martes, 17 de julio de 2012

Pensar/Clasificar, de Georges Perec

1.
Justo justo hace cosa de unos meses salieron un montón de notas sobre Georges Perec en los diarios porque se tradujo y publicó Nací, pero cuando LauriMatiMicaIoni me hablaron de este libro el año pasado, yo no tenía idea de quién era Perec. Y además el libro era inconseguible -ojalá ahora lo reediten. Al final me lo prestó mi amigo Mati en una edición moooy linda de Gedisa.

2.
Perec es un escritor francés que según Italo Calvino, Cortázar, Bolaño y otros capos fue el más importante de la segunda mitad del siglo XX (un poco mucho). Sus padres eran judíos polacos: el apellido original era Peretz. En la Segunda Guerra Mundial su padre muere en combate como soldado francés y su madre muere en el campo de concentración de Auschwitz: Georges es adoptado por sus tíos, que le cambian el apellido y lo afrancezan. Parece que a la sombra de esa infancia horrible, y de una larga depresión que acarrea de grande, es que Perec escribe sus textos más densos (o capaz que no). Acá en Argentina en librerías se consigue mucho el libro nuevo que menciono más arriba y también (en puestos y librerías chicas y en la FLIA) uno de la editorial independiente No Te Tomes Tan En Serio, la de los libros chiquitos de los que hablamos en otras reseñas. Un hombre que duerme se llama. Lo estoy leyendo en el presente continuo. Todo lo demás que puedan conseguir, si consiguen algo, es editado en España.

3.
Ahora bien, Pensar/Clasificar. Este libro compila textos que el autor publicó en diarios y revistas entre 1976 y 1982. Algunos son ensayos, hay uno ("Los lugares de un ardid") que está escrito casi como un cuento, pero la mayor parte son otra cosa. La mayor parte son listas. Pensar/Clasificar es un libro sobre la clasificación y el orden (en general) pero es como sí la reflexión sobre el sentido y el significado del orden hubiera sido hecha antes de la escritura, de modo que lo que leemos es el resultado, el ejercicio de esa reflexión, y el sentido original hubiera que buscarlo en eso. Por ejemplo, en el texto que se llama "Me acuerdo de Malet & Isaac" dice hacer una "simple enumeración", un "juego de recorte" de elementos de lo que eran los manuales de historia de su juventud, y con eso "poner en evidencia" un modo historiográfico, pero a mi entender, no lo hace. Hay un paso en el medio que no nos dice, esperando que nos caiga la ficha solos. Tal vez (seguramente) ese texto tiene más sentido para un lector francés. En otros casos el sentido tácito producto del momento reflexivo ausente (aoh) se entiende mejor, como por ejemplo en el muy bonito "De cuán difícil es imaginar una ciudad ideal" o en "Notas breves sobre el arte y el modo de ordenar libros".

4.
Hay también un coso que se llama "81 recetas de cocina para principiantes" y que es exáctamente eso. No lo leí, me pareció un embole (y no me parecieron para principiantes). Pienso ahora que seguramente el chiste está en la forma de redacción de cada receta, o en la cantidad de palabras, o en que son todos verbos en infinitivo, porque parece que a Perec (que trabajaba de escribir/diseñar crucigramas para un diario) le gustaba escribir con consignas autoimpuestas de ese tipo. No sé si Un hombre que duerme, la novela que estoy leyendo ahora, la escribió con alguna consigna de esas.

5.
El texto que más me gustó es sin duda "Los lugares de un ardid". Perec habla de una terapia psicoanalítica que hizo durante unos años, cuenta como fue todo el proceso desde que empezó a ir hasta que "resolvió" su asunto, sin decir nada. O sea, no dice nada de la terapia: ni de qué hablaban, ni cuál era el tema que lo llevó a ir, ni etc. En vez, habla del consultorio, de lo que se veía por la ventana; de los sonidos que escuchaba desde el diván, de la sala de espera, de la frase que decía el analista al comienzo de la sesión o al final. "Insisto en esos detalles triviales porque se repitieron dos o tres veces por semana durante cuatro años", dice. También habla de cómo pensaba en la sesión cuando no estaba en sesión, y que además vincula al texto con los demás del libro:

Este pánico de perder mis huellas fue acompañado por el furor de conservar y clasificar. Guardaba todo: las cartas con sus sobres, los programas de cine, los pasajes de avión, las facturas, el talón de los cheques, los prospectos, los recibos, los catálogos, las convocatorias, los semanarios, los filtros secos, los encendedores vacíos, y hasta las cuentas de gas y electricidad de un apartamento donde no vivía desde hacía más de seis años, y a veces pasaba un día entero ordenando, imaginando una clasificación que ocuparía cada año, cada mes, cada día de mi vida.

Lo brillante es que todo lo que cuenta en el texto no habla de su terapia pero a la vez habla muchísimo de su terapia: los ardides de la mente que se interponían en el camino a la superación del tema que lo había llevado a empezar la terapia. Es como si el texto mismo estuviera escrito siguiendo los mecanismos de resistencia que su mente tuvo durante esos cuatro años de análisis. Es genial.

1 comentario:

g. dijo...

La vida instrucciones de uso de él es un libro genial con todas las letras y en mayúsculas, o sea: GENIAL. (y se consigue/conseguía en Anagrama, edición española, sí).