martes, 4 de diciembre de 2012

Los orígenes del pensamiento griego, de Jean-Pierre Vernant

1.
En la batalla del Yo contra el Ello por preparar y rendir una materia que cursé en 2008 y que se me está por vencer, sin rendirme a los pies de las miles de mejores cosas para hacer que nos depara un diciembre como éste, me encuentro en la biblioteca de casa con éste librito finito, simpático, azul, naranja, y bibliográficamente obligatorio, que no sé por qué Mariano poseía, y visto y considerando que la regla dicta reseñar en este blog todo aquello que tenga lomo, procedo.

2.
Una cita muy bonita:
Heródoto, al mencionar, después de cada relato de batalla, los nombres de las ciudades y los individuos que se mostraron más valientes en Platea, da la palma, entre los espartanos, a Aristódamo: el hombre que formaba parte de los trescientos lacedemonios que habían defendido las Termópilas; sólo él había regresado sano y salvo; ansioso de lavar el oprobio que los espartanos atribuían a aquella supervivencia, buscó y encontró la muerte en Platea, realizando admirables hazañas. Pero no fue él a quien los espartanos otorgaron, con el premio al valor, los honores fúnebres tributados a los mejores; le negaron la aristeia porque, combatiendo furiosamente, como un enajenado por la lyssa, había abandonado su puesto.

3.
El primer libro de Vernant, éste, se publicó originalmente en 1962, cuando hacía muy poco que se había descifrado finalmente el lineal B micénico. La edición de Paidós Studio del '92 (con reediciones hasta estos años) incluye un necesario prólogo del '87 del propio autor con algunos comentarios a la obra en base a los progresos en las prospecciones arqueológicas, a las nuevas teorías que fueron surgiendo y etcétera. De todos modos, el núcleo de la obra se mantiene actual y vigente y las salvedades hechas en el prólogo son sólo del tipo "sí, pero". La tesis de Vernant podría resumirse así: en la Grecia de las polis surgió el primer pensamiento racional, las primeras ideas sobre la naturaleza que eran ajenas a mitos y dioses, y ésto fue posible porque primero hubo un cambio político, el del fin de las monarquías y de las economías palaciegas y el del desarrollo de las polis y de las concepciones igualitarias, que permitieron pensar a los fenomes naturales alejados de un orden jerárquico donde todo sucede por gracia de un dios soberano (Zeus) y cercanos a un orden "horizontal" (esa palabra la pongo yo) donde las relaciones entre los fenomenos son de reciprocidad. Cito:
Por lo demás, este equilibrio de poderes dista mucho de ser estático; oculta oposiciones, es el resultado de conflictos. Por riguroso turno, cada potencia, sucesivamente, domina, adueñándose del poder y luego retrocede, para cederlo en la proporción en que antes había avanzado. En el universo, en la sucesión de las estaciones, en el cuerpo humano, un ciclo regular hace pasar así la supremacía de uno a otro...
4.
Hay mucha gente a la que le gusta la historia y la filosofía clásica más que a mí: es probable que esa gente disfrute este libro más que yo. De todas maneras, a nosotros los que no sólo no disfrutamos sino que además sufrimos tratando de entender si los minios son los minoicos o los micénicos o ninguno de los dos, si espartiatas y espartanos es lo mismo, nos digo que dentro de todo el libro es pasible de ser disfrutado igual. Mucho más que otros sobre temas varios de historia clásica que me estoy viendo en la circunstancia de tener que leer. A los que no gustan de la historia de ninguna manera los felicito por haber llegado hasta este punto de la reseña y les mando a todos un cordial salú.

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