jueves, 12 de octubre de 2017

La patria equivocada, de Dalmiro Sáenz

1.
A veces me pasa que tengo un libro en mi biblioteca que probablemente no vaya a leer nunca, años ahí muerto (hay varios así en este estado ahora mismo) hasta que un día alguien me los recomienda, o me los mandan leer, y oh milagro yo recuerdo que lo tengo, juntando polvo, ácaros y ántrax. Este lo compré un día, usado, junto con dos o tres libros más de Dalmiro Sáenz, pensando que si de chico me gustaba tanto Yo también fui un espermatozoide, seguramente los otros libros también fueran buenos. Dalmiro Sáenz es uno de esos escritores argentinos como Antonio Di Benedetto, famosos en su momento, conocidos, leídos y prestigiosos, y luego olvidados por el público y por el mercado. O como el Turco Asís, que no fue olvidado porque se reconvirtió en comentarista de TV, pero perdió su prestigio y es muy poco leído como escritor de ficción hoy en día. Di Benedetto fue recuperado y reeditado hace un tiempo, y ahora está más en boga por Zama La Película, pero hubieron varios años, dos décadas diría, en que sus libros no se conseguían, ni se lo mencionaba en la historia de la literatura argentina de los '50s. No digo que Sáenz haya escrito ningún Zama, pero sí que merece un rescate. Algo parecido a eso podría estar sucediendo, porque veo que Capital Intelectual reeditó Yo también fui un espermatozoide (LIBRAZO. Empieza así: "Escribir sobre uno mismo es un poco incómodo. Yo por eso generalmente prefiero escribir sobre una mesa."), y porque veo que este libro del que paso a hablar en el punto 2 fue llevado al cine en 2011, pero es evidente que si la película tiene como protagonista a Juanita Viale no cuenta como rescate. (Atención: éste es el trailer pero cuenta toda la película y el final del libro).

2.
Decía que me sugirieron leer este libro. Fue por un laburo de guión que tuve que hacer, me lo pasaron como "refe". Resulta que este libro, que está dividido en capítulos que en realidad son cuentos, va atravesando de uno en otro distintas etapas de la historia argentina (del siglo XIX), desde las invasiones inglesas hasta la República conservadora. El juego está en dos cosas. Por un lado, cada capítulo responde a otro punto de enunciación y a otro formato: cartas, diario, primera persona, tercera persona... Por el otro, de un capítulo/cuento al siguiente hay casi siempre un punto de continuidad en un personaje que se repite de uno en otro, cambiando sus circunstancias de vida, su edad, y su rol en la narración: puede ser protagonista o lateral, no importa. La operación funciona porque los cuentos funcionan, y sobre todo en la trama de Clorindo y su hija se justifica que La patria equivocada se llame a sí misma novela.

3.
A favor de Dalmiro Sáenz: lo guarro que es. Hay sexo, bastante, justificado y diegético, mucho "miembro endurecido asomando del pantalón", mucha "erguida dureza de su miembro"... A Dalmiro le gusta escribir sobre pijas paradas. Hay un capítulo que empieza diciendo: "La otra noche me masturbé por primera vez con la mano izquierda, Marcela". Mu bue. En contra de Dalmiro Sáenz: el lugar de la mujer en la novela es bastante choto, hay un dejo de machismo del sentido común machista argentino que queda aunque me imagino que en su momento Dalmiro habrá aparecido hasta como progresista respecto de sus contemporáneos por lo que las mujeres hacen en su literatura (como las mujeres vengadoras de la muy interesante obra teatral Las boludas). El libro está bien. No me volví loco, pero está bueno. Algunos cuentos mejores que otros. El mejor es el que menos tiene que ver con la trama con continuidad, que es el de los dos curas (el progre y el conservador) que se enfrentan al curandero abortista.

4.
También, y para linkear esta reseña con la de La mano del pintor de María Luque que anda por acá abajo, uno de los personajes de la novela, pero mega ficcionalizado, es Cándido López, el pintor manco de Curupaytí. Ese es el que se masturbó con la mano izquierda, Marcela. En ese cuento en forma de carta cuenta-ficcionaliza cómo perdió la mano. El cuento termina con el propio Mitre, reflexionando sobre el honor y el arte, hablando en francés y en guaraní. A Dalmiro lo histórico no le importa nada, por suerte. Es sanmartiniano en ese sentido: él es libre, lo demás no importa nada.

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