viernes, 29 de julio de 2022

Poppers, de Ralf König

 1.

A mi me gustan las novelas gráficas de König. Este es de tiras cortas, casi tiras cómicas, y para mí no es lo mejor que hace. Es como un total desaprovechamiento de potencial. No porque lo largo sea mejor que lo corto, pero para mí la maestría de König está en cómo trata temas heavys y construye relatos chistosos pero profundos: no alcanza esa profundidad en las tiras. Capaz le tengo que quitar el título de Quino trolo alemán que le puse en reseñas pasadas. 

2.

Tiene una tira por el comienzo que bordea la cancelación -obvio que no voy a cancelar a König, pero más de unx se tiraría de lleno a esa pileta con esa tira-. Es una que jode con la idea tan Mirtha de que las parejas de homosexuales no deberían criar hijos porque. Háganse una idea. Lo bueno es que es graciosa, pero qué borde tío.

miércoles, 27 de julio de 2022

Junto al piano, de David Leavitt

 1.

Y continuando con nuestra sub-sección "Pianos y trolos", este libro cuyo título original es The Page Turner, o sea El pasador de páginas, publicado en inglés en 1998. Es una casualidad muy curiosa que lo haya terminado a la vez que a Opus Gelber, porque este lo empecé hace meses y lo leí de forma homeopática, cuando al otro lo devoré. Son tan tan de la misma familia que si no los hubiera leído prestados los pondría juntos en la biblioteca.

2.

Junto al piano es una novela de ficción, con capítulos y cliffhangers, sobre un jovencísimo pasador de páginas que conoce y se engancha con un pianista de fama mundial: se metejonean, se enamoran, y luego todo se va al carajo. Es un poco una comedia de puertas: hay una madre metida en el medio, que no entiende nada y da pie a los enredos, hay una casualidad caprichosa que justifica el centro del relato (que Paul juuusto esté saliendo con un actor que vive en el mismo edificio que Jospeh, pero qué justo, igual todo bien David te banco), hay chistes (me reí en voz alta en el bondi vacío), escenas de sexo elididas y otras no tanto, y un final emotivo y bien pensado. Todo muy precioso, aunque a la vez ligero como una pluma.

martes, 26 de julio de 2022

Opus Gelber: retrato de un pianista, de Leila Guerriero

 1.

¿Por qué es tan adictivo un libro como este? Desde que lo agarré, hará cuatro, cinco días, no lo pude soltar, y hasta reemplacé la serie nocturna para seguir leyendo. ¡Ni que fuera George R. R. Martin! Y sin embargo, el efecto era ese. ¿Por qué tan droga?

2.

Bruno Leonardo Gelber es un pianista argentino nacido en 1941, uno de los cien pianistas más importantes del siglo XX a nivel mundial y un personaje a quien yo no tenía prácticamente de nada. Sin exagerar, mi única referencia era esta parodia del ranking de Todo x $2, que ni siquiera es de las buenas. Si bien en el mundo de la música clásica no dejó de tener vigencia, sospecho que en los '80s y quizás '90s tenía una presencia en los medios que lo convertían en una figura pública y hasta popular, y que aflojó desde entonces. Hoy -siempre hablando de la gente que no curte música clásica- muchos lo tienen meramente como un invitado a los almuerzos de la señora Legrand, de la que era muy amigo hasta que "se distanció". En 2021 tocó Beethoven en el CCK y el inefable Tristán Bauer le dio una placa como para tener la foto, pero yo me entero recién ahora googleando. En el video tiene barbijo, serias dificultades para caminar y un aspecto poco saludable (no olvidar que está por cumplir los 80) pero cuando se pone a tocar el piano con sus deditos gorditos y sus manitos arrugadas es el mismo crack de siempre.  

3.

Me está costando escribir esta reseña, porque me cuelgo mirando tanto videos de Bruno tocando o en entrevistas, como de Leila Guerriero contando sobre el libro. Estoy tratando de encontrar qué dijo Bruno sobre el libro, pero no aparece. Es muy posible que no haya dicho nada en público al respecto. Sí encuento que Leila y Bruno se siguieron viendo (buena señal).

4.

