caja de herramientas" y ofrece una serie de consejos sobre cómo escribir (literatura). Consejos del tipo no uses adverbios, o "la primera versión se escribe a puertas cerradas, la segunda a puertas abiertas" (ese lo repite hasta el hartazgo), o no busques el simbolismo porque sólo es bueno cuando aparece solo (vale remarcarlo en la reescritura: este consejo me gustó). 

martes, 15 de agosto de 2017

La colimba, selección de Guillermo Saccomanno

1.
Sorprendentemente, el tema de la colimba (o sea, el servicio militar obligatorio, de ahora en más SMO, en la Argentina) ha sido muy poco tratado como tal por el arte en general. Hablo mucho sobre esto en la reseña de Bajo bandera, que está acá más abajo. Como digo ahí, la novela Bajo bandera de Guillermo Saccomanno es el primer artefacto cultural en contra de la existencia del SMO que pude encontrar en un relevamiento que estoy haciendo con fines de terminar una carrera universitaria y así no pagar nunca más ingresos brutos. Este libro que aquí reseñamos, es el segundo, entonces. Salió en 1992, dos años antes del Caso Carrasco. Dice Saccomanno en la introducción: 
La colimba es vasallaje y degradación en nombre de la defensa de nobles valores. Para defenderlos es preciso aprender a matar. Sin embargo la Biblia dice No matarás, y de este argumento se agarran en la actualidad los objetores de conciencia para oponerse al servicio. Pero la objeción de conciencia no es el único cuestionamiento que puede plantearse al servicio militar (...) Mientras apuro esta introducción, tengo junto a la máquina de escribir varios recortes periodísticos de los últimos meses. Me limito a transcribir uno: A minutos de la ceremonia de la baja, un conscripto cordobés recibió un balazo de un teniente que quiso hacerse el bromista pensando que su arma estaba descargada. El joven con el estómago perforado, sufre parálisis.
Lo de la objeción de conciencia viene a cuento de que la única organización que existía en contra del SMO, o sea el FOSMO (Frente de Oposición al Servicio Militar Obligatorio, creado después de Malvinas) no pedía la eliminación de la colimba sino que los evangelistas y otros religiosos pacifistas pudieran aducir motivos religiosos para no tener que hacerla. Me interesa sobremanera -y me llama poderosamente la atención- que la voz de Saccomanno pareciera ser la única que venía a plantear que la colimba no tenía ningún lado bueno.

2.
Por esta introducción es que el libro La colimba parece aún más que Bajo bandera un artefacto cultural con un objetivo político. Los cuentos ya existían, no todos hablan del todo de los males de la colimba aunque sí los tocan por algún costado, pero el hecho de reunirlos y anteponerles una introducción de esa calaña es un gesto político indiscutible. Ahora hablemos de los cuentos.

3.
No están todos buenos. Pero algunos sí. Vamos uno por uno: 
- "Entre delatores", de David Viñas, 1963. Es un diálogo entre un oficial y su mujer, en el barrio de oficiales de un cuartel. Tiene un giro inesperado al final. Ta.
- "Uñas contra el acero del mauser", de Miguel Briantes, 1964. No había leído nada de él. Entra el tema de la humillación en la colimba a pleno: un oficial obliga a un conscripto a arrastrarse por el piso del comedor, mientras los demás soldados lo garzean. El tiempo dramático es minucioso. Buen cuento.
- "Los muertos de Piedra Negra", de Abelardo Castillo, 1992. Es sobre unos colimbas que se sublevan en un levantamiento peronista fallido (¿el de Valle, presumo?). Un torro.
- "Denle la palabra", de Andrés Rivera, 1982. Una carilla, media incluso. Excelente. Encuéntrenlo y léanlo. 
- "Generalmente, en septiembre", de un tal Bernardo Jobson que nunca había sentido nombrar, sin fecha. Buenísimo. Un grupo de conscriptos que están pasando días en el calabozo por diversos motivos, trata de entender qué pasa afuera, porque el cuartel está descontrolado. Seguramente es un levantamiento militar. Super Like.
- "Los estampidos", de Álvaro Abós, 1965. Tampoco lo conocía a este. Otro de conscriptos en calabozos. Medio pelo.
- "La invasión", de Ricardo Piglia, 1967. Tercero con conscriptos en calabozos. Este tiene putos, bien ahí Piglia viejo y peludo nomás.
- "La madre del soldado", de Marcelo Cohen, 1981. No lo había leído a este tampoco. El mejor del libro. Espectacular. Un conscripto, un sargento y un teniente llevan el cadáver de un colimba a la casa de sus padres, donde lo van a velar. Los diálogos, las imágenes, la dosificación de la información, todo magistral. Amé.
- "Toda una tarde de la mano, al costado de la vía", de Sylvia Iparraguirre, 1988. El segundo que más me gustó, y tampoco la había leído nunca a ella. Una chica que viaja sola en tren conoce a un conscripto, que está volviendo al cuartel después de un franco. El punto de vista es el de ella. Casi todo el cuento está montado en un diálogo. Es muy lindo.
- "Historia tonta", de Antonio Dal Masetto, 1989, muy corto, está muy bien. Empieza así: "Tres son los protagonistas de esta historia: un sargento del ejército, un soldado, una bala de FAL".
- "La soberanía nacional", de Rodrigo Fresán, 1991. Está en el libro Historia argentina, que por lo que veo no me había gustado nada pero ya no lo recuerdo. El cuento sí me gustó, está muy en el orden del joven Fresán que escribía bien pero además tenía buenas ideas. Trata de Malvinas.
- "Memorandum Almazan", de Juan Forn, 1991. Otro de Malvinas. Está en Nadar de noche, que todavía no leí. Brillante, el cuento.

Y ya está. El libro lo conseguí por Mercado Libre. No debe ser muy fácil de encontrar de otro modo. El balance es positivo, si lo ven.