miércoles, 8 de agosto de 2018

El mono en el remolino: notas del rodaje de Zama de Lucrecia Martel, de Selva Almada

1.
Vengo teniendo una lectura accidentada de El desapego es una manera de querernos, libro de relatos de Selva Almada, y por lo accidentada de la lectura es que El mono en el remolino le ganó de mano y pasó a ser el primer libro de la susodicha que termino y por ende reseño en Resistirse es Fútil. 

2.
A Selva Almada primero que nada la tengo como la discípula de Laiseca. Hay un documental muy lindo que se llama Lai, filmado íntegramente dentro del departamento de Laiseca, en el que aparecen sus alumnos de taller, y entre ellxs aparece especialmente Selva Almada, que lo ayuda con sus cosas de hombre viejo como si fuera una especie de hija o de ex mujer compasiva. Lo loco es que la prosa de Almada no tiene nada de la de Laiseca. Almada escribe derechito, con pocos adjetivos, sin palabras extravagantes, y por lo menos en lo que leí yo, sin apartarse de la realidad real, con una suerte de escritura documental de los sentimientos. A Selva Almada le gusta lo rural, la vida de la gente del campo, lo que les pasa por adentro del balero, y eso que yo había percibido en los cuentos de El desapego está muy presente en El mono en el remolino, no sólo en lo que cuenta sino también en lo que imagino que ella miró en el rodaje, en lo que puso el foco. 

3.
El título es una genialidad. El mono en el remolino es el mono muerto que flota en el río, en la primera escena de Zama, pero no de la película de Lucrecia Martel, sino de la novela de Antonio Di Benedetto. El mono no está en la película, ni tampoco en este libro de apuntes sobre el rodaje de la película: el título queda por lo tanto completamente inexplicado para quien no leyó el libro original. Lo que me parece genial del título es que el mono es, justamente, lo que no está. 

4.
Me imagino que muchxs lectorxs se habrán sentido decepcionados con este libro, porque Lucrecia Martel aparece muy poco. Es un libro corto de por sí, seguro que caro para lo corto que es, y armado con notas breves, relatos anecdóticos de entre una y tres carillas, a lo sumo cuatro. En cada una, Almada hace una descripción de una situación que ve en rodaje, o en los casting, o que le contaron de los casting. Habla mucho más de los casting que del rodaje en realidad, y en particular de los casting de extras, que son en su mayoría personas de la tribu qom, a los que fueron a buscar a pueblos chicos y alejados en la periférica provincia de Formosa (que es donde se filmó parte de la película). A Lucrecia le dedica una de las notas, que a mí me pareció que estaba más porque tenía que estar que porque le surgió a Almada, y luego la vuelve a mencionar en otra, hacia el final, a raíz de los cating. Dice que Lucrecia en los casting le pedía a la gente que le cuente un sueño. Un sueño que hubiera tenido. Qué maestra.

5.
En conclusión: de cine propiamente dicho (o sea, gente gritando "¡Corte!" y esas cosas), hay poco; de Lucrecia Martel propiamente dicha, hay poco; pero como todo es cine, y como la mano (o la mente) de Martel se percibe detrás de todo lo que pasó en la producción de Zama, en realidad el libro es todo lo que tiene que ser, Selva Almada hizo algo re lindo y en todo caso si alguien se siente estafado por la relación precio/cantidad de chismes sobre Lucrecia Martel, la culpa no es del chancho sino del que le da de comer (Random House Mondadori). He dicho.

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