Opus Gelber es un perfil (un retrato, como dice el subtítulo) del pianista, que es como decir una biografía sin tanta investigación bibliográfica ni tanta búsqueda de archivo (aunque igual hay bocha) y en la que la periodista/cronista/escritora aparece, ella misma, mucho. No por nada el libro abre con un epígrafe de El adversario de Carrère, maestro de -entre otras cosas- escribir sobre otros partiendo de sí mismo. Leila no llega a los niveles de Carrère en ese sentido, igual (por suerte): tiene cierto pudor que la hace llegar nomás hasta ahí. El libro incluye muchas cosas que irían en una biografía (su infancia, su familia, el origen de su vínculo con el piano, su llegada a la cima y etc.) así como otras del mundo de lo chismográfico, y todo está escrito con una tremenda calidad literaria. Creo que es el primer libro de Leila Guerriero que leo de pe a pa, y por ende no sé si es su estilo el de partir de un yo cronista o será esta la primera vez. El libro empieza con esta frase: "Avenida Corrientes derecho, hasta Pueyrredón.  Siempre al atardecer. Durante casi un año, ese fue el camino para ir a ver a Bruno". La Guerriero cuenta en entrevistas que para ella ese comienzo plantea el talante de peregrinación que la cuestión tuvo mientras hacia el perfil, y queda clara la fascinación con la que Bruno la envolvió durante ese año que fue a visitarlo a su casa de la Torre Saint (¡Bruno Gelber vive en Once!), que tal vez explique las 333 páginas que tiene el libro y la fascinación que también nos transmite a los lectores. Yo les digo en serio: hace una semana que escucho a Gelber tocando Rachmáninov (🕸). 

5.

Lo que nos permite cerrar esta reseña con la pregunta del inicio: ¿qué hace que este libro resulte tan adictivo? Si no tiene cliffhangers. No tiene ni siquiera capítulos. Es todo un mismo río de Gelber, y tal vez está  misma condición de fluidez (que además es una fluidez circular, donde el libro, como Bruno, repite historias cambiando los detalles) sea la que hace que uno quiera leer un poquito más, y otro poquito, y así hasta que como se terminó te ponés a googlear en busca de más fafafa literaria. Qué sé yo, estoy re loca.

lunes, 25 de julio de 2022

Sin coordenadas, de Martín Vitaliti

 1.

Un libro grande, pesado, 272 páginas en papel creo que ilustración, cuya portada es una nada blanca con un punto negro en el medio. Jugada. No llega al límite de no decir nada más: en el lomo se leen título, autor y editorial (Trenenmovimiento) y en contraportada hay sinopsis y comentario a cargo de Ezequiel García, que también es el editor. No creo que me lo hubiera comprado sin referencias previas, pero me lo recomendaron en la FED '21 y tomé el riesgo. 

2.

Después de semejante introducción, quisiera decir que me deslumbró esta novela gráfica, pero no fue así. Tiene tanta cosa, tanta capa y tanto rebusque estético que me quedé un poco afuera. Es una novela inteligente, que utiliza el lenguaje y las convenciones del cómic para romperlo y reutilizarlo de modos nuevos, con mucho raccord de imagen (donde de un cuadrito a otro cambia todo menos las posiciones de las figuras), salto del presente al pasado y de lo "real" a la imaginación, muchas iteraciones y repeticiones y un diseño gráfico impactante, pero la historia, que la hay, o las historias, me dejaron a mitad de camino. A mí me gusta que me cuenten una historia. Me hubiera hecho más feliz si lo formal hubiera estado más en función de lo que se cuenta, pero hay como una tercera capa en toda la cosa (lo del faro, las gaviotas, el hombre que mira para arriba) con una suerte de dimensión poética que el autor decidió que subyugue a lo demás, y entonces acá estoy, con gusto a mucho y a poco al mismo tiempo. Es indudable que tiene un MONTÓN de laburo la historieta, pero bueno, para que te voy a mentir, para que te voy a decir una cosa por otra.

3.

Acá hay otra reseña, más bien admirativa del libro, por si quieren otra campanada.

martes, 19 de julio de 2022

La sed, de Marina Yuszczuk

 1.

Hace poquito me pidieron una recomendación infalible, y el primer libro que se me vino a la mente fue este. Seguido por El viento que arrasa de Selva Almada. Seguro hay más, pero fueron los primeros que pensé. La sed, de Marina Yuszczuk, habitante permanente de este blog a estas alturas, lo tiene todo: ritmo y sustancia. No lo digo yo sólo, lo dijo un jurado -integrado por Ana María Shua, Federico Falco y María Teresa Andruetto- que le otorgó el premio "Sara Gallardo" el año pasado. Pero también lo digo yo.

2.

Para empezar, es de vampiros. No estoy espoileando nada. Es más: es de vampiras. Y por ende es un poco de terror, tiene unas imágenes muy macabras, pero también es muy hot, tiene unas escenas muy hot y Marina Y. se consagra como una gran escritora de garches, algo que me parece dificilísimo y que también hace increíble Gael Policano Rossi, ¿se leerán, mutuamente?

3.

La sed es también una novela histórica, en el sentido de que buena parte transcurre en la Buenos Aires del siglo XIX (en particular la de la epidemia de fiebre amarilla), y la reconstrucción de época es impecable. Por ese lado de tomar lo histórico para trabajarlo con otros fines me hizo juego con una de mis novelas favoritas de todos los tiempos, El año del desierto de Pedro Mairal. Y a la vez, no es sólo histórica, porque -como sabemos desde el vamos- también hay una trama contemporánea. Y el modo en que todo se conjuga es lo mejor y no quiero revelarlo así que vayan y lean. 

4.

Hay un nivel de análisis más profundo que se podría hacer, que gira en torno de los géneros literarios, porque La sed es una novela gótica que deviene una novela contemporánea, o es una reversión de lo que significa el gótico en literatura, pero como no sé no opino. Yo lo único que les voy a decir es que la pasé bárbaro, me la morfé. Y eso que llegué tarde, porque la leí en 2022, año en que la bahiensé Yuszczuk publicó una nueva novela, esta vez de fantasmas, a la que pronto me abocaré.

miércoles, 13 de julio de 2022

FOREVER BUTT, de Butt Magazine

 1.

¿Vieron que casi siempre los libros hermosos y gigantes son más para tener, mirar o mostrar que para leer? Por ejemplo, El vértigo de las listas de Umberto Eco, es quizás el más lindo que tengo y lo traté de leer, pero es imposible. Está pensado para consulta, o para ojearlo, no para leerlo de pe a pa. Bueno,  el libro de la revista BUTT es la excepción a esa regla: acabo de terminar de leer sus 530 páginas con sus más de ¿100? entrevistas, y fue un viaje de placer, negocios, autoconocimiento y arqueología homosexual. 

2.

Todo empezó porque fuimos con Gonza a ver Todo a la vez, documental de Alberto Fuguet sobre una pareja que hace la revista Kink en España, y Gonza me dijo "Es como la BUTT". Ahí descubrió con azoro que yo nunca había oído nombrar a la revista BUTT. ¿Es tan extraño? En fin, no sé si todo el mundo trolo la conoce, pero bien que valía la pena conocerla, y en un acto heroico Gonza consiguió este kilo de libro que sacó Taschen en 2014 y me lo regaló. 

3.

La revista BUTT (de ahora en más, CULO) salió en EEUU y Europa entre 2001 y 2011. Era una revista de entrevistas y fotografía, que según el número llevó el subtítulo de Fag Mag, Lo espectacular de la revista CULO es que por un lado había recortado su objeto a las entrevistas (con sus fotos) -es decir, no tenía crónicas, notas de opinión, etc., sólo entrevistas y fotos o a lo sumo dibujos-, y por el otro, en su monoformato, buscaba y lograba una diversidad máxima en los sujetos entrevistados, y no una diversidad en la gama Benetton o en el arco LGBTTIQ+, ni siquiera en el arco ideológico, sino en el estatus de fama de los entrevistados. Podía tener en el mismo número a Marc Jacobs o a Gore Vidal, y a la vez a un croto (literal) con una parafilia por la mugre o al mozo de un boliche gay de Londres, porque sí. O más bien, porque lo que los igualaba como entrevistados válidos era la experiencia y el deseo homosexual. 

