jueves, 6 de octubre de 2011

El barón rampante, de Italo Calvino

1. Qué lindo cuento. Digo cuento, aunque tiene 252 páginas en mi hermosa edición rosa de Club Bruguera. Hoy en la biblioteca Tere les dijo a unos chicos que preguntaban por el libro que les habían mandado leer: "Tiene dos cuentos, Edipo Rey y Antígona". Yo la iba a corregir pero después me pareció lulu decirle cuento a las cosas aunque no lo sean técnicamente. Es la otra acepción de la palabra cuento, una acepción subjetiva, ¿no? A mi me hace acordar a los cuentos que me contaba mi papá cuando era chiquito. (Yo, no él). Mi papá los inventaba en el momento (en realidad los recordaba, eran más que nada sus aventuras como superhéroe, Superpapi). De alguna manera o de varias, llamarlos cuentos no es usar la misma palabra que cuando uno dice cuento hablando de un cuento... quiero decir que la palabra cuento se puede referir a cosas por su apariencia, o sea su forma, o a su esencia, y cuando la palabra cuento refiere a la esencia cuento no necesariamente ese cuento debe responder a la forma cuento. (Perdón, es que estoy estudiando a unos irracionalistas y se me está pegando. Ya se me va a pasar). En el sentido que acabo de intentar exponer, El barón rampante es un cuento.

2. También lo es de una manera programática supongo, al igual que El bizconde demediado y me imagino que también El caballero inexistente, que no leí pero espero conseguir.

3. La disfruté mucho, mucho. La sinopsis se las puedo contar: Hay una familia de la nobleza italiana. El hijo mayor un día se enoja con los padres, se sube a un árbol, y nunca más se baja. La novela cuenta la vida del barón (que no lo es aún cuando sube), que hace miles de cosas sin nunca bajarse de los árboles, pasando de uno a otro por el bosque de Ombrossa, región imaginaria de la Italia de mediados del siglo XVIII. El barón rampante sucede en contextos históricos reales, a veces aparecen personajes históricos como personajes. Eso está bárbaro también. La lectura es muy sencilla (salvo cuando hablan en ruso) y llevadera -sí, esa palabra -y se las re-re-re-comiendo.

4. Le pregunté a Emanuel si todos los italianos habían leído a Calvino y si era como decir Cortázar para los argentinos. Me dijo que sí, que todos los italianos los leyeron y que "es uno de esos escritores de los que los italianos se enamoran y hablan en la secundaria" y que "es un autor muy canónico de la cultura italiana progresista, especialmente en su encarnación ministerial-escolástica". Así que sí, es como Cortázar. Bien por él.

No hay comentarios: