1.
La pasé bárbaro con este libro errático, detallista y un poco (a veces) aburrido. Bergman eligió un montaje paralelo para sus memorias: pasa de hablar de su nacimiento en 1918 (el mismo día que yo, aguante yo), de su padre pastor protestante y su madre reticente al cariño, a la puesta de Strindberg que está haciendo en 1986, ya retirado del cine post Fanny och Alexander. De ahí salta a su infancia y el descubrimiento de la imagen en movimiento (vía linterna mágica, increíble capítulo), después salta a 1955, vuelve a la pubertad y todo así, espasmódico. A veces se pone chismográfico (hay un capítulo en particular donde cuenta sus encuentros con Chaplin, Garbo, Olivier, otros) pero no es lo que más hace. Lo que más hace es hablar de su vida en el teatro, que evidentemente ocupó mucho más tiempo y espacio en su existencia que el cine. Como al comienzo lo quería leer para preparar una clase sobre Persona me saltié un par de partes sobre teatro, pero antes de terminar de leerlo volví para atrás para no perderme nada. Me re enganché.
2.
Hay un capítulo tremendo sobre su visita adolescente a la Alemania nazi (tremendo mal). Un Ingmar de 16 años viaja a un pueblo en Alemania en un plan de intercambio estudiantil, y para en la casa de una familia alemana (también de un pastor) que es, por supuesto, nazi. Corre el año 1934 o 35. Justo justo uno de los días que Ingmar pasa en Alemania, se celebra un desfile nazi en una ciudad cercana (ni más ni menos que en Weimar) con la presencia de Adolf Hitler. Cuestión: Bergman vio a Hitler en persona, bastante de cerca, dar un discurso frente a miles de personas en estado de éxtasis religioso. "Yo no había visto jamás nada parecido a este estallido de fuerza incontenible. Grité como todos, alcé la mano como todos, rugí como todos, amé como todos". El día de su cumpleaños lo pasa estando allá y la familia alemana le regala una foto de Hitler. Obviamente, alcanza con ver El huevo de la serpiente para saber qué pensó el Ingmar adulto de todo eso, pero es zarpada la confesión de fascinación adolescente que hace el hombre cincuenta años después de los hechos, y cómo está escrito... Bueno, todo el libro, qué bien escrito. (Y traducido, supongo).
3.
Ingmar es alto forro y me gusta que no se preocupe demasiado de pintarse con mejores colores. Tuvo muchos hijos, que probablemente lo odien, más abandónico no se consigue. Encima va tirando el datito de cuando nace uno u otra, pero nunca los menciona con nombre, ni los vuelve a mencionar después de nacidos. Cancelado Ingmar.
4.
Hay un capítulo muy divertido sobre su enfrentamiento con la AFIP de allá. Incluye un exilio y a Barbra Streisand.