4.

Hay algo en la forma de entrevistar de CULO y sus hacedores que es excelente y muy libre, si fuera periodista trataría de sacarles el yeite. Las fotos son bárbaras, a veces son desnudos y a veces no y en muchos casos son del zarpado fotógrafo Wolfgang Tillmans. El libro propiamente dicho, FOREVER BUTT (Por siempre culo) es una selección de las entrevistas de los 29 números de BUTT, ordenadas en orden alfabético según nombre del entrevistado (desde AA Bronson, artista canadiense, hasta Your Big Dick Host, un muchacho de Brooklin que hace una fiesta en su sótano) con sus fotos, impreso todo en papel rosa, tapas duras, una joya. La pasé bárbaro, conocí bocha de artistas y personajes que no tenía de nada, y viajé a la primera década del 2000, con la que nuestro mundo ya tiene poco en común. Para mi sorpresa, fue todo más interesante que hot. Mis entrevistas favoritas fueron las que les hicieron a Aiden Shaw (actor porno devenido poeta), Andy Butler (el de Hercules and the Love Affair, parece que le cabe el cruising), Bruce LaBruce (después miré su peli Hustler White, buenísima), Buck Angel (un actor porno trans -the man with the pussy- que estuvo a su vez casado con una actriz porno que también era dominatriz de un club de sadomaso en Hollywood al que iban los Wachowski antes de ser las Wachowski: resulta que esta mujer dejó a Buck Angel por uno de los Wachowski, y se casaron, y después transicionaron, y cuando leí esta entrevista me metí en un vórtex de leer basura sobre las Wachowski, cuidado con la Internet, hay un artículo muy largo de Rolling Stone al respecto pero parece un foro de conspiranoicos), Dennis Cooper (después leí su novela Un cabo suelto), Edmund White (tengo para leer su novela About a boy), Gore Vidal (increíble personaje), John Waters (qué decirte), Perez Hilton (un Rial internacional, una persona horrible, también me dediqué a googlearlo después, porque las entrevistas son de hace una década y media vistesss), Rosa von Praunheim (!), Slava Mogutin (ruso exiliado, fotógrafo, gran historia), Stephin Merrit (el de Magnetic Fields, está chapa). Pero en fin, me gustó todo. Lo leí en inglés, y me duró como medio año. Buena amortización.

viernes, 8 de julio de 2022

Canciones, de Dani Umpi

 1.

La manija que tuve cuando me enteré que iba a salir este libro. Para mí, uno de los acontecimientos editoriales más copados del 2022. Se presentó una noche de invierno en un sótano céntrico: ¿cuántas veces hicieron pogo en la presentación de un libro? Yo calculo que sólo una.

2.

De Dani Umpi ya dije mucho en este blog, porque lo leo más o menos desde la misma época en que lo  empecé a escuchar, año 2006 o 2007. Dani es músico y escritor, además de artista plástico, duende y vaya uno a saber cuántas cosas más, y es bárbaro porque hace todo bien. No sé si me gusta más como músico o como escritor, pero con este libro pareciera venir a decir que no son mundos taaan separados. 

3.

Canciones reúne 69 letras de ídem (si conté bien), que según Dani son todas sus canciones (si no se le pasó alguna). Son las que están en sus discos Perfecto (2005), Mormazo (2011), Hijo Único (junto a Sofía Oportot y Nacho Redard, 2012), Lechiguanas (2017), los dos discos de lados B de Lechiguanas, Box 1 y Box 2 salidos en 2019 y 20 (que para mí deberían haber salido como discos en sí mismos, nada de lados B, se la re bancan), Umpi/Coghlan (junto a Coghlan y Joaquín Taba, 2021) y el próximo a salir Guazatumba (2023), que en la solapa del libro ya figura, en un acto mágico de futurismo. Lo más interesante del libro, sin embargo, son los tres textos que hacen de prólogo, en los que Dani muestra la cocina de la cuestión, revela todos sus secretos, es gracioso y es generoso. Se llaman "Las canciones leídas", "Las canciones fermentando" y "Las canciones comentadas", y son de esos textos que, para mí, le harían bien a cualquiera que se dedique a escribir o crear lo que sea. Tengo ganas de que los lean un montón de amigues, así que probablemente regale mucho este librito. Y después, por supuesto, están las canciones. Paso al punto cuatro.

