martes, 30 de octubre de 2018

Un millón de bandas malas, de Lucía Brutta

1.
Para empezar, Brutta es chaqueña, y yo soy chaqueñófilo (y chaqueño honorario). La leí en la antología Informe: historieta argentina del siglo XXI (el cómic que aparece ahí es el capítulo "Las fisu", de este libro) y además de encantarme lo que vi, me encantó que fuera chaqueña. No conozco otros historietistas con ese origen. Sí músicos (bocha), artistas visuales (Milo Lockechi), escritores (Giardinelli, Busqued) y cineastas (Sonia Loba Bertotti) pero historietistas, la primera vez. Leí primero los capítulos unitarios que forman Un millón de bandas malas en el tumblr homónimo, pero luego me enteré que salían en formato físico y se lo regalamos de cumpleaños a la Loba.

2.
Como dice la autora, Un millón de bandas malas no es sobre las bandas sino sobre lo que pasa cuando vas a ver un millón de bandas malas. Hay punkies, fisuras, drogas duras y blandas, pogo, cerveza caliente en vasos de plástico, bondi. Está buenísima, lástima lo breve. Le ponemos muchos aleschonfelds.


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