miércoles, 10 de agosto de 2011

Plata quemada, de Ricardo Piglia

1. Este post se viene muy maraca.

2. Cuando vi Plata quemada (la película de Marcelo Piñeyro) quedé fascinado. Yo tendría 13 años, no sé dónde ni cómo la vi pero la película es del 2000 y yo en el 2001 ya la había visto, seguro. Creo que debe ser la primera película con escenas explícitas de sexo entre hombres que vi. Y encima, qué hombres: Sbaraglia y Noriega, mein Gott. Y de paso Echarri, antes de las canas y las fosas nasales gigantes. Sbaraglia vivía en Argentina o se acababa de mudar al exterior y venía de El garante, una de las mejores series que dio la televisión argentina, en la que hacía de tipo que debe correr con una deuda contraida por su abuelo con el diablo. El diablo (uno de sus esbirros en realidad) era Lito Cruz, cuando actuaba bien. Y también actuaba Luis Ziembrowski, en un papel buenísimo (Fernagonza) que según internet fue su primero en TV. Ziembrowski también actúa en Plata quemada. Lito Cruz no. El garante era de los hijos de Tato, que entonces eran jóvenes, tenían papá y no escribían en Clarín (uno de ellos ahora lo hace, en una columna un poco menos boluda que lo que hace Nik en La Nación) . Los Borenstein (los hijos de Tato) después hicieron La condena de Gabriel Doyle, un programa que debería haber sido un éxito, que tenía guión de Robin Wood, en el que en un capítulo Max Berliner se comía una carilina con sangre. Pero en vez de ser un éxito, lo levantaron. Después los Borenstein hicieron Tiempo Final (en su primera versión), una serie excelente que yo no me perdía nunca. Fueron los primeros en poner a Francella a hacer algo serio (demasiado serio: era un tipo que descubría en su electricista a quien lo había picaneado durante la dictadura). Por la época de Tiempo Final fue que salió Plata quemada, donde los tipos cojen y también está Leiticia Bredice.

3. El libro de Piglia es mucho menos maraca que la película. En principio, los tipos no están específicamente fuertes. El Nene capaz que sí, los otros no necesariamente y el personaje que hace Echarri diría que no. En segundo lugar, la relación entre el Nene y Ángel (que no se llama así) es mucho menos central (sin dejar de estar) que en la película.

4. Otras diferencias con la película. En el libro, el personaje de Noriega no es español, y se llama el Gaucho Rubio porque es un gaucho y es rubio. Sí se mantiene lo de que escucha voces, y lo de las drogas. Se ve que para que España pusiera guita tuvieron que acordar eso. Ojo, no me molesta, ponelo a Noriega todas las veces que quieras. Solamente que es raro porque el libro es el colmo de la investigación y el basamento en hechos reales, entonces hace ruido que le cambien esas cosas. La otra es Leticia Bredice. El personaje que hace, en el libro es una piba morocha: una cabecita negra llegada del interior uruguayo. No entiendo por qué buscaron a una rubia. O sea, está re fuerte, actúa bien, pero ¿no había una negra que estuviera fuerte y actuara bien?

5. Decía entonces que la novela es el colmo del "basado en hechos reales". El caso es real: una banda organizada de chorros porteños roba mucha guita de una municipalidad en un asalto en el que matan gente. Huyen al Uruguay pero, traicionados por diferentes personas, están a punto de caer. La policía uruguaya los acorrala en un departamento que no es de ellos sino del hampa montevideana donde, casi por azar, hay un arsenal. Los chorros porteños aguantan la embestida de la policía uruguaya toda la noche. Para Montevideo es el mayor despliegue policial de su historia, y la televisión que es joven lo cubre en vivo. Al final... no les cuento el final, por si algún desprevenido no vio la película ni leyó el libro. Es el colmo del "basado en hechos reales" por como está escrita y por las fuentes que usa. Piglia (PIGLIA, RICARDO PIGLIA, ¡no Felipe Pigna! Lo grito así porque el mundo está lleno de gente que se los confunde y más de uno debe haber llegado hasta acá pensando en el profe de historia Pigna) no sólo leyó las crónicas de la época, no sólo habló con testigos, no sólo leyó informes policiales: también leyó informes de prisiones y manicomios previos al comienzo de la historia que narra, haciendo un relevamiento impresionante de la vida de estos dos personajes el Nene y el Gaucho. ¡De uno leyó lo que escribió su psiquiatra! De todas maneras, lo más increíble de las fuentes es esto: resulta que el departamento en el que se encierran los tipos, estaba microfoneado. Por otra cosa, para vigilar a otro. Entonces la cana pone a uno a escuchar y taquigrafiar las conversaciones de los acorralados, para entender cuántos son y cuál es cuál y tratar de ver cuándo empieza alguno a aflojar para tratar de que traicione a los demás. Esas conversaciones están desgrabadas, y Piglia las leyó. Zarpada fuente. Todo esto lo cuenta el autor en un epílogo donde también cuenta cómo llegó a él esa historia.

6. Lo que tiene de interesante la novela, más que nada, es el uso de las fuentes, que no son eludidas sino incorporadas de una manera muy buena: el que escucha las conversaciones es un personaje; el cronista del diario montevideano es un personaje... Nada, está muy bueno eso. Dejemos acá por ahora.

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