4.

Dani Umpi se pregunta si será muy pronto para publicar un libro así, y un poco espero que sí, que todavía vengan 69 canciones más. Por el momento voy a jugar a elegir mis favoritas y a hacer una clasificación vaga y antojadiza. Por ejemplo, uno de los tipos de canciones que hace Dani y que me fascinan son las que podríamos llamar literarias: canciones que cuentan una historia. De esas me gustan "Porvenir" (¿narrador omnisciente en segunda persona?) y "Nunca más regreso al pueblo" (¡narradora protagonista!). "Sambayón" también tiene algo de cuento, igual que "Levante": un relato con inicio, nudo y desenlace ("Levante" tiene remate, como un chiste o un cortometraje, me encanta). Mormazo al final es un disco muy de cuentos. "Niteroi", de Lechiguana, también contiene un relato y es una de mis canciones favoritas de Dani (y creo que objetivamente es de sus mejores, si es posible afirmar tal cosa). 

Otro tipo de canciones muy de Dani son las que agarran un tema o un mundo y juegan con el doble sentido, el ingenio y la velocidad: estoy pensando en "Atracción" y "Campeonato", que serían los ejemplares puros de la raza, pero creo que también son parientes bastardas "Tres pasos" o "Mucho para dar" (¿o esas son de otro orden, canciones del chongeo?). 

Una muy deforme y que amo es "Punta 92 2002". Lo tiene todo: el clima, el punchi, el relato, y algo como escondido detrás de todo eso, algo oscuro pero a la vez deseable, como una melancolía. Y "Tebas", esa también la amo. Con estas no estoy siendo especial: son todo lo que un hit tiene que ser y deben ser las favoritas de más de una. Por eso, para hacerme la rara, mi verdadera favorita es "Canción del Cajero", que está en el primer lado B de LechiguanasBox 1. Esa canción de verdad lo tiene todo, hace todo, habla de todo. Es impresionante. Empieza en un supermercado ("Es el láser verde que descifra / el código de acceso a mi camisa"). La voz que habla se enamoró. El monólogo, o diálogo imaginario, empieza como un levante ("ríndete a mis brazos en el galpón") pero de golpe se pone meta ("qué fácil que me dictas las rimas de esta canción") y luego se pone místico ("si logro organizarme invento una religión") aunque es una mística del levante ("orando a tus patillas cortadas al ras / diezmando moneditas del cambio que me das"). Por fin el chamuyo resulta ("un uber hacia un telo / yo te hablo de vos y vos me hablás de tú"), y entonces la canción cambia. La mística se pone bíblica. "Hágase la luz y el firmamento". La canción sube y sube, pero al final vuelve al contrapunto: toda la creación del mundo tiene por destino "dejarte un like en tu foto de perfil". Y después, casi en una coda, haciéndo pie en lo más sublime, volvemos al supermercado: "tanteo los límites humanos / y tus promociones de frutas en el verano". Guau.

5.

Una de las cosas tristes de la extinción de los formatos físicos fue la muerte de los libritos que los acompañaban. Sobre todo los de los CDs, que eran mucho más maniobrables que los de los cassettes (cuántas veces se rompían esos en la dificultad de doblarlos). Este libro Canciones tiene algo de eso, de librito de CD. Leer la letra de canciones que conocés te lleva un poco inevitablemente a cantarlas para adentro. Y cuando no las conocés, como pasa con las inéditas, la experiencia se parece a la de leer un poema. Hace pocos días salió "La mitad", el primer corte del disco nuevo, y mientras lo escuchaba me puse a leer la letra en el libro, re nerd.

6.

Algo mágico que pasa en el libro, cosa de duendes como diría Dani, es que para que no se notaran las épocas o etapas decidió mezclar todas las canciones y ordenarlas alfabéticamente. Así resultó que la última de todas las canciones del libro es la primera canción de su primer disco, "Yo me haré a un lado". ¿No es fantástico?